NOVIEMBRE: ¿HA MUERTO LA REVOLUCIÓN?
No: Morirá con el asesinato
de la soberanía petrolera
El Primer Centenario de la Revolución mexicana
-con el bicentenario de la insurgencia de 1810-, sirvió al Partido Acción Nacional
(PAN) para pitorrearse de lo lindo
del primer triunfo del movimiento armado contra la dictadura porfirista y, de
paso, agandallarse algunos miles de millones de pesos de la Hacienda pública. El
memorial lo simboliza La estela de pus.
Una de las últimas imagénes de Madero en Palacio.
En estricto rigor histórico, el primer centenario del
levantamiento carrancista de 1913 contra el sanguinario cuartelazo de Victoriano Huerta, que inmoló a Francisco I. Madero, tiene mayor
trascendencia por su valor transformador del régimen político mexicano, que cinco
años después encontró su soporte
jurídico en la nueva Constitución General de la República votada en
Querétaro.
La consagración de los Derechos Sociales -que entrañan la
tutela confiada al Estado de las garantías colectivas relativas al trabajo del
campo y la ciudad; artículos 27 y 123-, es lo que le dio a la Carta de Querétaro el reconocimiento
universal como primera Constitución
Social que inspiró -lo afirman historiadores extranjeros de crédito
insospechable- a no pocos congresos constituyentes de Europa, Asía y América
Latina.
Para la
transformación económica
Con independencia de que esos hallazgos jurídicos le
dieron a nuestra Carta fundamental su identidad humanista, el eje rector de la
transformación económica de México fue la declaración que establece que “la
propiedad de las tierras y aguas comprendidas dentro de los límites del
territorio nacional, corresponde originariamente a la Nación…”.
El Constitucionalista.
“La
Nación tendrá en todo tiempo el derecho de imponer a la
propiedad privada las modalidades que dicte el interés público.
Corresponde a la Nación
el dominio directo de todos los recursos naturales de la plataforma continental
y los zócalos submarinos de las islas (…) los combustibles minerales sólidos; el
petróleo y todos los carburos de hidrógeno, líquidos o gaseosos”.
(Artículo 27, complementado con el 28: “No constituirán monopolio las funciones
que el Estado ejerza de manera exclusiva en las siguientes áreas estratégicas… petróleo
y los demás hidrocarburos”.)
No es otra la causa (la sinrazón) por la que,
apenas promulgada la
Constitución de 1917 -consumación jurídica del movimiento
armado emprendido en 1913, denominado precisamente constitucionalista-, los
viejos intereses creados, domésticos y extranjeros, financiaron la
contrarrevolución que tuvo su expresión más enervada en el levantamiento cristero
en la década de los 20 del siglo pasado.
“La alternativa
católica de la Revolución”
Cuando el Partido Acción Nacional (PAN) fue fundado en
1939, los primeros apologistas de buena fe de la nueva formación política le
denominaron alternativa católica de la Revolución mexicana. Proclamaron los
fundadores del PAN “el humanismo político”.
Es que, doce años antes, Manuel Gómez Morín, refiriéndose
al ajuste de cuentas entre revolucionarios por la masacre de Huitzilac en
octubre de 1927, puso a México a la par
con China y escribió: “No hay política, sino escatología y teratología. No el
noble entendimiento o la pugna de hombres por afanes humanos, sino
enfangamiento de corrupción, de ignorancia o de pasiones: Manifestación de
monstruosos y disformes fenómenos colectivos”.
(Escatología: Tratado
de los excrementos. Teratología: Estudio
de las anomalías y monstruosidades del organismo. Parecería que Gómez Morin
estuviera describiendo el México de 2013.)
“Partido del retroceso”, bautizaron de su lado al PAN sus
detractores mexicanos, que remitieron sus antecedentes genéticos hasta el siglo
XIX, con su placenta en el Partido Conservador, que puso en trance la República. Cuando,
en 2010, el PAN hizo del centenario de la Revolución pachanga,
actuó en congruencia con su origen y móviles fundacionales: Revertir la Expropiación
Petrolera.
La olvidada
agenda cívica del PRI
Los exégetas del Partido de la Revolución -en sus tres
etapas y denominaciones: PNR-PRM-PRI- blasonaron su inspiración en el legado
del decimonónico Partido Liberal y del ideal revolucionario plasmado en la Constitución del 17.
Hasta antes de que el presidente suplente Ernesto Zedillo
Ponce de León entregara el poder político al PAN en 2000, el PRI todavía
incluía en su Agenda Cívica Conmemorativa el Congreso de Anahuac (6 de
noviembre de 1813, del que se cumple el bicentenario de proclamación del
Decreto de Independencia de México y de Los Sentimientos de la Nación, de
Morelos.)
Huerta, el felón.
El PRI conmemoraba también, el 19 de noviembre, el
asesinato en Puebla de Aquiles Serdán, reconocido como “precursor de la Revolución mexicana”, y
el 20 de noviembre la muerte en 1922, en Levenwort, (Kansas, USA), de Ricardo
Flores Magón, asignándole el mismo título que a Serdán. Por supuesto, el acto
culminante de las conmemoraciones de noviembre, era el 20, inicio del
movimiento armado maderista.
Todo aquello ha quedado en nombres de calles.
No más culto a la Constitución del 17
Ahora resulta que, para el actual directivo neoliberal
del PRI, César Camacho Quiroz, es inconveniente que el priismo siga rindiendo
culto a la Constitución
mexicana.
Si para el PRI, los principios y valores que dieron
fundamento a su régimen doctrinario y programa de acción, son desechables, no sorprende
entonces que en estos días de conmemoración revolucionaria ese partido esté
comprometido a revertir los mandatos constitucionales condensados en los
artículos 27 y 28, para proceder a la desnacionalización del petróleo.
