CUMBRE DE TOLUCA:
“Cacería de Patos”* ABRAHAM GARCÍA IBARRA
Estado
pobre: Bellacos ricos
DE LA ESPERANZADA ESPERANZA DE TOLUCA, como el ranchero podemos decir: “Se me hace muy ojona pa’ paloma; muy corta
pa’ aguate y muy cuadrada pa’ huevo”. Obama lamentó no haber degustado el
afamado chorizo toluqueño, pero sí engulló pato.
Se regresó eructando al Potomac.
CELEBRAR VEINTE AÑOS del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (que no sería
Tratado, sino “acuerdo”, dijo Carlos Salinas de Gortari), fue el móvil del
convite trilateral.
Al patio
trasero, sólo la basura retórica
Obama
y Harper, por supuesto, sí tiene que
celebrar: Las economías de los Estados Unidos y Canadá se han llevado la parte
del león del TLCAN. Dicho mejor: Se quedan con el oro y el moro. El patio
trasero recoge la basura retórica y los residuos de las maquiladoras. En
2013, la economía “mexicana” apenas creció 1.1 por ciento. Como afirmó el
príncipe holandés Willem Alexander de visita en México: “Camarón que se duerme,
se
lo lleva la chingada”. Textual.
Vamos
a arrancar esta Memoria desde un
cuadrante histórico y un criminal contrapunto:
En el
eje rector de la Reforma
del Estado -su disolución como agente económico-, en mayo de 1990 Salinas de
Gortari centró la contrarreforma constitucional para rematar la banca
nacionalizada.
Salinas: Padre de todas nuestras tragedias
Su
secretario de Hacienda, Pedro Aspe Armella dijo el 4 de mayo a los diputados
-Cámara de origen de la iniciativa de contrarreforma constitucional (artículo
28)- que el sistema de banca y crédito “desincorporado” seguiría siendo mexicano,
administrado por mexicanos y para beneficio de los mexicanos.
Dos
meses después de promulgada la contrarreforma constitucional, el operador de la
privatización de la banca, el sudoroso Guillermo Ortiz Martínez reveló que el
tema estaba comprometido en las negociaciones del TLCAN, e incluso informó que
el Senado ya estaba abocado a su análisis.
Lo que se han agandallado los banqueros extranjeros
Para ilustrar
nuestro optimismo.
El pasado 19 de febrero, víspera de la Cumbre
choricera, se dieron conocer algunos espeluznantes datos sistematizados por la Comisión Nacional
Bancaria y de Valores (CNBV): Los 21 grupos financieros que operan en México elevaron
anualmente sus utilidades desde 32 mil 950 millones de pesos en 2004 a 125 mil 154 millones
de pesos en 2013, hasta totalizar una ganancia de 785 mil 820 millones de pesos en sólo una década. Se han quedado,
pues, con el santo y la limosna.
Los datos
fueron difundidos por un orondo presidente de la Asociación de Bancos de
México, Javier Arrigunaga, en cierto momento administrador del putrefacto Fondo
Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa),
transformado en Instituto de Protección al Ahorro Bancario (IPAB), para
convertir deuda contingente en deuda pública y cargarla sobre los lomos de
todos los mexicanos. Arrigunaga terminó en la nómina de ejecutivos de Banamex,
entregado en 2001 por Roberto Hernández Ramírez al estadunidense Citigroup,
no hace mucho tiempo intervenido en su capital accionario por la presidencia de
Obama.
Esos
corporativos financieros, mayoritariamente extranjerizados, reportan en libros
activos por seis billones 518 mil
millones de pesos, un poco menos del equivalente a la deuda pública
acumulada hasta 2013.
Tremendo boquete en el Tesoro público
El
contrapunto radica en esta canallada: Sólo en 2012, el Tesoro público
mexicano perdió 769 mil 445 millones de pesos (cercanos al monto de las ganancias
financieras privadas logradas en una década), por regímenes especiales,
subsidios, devoluciones, condonaciones fiscales, otorgados por Federación a
privilegiados contribuyentes que, así tratados, no lo son.
El
dato fue revelado recientemente por la Auditoría Superior
de la Federación,
órgano de fiscalización del gasto público de la Cámara de Diputados, y
corresponde únicamente al ejercicio fiscal 2012, último del sexenio del panista
Felipe Calderón.
