OBSERVATORIO 2012-2018 ABRAHAM GARCÍA IBARRA
El ex activista del Barzón, Vicente Fox se engolfó con la renta petrolera.
“SI SE HUNDE PEMEX… NOS HUNDIMOS TODOS”
“Riqueza para los clanes mafiosos”
2000-2012: Un billón 48 mil millones de pesos y contando…
QUE DEJEN YA DE JUGARLE AL TARUGO: Como lo han hecho con otros entes públicos, obsequiados al extranjero usando la mano de gato de calificadoras trasnacionales fraudulentas, que de una vez por todas los tecnoburócratas pongan en las zarpas del FMI -el Fobaproa internacional- la propiedad del petróleo mexicano para que los amos anglosajones sacien su rapaz apetito. A la mejor les dan ocupación como capataces. Suelen hacerlo.
Alfredo Jalife-Rahme
El 20 de diciembre de 1996; esto es, ¡hace 17 años!, en el número inaugural de El Periodista (hoy Voces del Periodista), el acucioso investigador y bien documentado escritor sobre temas geoestratégicos, doctor Alfredo Jalife-Rahme, escribió:
“La primera vez pudo ser un ‘accidente’, la segunda vez, una casualidad probabilística, la tercera se vuelve sospechosa, y las más de las veces refleja, o bien, un pésimo gobierno; o bien, una política propositiva de desmantelamiento de la infraestructura petrolera nacional.
“Esa segunda hipótesis (sin expiar las primera), sería la que cada vez más cobra sólida consistencia. Desde el inicio de las administraciones neoliberales monetaristas, se ha desatado extremadamente una epidemia de ‘accidentes’ por falta deliberada de mantenimiento en prácticamente todo el complejo industrial petrolero.
“Los seudoaccidentes de Pemex ya se parecen al estribillo de la canción popular ‘tropecé de nuevo con la misma piedra”, al que habría que agregarle: ‘en el mismo lugar y con el mismo pie’.
“En efecto, no se trata de una casualidad, sino de una causalidad que repentinamente, desde el advenimiento de la era neoliberal monetarista con Miguel de la Madrid Hurtado (a quien coincidentemente se le acaba de incendiar su recámara donde se hospedaba en un hotel lujosísimo en Paris) y el grupo aristocrático de banqueros del Banco de México, quienes ha optado por el modelo financierista más proclive a la especulación sustentado en el desarrollo volátil y burbujeante de instrumentos de dinero (tales los fondos de pensiones), en detrimento de la producción.
“De otra manera, no se pudiese entender la serie concatenada de ‘accidentes’ explosivos desde el primer estallido de San Juanico hace doce años (es decir, en el paroxismo del sexenio de Miguel de la Madrid Hurtado), pasando por el complejo Reforma, de Guadalajara hace cuatro años (es decir, a poco más de la mitad de la administración salinista), hasta los últimos 20 meses que en la actual administración zedillista han cobrado un ímpetu en progresión geométrica con tres conflagraciones conocidas públicamente como tales plátano-cacao-Cactus, y de nueva cuenta San Juanico.
Memoria de San Juanico.
“Desde dentro la misma paraestatal, el líder del sindicato petrolero, Carlos Romero Deschamps, quien además es senador por el partido en el poder desde hace 67 años, recordó sus eternas advertencias desoídas, sobre los graves riesgos que existían de un ‘accidente’ en San Juanico debido a la ‘falta de mantenimiento en las instalaciones’ (El Financiero 14-11-96). Es decir, la Ley de la casualidad desnuda crudamente; Falta de mantenimiento; ergo: Explosión probable…
Camada de directores del Estado de México
“Sin estridencias populistas, en un país mínimamente democrático y civilizado, todos los directores de Pemex sin excepción y sin decepción, estarían purgando penas por negligencia criminal. En particular, la camada de directores oriundos del Estado de México (donde hasta la fecha no se ha descubierto petróleo ni gas), quienes se han dedicado a extraer su riqueza para sus clanes mafiosos…).
