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Edición 311
Escrito por Abraham García Ibarra   
Martes, 05 de Noviembre de 2013 11:46




Bajaron la Revolución del caballo y la abandonaron en Wall Street.

 

NOVIEMBRE: ¿HA MUERTO LA REVOLUCIÓN?

 

No: Morirá con el asesinato

de la soberanía petrolera

 

El Primer Centenario de la Revolución mexicana -con el bicentenario de la insurgencia de 1810-, sirvió al Partido Acción Nacional (PAN) para pitorrearse de lo lindo del primer triunfo del movimiento armado contra la dictadura porfirista y, de paso, agandallarse algunos miles de millones de pesos de la Hacienda pública. El memorial lo simboliza La estela de pus. 


Una de las últimas imagénes de Madero en Palacio.


En estricto rigor histórico, el primer centenario del levantamiento carrancista de 1913 contra el sanguinario cuartelazo de Victoriano Huerta, que inmoló a  Francisco I. Madero, tiene mayor trascendencia por su valor transformador del régimen político mexicano, que cinco años después  encontró su soporte jurídico en la nueva Constitución General de la República votada en Querétaro. 

La consagración de los Derechos Sociales -que entrañan la tutela confiada al Estado de las garantías colectivas relativas al trabajo del campo y la ciudad; artículos 27 y 123-, es lo que le dio a la Carta de Querétaro el reconocimiento universal como primera Constitución Social que inspiró -lo afirman historiadores extranjeros de crédito insospechable- a no pocos congresos constituyentes de Europa, Asía y América Latina. 

Para la transformación económica 

Con independencia de que esos hallazgos jurídicos le dieron a nuestra Carta fundamental su identidad humanista, el eje rector de la transformación económica de México fue la declaración que establece que “la propiedad de las tierras y aguas comprendidas dentro de los límites del territorio nacional, corresponde originariamente a la Nación…”. 



El Constitucionalista.


“La Nación tendrá en todo tiempo el derecho de imponer a la propiedad privada las modalidades que dicte el interés público. Corresponde a la Nación el dominio directo de todos los recursos naturales de la plataforma continental y los zócalos submarinos de las islas (…) los combustibles minerales sólidos; el petróleo y todos los carburos de hidrógeno, líquidos o gaseosos”. (Artículo 27, complementado con el 28: “No constituirán monopolio las funciones que el Estado ejerza de manera exclusiva en las siguientes áreas estratégicas… petróleo y los demás hidrocarburos”.) 

No es otra la causa (la sinrazón) por la que, apenas promulgada la Constitución de 1917 -consumación jurídica del movimiento armado emprendido en 1913, denominado precisamente constitucionalista-, los viejos intereses creados, domésticos y extranjeros, financiaron la contrarrevolución que tuvo su expresión más enervada en el levantamiento cristero en la década de los 20 del siglo pasado. 

“La alternativa católica de la Revolución” 

Cuando el Partido Acción Nacional (PAN) fue fundado en 1939, los primeros apologistas de buena fe de la nueva formación política le denominaron alternativa católica de la Revolución mexicana. Proclamaron los fundadores del PAN “el humanismo político”. 

Es que, doce años antes, Manuel Gómez Morín, refiriéndose al ajuste de cuentas entre revolucionarios por la masacre de Huitzilac en octubre de 1927, puso  a México a la par con China y escribió: “No hay política, sino escatología y teratología. No el noble entendimiento o la pugna de hombres por afanes humanos, sino enfangamiento de corrupción, de ignorancia o de pasiones: Manifestación de monstruosos y disformes fenómenos colectivos”. 

(Escatología: Tratado de los excrementos. Teratología: Estudio de las anomalías y monstruosidades del organismo. Parecería que Gómez Morin estuviera describiendo el México de 2013.) 

“Partido del retroceso”, bautizaron de su lado al PAN sus detractores mexicanos, que remitieron sus antecedentes genéticos hasta el siglo XIX, con su placenta en el Partido Conservador, que puso en trance la República. Cuando, en 2010, el PAN hizo del centenario de la Revolución pachanga, actuó en congruencia con su origen y móviles fundacionales: Revertir la Expropiación Petrolera. 

La olvidada agenda cívica del PRI 

Los exégetas del Partido de la Revolución -en sus tres etapas y denominaciones: PNR-PRM-PRI- blasonaron su inspiración en el legado del decimonónico Partido Liberal y del ideal revolucionario plasmado en la Constitución del 17. 

Hasta antes de que el presidente suplente Ernesto Zedillo Ponce de León entregara el poder político al PAN en 2000, el PRI todavía incluía en su Agenda Cívica Conmemorativa el Congreso de Anahuac (6 de noviembre de 1813, del que se cumple el bicentenario de proclamación del Decreto de Independencia de México y de Los Sentimientos de la Nación, de Morelos.)



Huerta, el felón.


 El PRI conmemoraba también, el 19 de noviembre, el asesinato en Puebla de Aquiles Serdán, reconocido como “precursor de la Revolución mexicana”, y el 20 de noviembre la muerte en 1922, en Levenwort, (Kansas, USA), de Ricardo Flores Magón, asignándole el mismo título que a Serdán. Por supuesto, el acto culminante de las conmemoraciones de noviembre, era el 20, inicio del movimiento armado maderista. 

Todo aquello ha quedado en nombres de calles. 

No más culto a la Constitución del 17 

Ahora resulta que, para el actual directivo neoliberal del PRI, César Camacho Quiroz, es inconveniente que el priismo siga rindiendo culto a la Constitución mexicana. 