El compromiso saliniano, capitulación en Davos
La
privatización-extranjerización de la banca fue compromiso adquirido por Salinas
de Gortari durante su participación en la reunión de principios de 1990 del
Foro Económico Mundial de Davos, Suiza.
Para
1990, sin que los mexicanos fueran enterados, el TLC ya estaba en embrión como
ALC, y un ingrediente de fecundación era
el petróleo.
El príncipe Willem Alexander.
En
junio de ese año, cuando todavía Canadá no era convidado formalmente al
banquete, la ya acreditada como
representante en las negociaciones comerciales con México, Carla Hills declaró
molesta que las reformas de Salinas de Gortari eran establecidas “por decreto”.
Por eso anunció que Washington exigiría modificaciones al artículo 28
constitucional, para quitar al Estado
mexicano el control de los sectores estratégicos de la economía.
En
septiembre, Hills dijo aún más engallada
que México tendría que reformar la
Ley de Inversiones Extranjeras, para eliminar restricciones
en industrias clave -como la del
petróleo-, ya que hasta entonces las regulaciones sólo eran “actas
administrativas”.
“Por
la libre”, va el petróleo para la guerra
Esa
segunda expectoración de Hills se produjo cuando la
Casa Blanca ya tenía a Salinas de Gortari
en la buchaca. El mes anterior se supo que, al presentarse la crisis de Kuwait,
Salinas de Gortari envió a Washington a Aspe Armella y Fernando Solana para
que, por conducto del secretario del Tesoro Nicholas Frederick Brady, pusiera a disposición del presidente
George H. W. Bush (padre) 100 mil barriles de crudo diarios adicionales.
Brady
respondió que “nada se le ha pedido al presidente Salinas” pues, además, ya se
tenía la oferta de Venezuela de 500 mil barriles de crudo adicionales al día.
El único que aquí repeló fue el entonces director general de Petróleos
Mexicanos (Pemex), Francisco Rojas Gutiérrez, alegando “límites técnicos a la producción”.
(18
años después, desde la presidencia de la Fundación Colosio,
del PRI, Rojas Gutiérrez denunció la reforma energética de Felipe Calderón y
aseguró que su fatal consecuencia sería la de dejar a Pemex en calidad de “administradora
de contratos”. Al publicarse la reciente contrarreforma constitucional
petrolera, Rojas Gutiérrez renunció a la dirección general de la Comisión Federal
de Electricidad, cargo que había asumido trece meses antes.)
Grossling: Pemex, bastante eficiente
Si
Rojas Gutiérrez objetó la oferta saliniana
a Bush padre, alguien más merece reconocimiento de los mexicanos. En octubre de
1990, el experto del Servicio Geológico de los Estados Unidos, Bernardo
Grossling, calificó a Pemex como una empresa bastante eficiente, “sin
problemas para aumentar su producción un 25 por ciento sostenidamente durante
ocho meses, sin invertir un solo centavo” adicional. El experto está hablando en
1990.
Haber
subrayado con negritas el nombre de Nicholas F. Brady no es casual ni gratuito
(mucho menos gratuito). Brady asumió la dirección del Departamento del Tesoro
el 15 de septiembre de 1988 con Ronald Reagan. Para 1989, en el tránsito a la
presidencia de Bush, que lo ratificaría, se perfiló como celebridad mundial al
instituirse el llamado Plan Brady.
El
Plan fue la respuesta al trance de la deuda externa de los países en desarrollo,
contraída por los gobiernos con la banca comercial en condiciones de mercado.
La restructuración se haría con base en nuevas tasas, plazos y periodos de
gracia, sustanciados en Bonos Brady, con los que se recomprarían los títulos
de crédito de la banca comercial ¡siempre y cuando! los deudores se
comprometieran a aplicar políticas de ajuste estructural dictadas por el Fondo
Monetario Internacional, que, al final del día, remitiría a los nuevos
acreditados a la trampa del Consenso de Washington.