Ese escrito del doctor Jalife-Rahme, del que sólo retomamos los primeros párrafos, nos pone en una perspectiva de ida y vuelta sobre la barbarie neoliberal que tiene al Estado mexicano acogotado y a la sociedad civil naufragante en un océano de sangre y cenizas.
Por nuestra parte, remitimos al lector a un elemental ejercicio memorioso: En un ambiente de tensión política provocado desde la Secretaría de Programación y Presupuesto (SPP), a cargo de Carlos Salinas de Gortari, contra el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM), el 8 de enero de 1986, el secretario general de dicho gremio, José Sosa Martínez, en un discurso dirigido expresamente a De la Madrid, sentenció: “Si se hunde Pemex, se hunde usted, nos hundimos todos”. El 10 de enero de 1989 pararía con sus huesos en la cárcel, de la que sería liberado hasta mayo de 1993.
Entre el 11 y el 19 de ese mismo mes de enero se desencadenó una serie de “accidentes”, entre los más graves los del complejo petroquímico de Cactus; la terminal marítima del puerto de Salina Cruz, Oaxaca, y el complejo de Cosoleacaque, Veracruz. Con línea de la SPP, algunos medios de comunicación no tuvieron reparo en denunciarlos como “actos de sabotaje” cometidos “por los trabajadores manejados por líderes sindicales”.
¡Vámonos a Rotterdam, señores!
Para febrero de 1988, la dirección general de Pemex da a conocer que en Holanda quedaba constituida la empresa PMI Services BV, “de la que Petróleos Mexicanos es tenedor del 100 por ciento de las acciones, con el objeto de comercializar petróleo crudo y sus derivados”. Ya se sabía que Rotterdam era enclave de un mercado (spot market) de dudosa pero rentable solvencia. La fragmentación de Pemex se ponía sobre rieles. De ahí a las Islas Caimán o Andorra era cuestión de mero trámite.
Volviendo a 1996, recuérdese que México resentía en su más recóndita médula la depredación del rigurosamente maquinado error de diciembre de 1994 (que en el primer recuento de daños Ernesto Zedillo Ponce de León calculó en 70 mil millones de dólares). Sólo evitó el derrumbe de la presidencia zedillista la maliciosa intervención del presidente Bill Clinton, tejedor del rescate de la administración, por la que el mandatario mexicano fue obligado gustosamente a embargar la factura petrolera para asegurar el pago del salvataje financiero y político, que incluyó onerosos intereses al Tesoro de los Estados Unidos, según lo confesaría impúdicamente tiempo después su entonces titular Robert Rubin.
Dos años antes del prefabricado “error de diciembre” de 1994, el usurpador Carlos Salinas de Gortari, en febril búsqueda de legitimación de su mandato espurio, había acosado a la Casa Blanca bushiana y a El Capitolio, proponiéndoles un acuerdo de libre comercio. El término lo subrayó el propio Salinas de Gortari para persuadir a sectores nacionalistas y al Senado mexicano, de que sólo se trataba de un acuerdo, pues un tratado implicaría homologar moneda, régimen militar, etcétera.
Presidentes, duchos en rodear la Constitución
De lo que jamás informó a México Salinas de Gortari fue que, por su iniciativa, en el catálogo de mercancías y servicios sujetos al “acuerdo” (aun así, la Confederación de Cámara Industriales denunció que ese arreglo entre economías profundamente asimétricas rompería las cadenas productivas nacionales), se incluyeron los hidrocarburos.
Fueron los diarios de debate de comisiones senatoriales del propio Congreso de los Estados Unidos (por aquellos días El Capitolio, efectivamente, no codificaba como Tratado el avances de las negociaciones trilaterales en las que participó el gobierno de Canadá), los que consignaron dudas de algunos legisladores, que plantearon reservas sobre inconvenientes y riesgos de la firma, habida cuenta el régimen constitucional que amparaba el sector energético mexicano. Reservas que fueron allanadas con el argumento de que los presidentes mexicanos eran eficazmente proclives a sacarle la vuelta a la Constitución para hacer cumplir sus designios.