El Gran Expropiador.
Al ex presidente nacional del PRI y actual secretario de
Energía, Pedro Joaquín Coldwell, en reciente comparecencia ante el Senado, le
pareció inconcebible que a la empresa del Estado, Petróleos Mexicanos
(Pemex), se le impida asociarse con otras empresas, cuando existe el riesgo, asegura,
de que México se convierta en importador de petróleo
Preguntas a los
desnacionalizadores
Dando por válido ese catastrofista supuesto de Joaquín
Coldwell, ¿su proposición incluye que Pemex busque, por ejemplo, asociaciones
estratégicas con empresas como Saudi Aramco (Arabia Saudita), NIOC
(Irán), Petróleos de Venezuela (PDVSA,
Venezuela), CNPC (China) o Gazprom (Rusia), de propiedad total o mayoritaria de sus respectivos Estados?
Lo planteamos, no como simple curiosidad o provocación.
Según el top 10 de la especializada y
acreditada revista Petroleum Intelligence Weekly, las cinco corporaciones
estatales citadas (dos de ellas en primero y segundo lugar en la lista de las
10 supergrandes) comparten el predominio en el mercado mundial, no sólo por sus
enormes reservas, sino por su creatividad y patrimonio tecnológico. Por eso
están donde están.
Cuando tentaron
a Luis Echeverría
En la década de los 70, invitados por el Instituto
Mexicano del Petróleo (IMP), participamos en un evento sobre técnicas de
comunicación social especializada en asuntos petroleros, con la asistencia de
representaciones de la
Organización de Países Productores y Exportadores de Petróleo
(OPEP).
Con no poca sorpresa, dada la agenda del foro, nos
enteramos de que algún gobierno miembro
de la OPEP (si
mal no recordamos, el ministro de Petróleo y Recursos Minerales de Arabia
Saudita, Ahmed Zaki Yamani), habría ofrecido al presidente Luis Echeverría
financiar la deuda externa -unos 10 mil millones de dólares entonces.
Según aquella fascinante versión, Echeverría habría
declinado la oferta con el argumento de preservar para México su soberanía
energética.
Volviendo al especioso y deleznable razonamiento del
secretario de Energía, ¿el gobierno mexicano aceptaría ahora una relación
orgánica de orden económico-tecnológico con Estados miembros de la OPEP? ¿O sólo con sus
contrapartes privadas, por ejemplo, ExxonMobil
(Estados Unidos), BP (Reino
Unido), Royal Dutch Shell (Países
Bajos/Reino Unido), Chevron (Estados
Unidos) o Total (Francia), las otras
cinco de la lista de las supergrandes citada?
El modelo
noruego
Los publicistas de la desnacionalización del petróleo
mexicano postulan, entre otros, el modelo noruego. No es mala opción.
Pero hay que observar un pequeño detalle. Transparencia Internacional (al
través de su capítulo Transparencia Mexicana), en su reporte sobre el Índice de Percepción de la Corrupción 2012
coloca a Noruega en la séptima posición de la tabla global y sexta entre los
países de la Organización
para la Cooperación
y el Desarrollo Económicos (OCDE). El mismo reporte coloca a México en la
posición 105 de la tabla global y 22 de la OCDE.
“Cesarito”, el iconocastla.
En junio pasado, CNN-Expansión publicó un reporte
precisamente sobre la gestión de la industria petrolera en Noruega. El dato
central, es que el gobierno de Noruega -que administra la empresa nacional Statoil y autoriza entes privados-,
dispone de un fondo público con recursos de su renta petrolera. El fondo tiene
acumulado 750 mil millones de dólares,
en cuyo caso a cada noruego corresponderían en promedio 150 mil dólares.
Si el régimen noruego no combatiera la corrupción, como
según vimos acredita Transparencia Internacional, aquel fondo se hubiera
dilapidado, como ocurrió en México durante las dos presidencias del PAN, en que
ni la Auditoría Superior
de la Federación
(Comisión de Vigilancia de la
Cámara de Diputados) ha podido desenredar la oscura madeja de
filiales de Pemex en el extranjero -hasta en el mercado spot y los llamados paraísos
fiscales-, por las que circula el producto de las ventas de petróleo
mexicano, para ponerlas fuera del alcance de la fiscalización pública.
¿Vale una
moraleja sobre el martirologio?
Si en este noviembre de glorias revolucionarias idas
alguna moraleja valiera en el centenario del asesinato de Madero, tal sería que
muy caro le costó al Mártir decretar en junio de 1912 un irrisorio impuesto de
20 centavos sobre tonelada de crudo (para captar apenas unos 600 mil pesos),
que el intrigante embajador Henry Lane Wilson satanizaría en Washington como
confiscatorio.
Ya para octubre del mismo año, el imperio desplazaba
hacia puertos mexicanos los buques de guerra Vicsburg,
Denver, El Colorado, Prometheus y Des Moines, mientras
sonsacaba al sobrino incómodo Félix Díaz, para que se alzara en armas, buscando
una revancha no pensada por su tío.
“Obama, ¿por qué me estás espiando?
Emplazó hace unos días la alemana Angela Merkel al ocupante de la Casa Blanca. “Por razones muy diferentes a las que apelé
para espiar en campaña a Enrique Peña Nieto”, bien pudo responder el
interpelado.
Como sea, entre el revolucionario 1913 y el neoliberal 2013 se tiende un tóxico
y fatal hilo conductor: El tejido con el codiciado chapopote. Repetimos a
Clemenceau: Cada gota de petróleo cuesta una gota de sangre. El nuevo PRI
está dispuesto a pagar el costo… a costa del patrimonio “de todos los
mexicanos”. (Je je je)