José Ángel Gurría: Ángel de la
dependencia
No
estorba recordar que la usurera banca de los países industrializados descargó
compulsivamente su abundante liquidez al apetito de los gobernantes de los
países subdesarrollados, adictos ya al endeudamiento. México no fue la
excepción y vale señalar que José Ángel Gurría Treviño (desde su paso por la
banca de desarrollo) fue un demandante insaciable de esos recursos. Al tiempo,
se le conocería como El Ángel de la dependencia. Hoy, el
salinista despacha como secretario general de la Organización Para
la Cooperación
y el Desarrollo Económico (OCDE), desde donde dicta a México consejos
socioeconómicos que nunca se dio a sí mismo.
Casualmente
en 1989 en que se lanzó el Plan Brady, el experto en política
financiera y monetaria internacional de los Estados Unidos y director de
Finanzas Internacionales del Boad of
Governovs of the Federal System, Edwin
Truma escribió que México y otros países latinoamericanos hubieran logrado
tasas de crecimiento económico más altas y estables si no se hubieran endeudado con tanta fiereza en los últimos años de
los 70. (José López Portillo era Presidente y Miguel de la Madrid Secretario de Programación
y Presupuesto.)
Brady quería espacios para inversión productiva
En
abono de Brady, hay que reconocer que, en el centro de gravedad de su
iniciativa, estaba liberar a los deudores de los vaivenes especulativos y
dotarlos de capitales frescos para la
inversión productiva. No fue verdad tanta belleza.
La
cuestión es que Salinas de Gortari trotó alegre en busca de aquella exquisita
zanahoria. Presente está la estampa del momento en que, en el Museo Nacional de
Antropología, Salinas de Gortari reunió a sus panegiristas y publicistas -intelectuales mutantes, les llamó
después- para anunciar Urbi et Orbi la restructuración de la deuda externa, que liberaría
a “nuestros hijos” de ese grillete y les permitiría vivir felices para siempre.
¡Que hermoso! se escuchó entonces el Himno Nacional. Hoy, la deuda pública es
superior a los siete billones de pesos y
tenemos una Cruzada Nacional contra el Hambre. ¿Cuánto debe ahora cada hijo
mexicano nacido después de aquella delirante profecía?
¡Viene! ¡Viene! La Iniciativa para las Américas
Pero
de la Cumbre de
Toluca estábamos hablando y de la celebración del XX aniversario del TLCAN. Lo
que el Tratado haya sido como parto de los montes para México, lo explican su
concepción y diseño originales. (En otras entregas hemos retomado Los
documentos de Santa Fe como epitafio preliminar sobre el inminente
cadáver de nuestra soberanía petrolera desde la inauguración de la presidencia
de Ronald Reagan.)
¿Qué “justifica”
que Salinas de Gortari haya tratado de conchabar al tesorero Nicholas Frederick
Brady y no al secretario de Estado (responsable de la política exterior USA) o
específicamente al de Comercio, para tratar lo relacionado con la liberación
comercial?
El poder tras los tronos
Como
hace unos días de reunieron en Cartagena, Colombia, los mandatarios
neoliberales de América Latina, cada vez menos, en febrero de 1990 en la misma
fascinante sede se convocó a “los aliados” -eufemismo por lacayos- de
Washington, para ir definiendo la próxima agenda de Bush padre para el
continente.
Para
el 27 de junio de ese año, en el East
room de la Casa Blanca
Bush congregó a sus burócratas favoritos: Observamos, diría palabras más,
palabras menos, la creciente tendencia hacia la democracia antes nunca
presenciada “en nuestro querido
continente”. He aquí la frase clave: “La profunda transformación política
en América y el Caribe, tiene su paralelo en la esfera económica como resultado
de la reunión con los mandatarios andinos”.
“Todos los indicios apuntan el hecho de que
debemos modificar el foco de atención de nuestra influencia mutua económica
hacia una nueva asociación de tipo económico, dado que la prosperidad de
nuestro continente depende del comercio; ya no de la ayuda…”, sermoneó Bush
para develar su Iniciativa para las Américas, placenta del TLCAN.
Dado
que en renglones anteriores hemos citado el tema del petróleo, para ajustar la
frecuencia conviene otra referencia no precisamente accesoria. Desde mayo de
1990 se corrió el velo sobre un asunto tratado sigilosamente: el proyecto de La Cuenca del
Golfo del cual, a pesar del secreto, trascendió que se aceptaba la
participación de inversionistas privados extranjeros y nacionales, configurando
la vinculación –señalaron los analistas más avisados- entre la seguridad
energética de los Estados Unidos, y la “seguridad económica” de México (Je je
je.)