Puesto en la incubadora el huevo de la serpiente, Vicente Fox convertiría en muletilla su “conocimiento” -tanto, que “sabía” que la Expropiación Petrolera se consumó en 1936- de que Pemex era una empresa completamente quebrada, ineficiente y obsoleta. Es chatarra. En su “libro” autobiográfico, el locuaz guanajuatense propuso quitarse de la cabeza “la idea de que lo que (el presidente Cárdenas) hizo es irreversible. Lo más conveniente para los intereses de México es la apertura al sector privado”.
Fox convirtió la chatarra en oro puro
Lo que Fox abrió fue un boquete la Tesorería de la Federación, pero hacia fuera, y las dos sucesivas presidencias del PAN se engulleron con mexicana alegría los descomunales excedentes en billete verde que durante la última década ha venido generando el alza de los precios internacionales de crudo. Ahora sí, dejaron a Pemex en situación de chatarra. ¿Dónde quedaron un billón 48 mil millones de dólares, que ahora el gobierno tiene que andar bregando con una cruzada nacional contra el hambre?
Apenas en noviembre de 2012 (Voces del Periodista 293), recordamos cómo en tiempos previos a la privatización del sistema ferroviario por Zedillo Ponce de León, los trenes rigurosamente vigilados -sin reparar en costos de vidas humanas y equipo -fueron repetidamente descarrilados como parte de una estrategia acompañada de una campaña publicitaria para denunciar la mala administración y corrupción de los bienes nacionales en manos del Estado.
Advertimos entonces que parecía objetivamente evidente que la misma estrategia se estaba aplicando, con el mismo fin detractor y desnacionalizador, en Pemex. Citamos publicaciones que, en la transición presidencial, estaban exigiendo al PRI la derogación de los mandatos de su Programa de Acción referidos al sector energético (Pemex y Comisión Federal de Electricidad), y al entonces presidente electo Enrique Peña Nieto acometer, de una vez por todas, la reforma constitucional en la materia.
¿Qué provecho dejó a Beltrones reforma de 2008?
En aquel texto, recordamos que en 2008, en el marco de la discusión de la Reforma Energética, en su condición de presidente de la Fundación Colosio, del PRI, el ex director general de Pemex, Francisco Rojas Gutiérrez, denunció la iniciativa se daba al margen de la Constitución y que el fin último del proyecto parecía ser convertir a Pemex en una simple agencia Operadora de contratos.
¿Qué le dejó a Beltrones la Reforma de 2008?
No estorba decir que las notas incluyeron una mención del estudio Perspectivas de los Petrolíferos 2012-2018, de la Secretaría de Energía, en el que tácitamente se describe como una bomba de tiempo la situación de riesgo de las refinerías de Cadereyta, Minatitlán, Ciudad Madero, Salamanca, Salina Cruz y Tula, que operan 127 tanques atmosféricos. Esto es, a cielo abierto.
Aquella reforma, tripulada entonces por el líder senatorial Manlio Fabio Beltrones Rivera y el senador sinaloense Francisco Labastida Ochoa como presidente de la Comisión de Energéticos, profundizó la erosión del ya desvencijado régimen petrolero. ¿Qué rendimientos inconfesables le dejó a Beltrones Rivera el resultado de dicho proceso legislativo, que ahora, un día sí y otro también, se aparece en los medios satanizando mitos y dogmas en torno a la gestión del petróleo, para demandar implícitamente la extinción de Pemex? La pregunta bien podría dirigirse al ex director general de la paraestatal, Juan José Suárez Coppel. Él sabe bien cómo llegó a ese alto encargo, después de haber sido repelido como candidato a consejero.
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