Si para el PRI, los principios y valores que dieron fundamento a su régimen doctrinario y programa de acción, son desechables, no sorprende entonces que en estos días de conmemoración revolucionaria ese partido esté comprometido a revertir los mandatos constitucionales condensados en los artículos 27 y 28, para proceder a la desnacionalización del petróleo.



El Gran Expropiador.


 

Al ex presidente nacional del PRI y actual secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, en reciente comparecencia ante el Senado, le pareció inconcebible que a la empresa del Estado, Petróleos Mexicanos (Pemex), se le impida asociarse con otras empresas, cuando existe el riesgo, asegura, de que México se convierta en importador de petróleo 

Preguntas a los desnacionalizadores 

Dando por válido ese catastrofista supuesto de Joaquín Coldwell, ¿su proposición incluye que Pemex busque, por ejemplo, asociaciones estratégicas con empresas como Saudi Aramco (Arabia Saudita), NIOC (Irán), Petróleos de Venezuela (PDVSA, Venezuela), CNPC (China) o Gazprom (Rusia), de propiedad total o mayoritaria de sus respectivos Estados? 

Lo planteamos, no como simple curiosidad o provocación. Según el top 10 de la especializada y acreditada revista Petroleum Intelligence Weekly, las cinco corporaciones estatales citadas (dos de ellas en primero y segundo lugar en la lista de las 10 supergrandes) comparten el predominio en el mercado mundial, no sólo por sus enormes reservas, sino por su creatividad y patrimonio tecnológico. Por eso están donde están. 

Cuando tentaron a Luis Echeverría 

En la década de los 70, invitados por el Instituto Mexicano del Petróleo (IMP), participamos en un evento sobre técnicas de comunicación social especializada en asuntos petroleros, con la asistencia de representaciones de la Organización de Países Productores y Exportadores de Petróleo (OPEP). 

Con no poca sorpresa, dada la agenda del foro, nos enteramos de que algún  gobierno miembro de la OPEP (si mal no recordamos, el ministro de Petróleo y Recursos Minerales de Arabia Saudita, Ahmed Zaki Yamani), habría ofrecido al presidente Luis Echeverría financiar la deuda externa -unos 10 mil millones de dólares entonces. 

Según aquella fascinante versión, Echeverría habría declinado la oferta con el argumento de preservar para México su soberanía energética. 

Volviendo al especioso y deleznable razonamiento del secretario de Energía, ¿el gobierno mexicano aceptaría ahora una relación orgánica de orden económico-tecnológico con Estados miembros de la OPEP? ¿O sólo con sus contrapartes privadas, por ejemplo, ExxonMobil (Estados Unidos), BP (Reino Unido), Royal Dutch Shell (Países Bajos/Reino Unido), Chevron (Estados Unidos) o Total (Francia), las otras cinco de la lista de las supergrandes citada? 

El modelo noruego 

Los publicistas de la desnacionalización del petróleo mexicano postulan, entre otros, el modelo noruego. No es mala opción. Pero hay que observar un pequeño detalle. Transparencia Internacional (al través de su capítulo Transparencia Mexicana), en su reporte sobre el Índice de Percepción de la Corrupción 2012 coloca a Noruega en la séptima posición de la tabla global y sexta entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). El mismo reporte coloca a México en la posición 105 de la tabla global y 22 de la OCDE. 



“Cesarito”, el iconocastla.


En junio pasado, CNN-Expansión publicó un reporte precisamente sobre la gestión de la industria petrolera en Noruega. El dato central, es que el gobierno de Noruega -que administra la empresa nacional Statoil y autoriza entes privados-, dispone de un fondo público con recursos de su renta petrolera. El fondo tiene acumulado 750 mil millones de dólares, en cuyo caso a cada noruego corresponderían en promedio 150 mil dólares. 

Si el régimen noruego no combatiera la corrupción, como según vimos acredita Transparencia Internacional, aquel fondo se hubiera dilapidado, como ocurrió en México durante las dos presidencias del PAN, en que ni la Auditoría Superior de la Federación (Comisión de Vigilancia de la Cámara de Diputados) ha podido desenredar la oscura madeja de filiales de Pemex en el extranjero -hasta en el mercado spot y los llamados paraísos fiscales-, por las que circula el producto de las ventas de petróleo mexicano, para ponerlas fuera del alcance de la fiscalización pública. 

¿Vale una moraleja sobre el martirologio? 

Si en este noviembre de glorias revolucionarias idas alguna moraleja valiera en el centenario del asesinato de Madero, tal sería que muy caro le costó al Mártir decretar en junio de 1912 un irrisorio impuesto de 20 centavos sobre tonelada de crudo (para captar apenas unos 600 mil pesos), que el intrigante embajador Henry Lane Wilson satanizaría en Washington como confiscatorio. 

Ya para octubre del mismo año, el imperio desplazaba hacia puertos mexicanos los buques de guerra Vicsburg, Denver, El Colorado, Prometheus y Des Moines, mientras sonsacaba al sobrino incómodo Félix Díaz, para que se alzara en armas, buscando una revancha no pensada por su tío. 

Obama, ¿por qué me estás espiando? Emplazó hace unos días la alemana Angela Merkel al ocupante de la Casa Blanca. “Por razones muy diferentes a las que apelé para espiar en campaña a Enrique Peña Nieto”, bien pudo responder el interpelado. 

Como sea, entre el revolucionario  1913 y el neoliberal 2013 se tiende un tóxico y fatal hilo conductor: El tejido con el codiciado chapopote. Repetimos a Clemenceau: Cada gota de petróleo cuesta una gota de sangre. El nuevo PRI está dispuesto a pagar el costo… a costa del patrimonio “de todos los mexicanos”. (Je je je)



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