Los primeros amarres de la secreta anexión
No
fue ninguna coincidencia que por esos meses, con una sospechosa diligencia, el
Banco de Exportación e Importación (Eximbank) de los Estados Unidos, liberara a
Pemex un crédito por mil 500 millones de dólares, condicionado a que se dieran
contratos a la trasnacional estadunidense Triton para trabajos de exploración
de yacimientos petrolíferos en México. Al mismo tiempo, Pemex y Ensa Corp., de
Dallas, Texas, daban el toque final a un convenio para la construcción de un
gasoducto binacional.
Contra
toda evidencia, Salinas de Gortari porfiaba en la mentira: Dos semanas antes
del lanzamiento geoestratégico de Bush, declaraba que las restricciones que
impone el artículo 28 de la
Constitución no serán puestas en la mesa de negociación del
ALC. (A, de “acuerdo”.). A finales de noviembre, en visita a Monterrey, Bush
afirmó que, como abastecedor de petróleo, México
juega un papel importante en nuestro sistema energético.
El 28
del mismo mes, después de su encuentro con Bush, Salinas de Gortari declaró
que, aunque el huésped de la Casa Blanca no mencionó el tema de la propiedad
del petróleo mexicano, él (Salinas) lo hizo para reafirmar que no se
modificaría la disposición constitucional.
Falacias
de Salinas de Gortari. En la edición 314 de Voces del Periodista recordamos
un testimonios emitido en octubre de 2010, casualmente en Toluca, por el ex
embajador John Dimitri Negroponte, en el que el terrorista de cuello blanco aseguró
que por aquellos días, en encuentro en San Diego, California, le propuso a
Bush: “¿Por qué no permitimos en el ATL la inversión extranjera en el sector
energético?”
Roger Porter llama al pan, pan; y al vino, vino
“El
libre comercio es la clave para sostener el crecimiento y la estabilidad
política”, había dicho Bush el 27 de junio de 1990, y apuntó los tres pilares
de su Iniciativa: Comercio, inversión y deuda. Sería el obsequio a América
Latina en su próximo Quinto Centenario (del descubrimiento del continente. No
perdonó ni la burla. Todavía le agregó merengue: Los vínculos de nuestra herencia
común se hallan fortalecidos por amor a la libertad y un común compromiso
con la democracia.)
Entre
el candor y el cinismo, un asesor áulico de Bush -Roger B. Porter- le puso
verdad al oscuro objeto del deseo: Es parte, escribió, de un sueño para América
Latina construido sobre la base de “la asociación fincada en vínculos comunes compartidos: Asociación entre gobiernos del continente y su sector privado y asociación
entre los sectores privados de la región”. (En síntesis: El
mercado sobre el Estado.)
A
decir verdad, sólo a los mexicanos se les hizo tragar la amarga y venenosa la
píldora. Y México le dio la espalda al sur. Sin inmutarse, sin embargo, Washington,
con los mismos objetivos estratégicos de la Iniciativa para
las Américas, en 1994 lanzó el anzuelo del Área de Libre Comercio de
América (ALCA. ¡Al ca rajo, blasfemó diez años después Hugo Chávez, y malogró
los oficios de alcahuete de Vicente Fox.)
No
fatigaremos más al lector: Basta con decir que dos décadas después de los
eventos reseñados, Enrique Peña Nieto aplica sus empeños en la Cruzada Nacional contra el
Hambre, mientras trata de aplacar la contrainsurgencia desencadenada por el
crimen organizado que, después de cada golpe que se cree definitivo, rebrota
como inmortal hidra, pese a la espada mediática de pretendidos nuevos Hércules.
Y Bush dijo: Crecimiento económico y estabilidad política. Obama repite el choro.
Suspendida, otra Espada de Damocles
Antes
de concluir, sin embargo, un dato más y una advertencia: Puesta sobre rieles la
globalización económica, so capa del “tratado comercial”, desde 1998 la OCDE (ahora administrada por
el citado Gurría Treviño) puso a caballo otro macabro jinete: El Acuerdo Multilateral sobre Inversiones,
en el que se involucra también la Organización Mundial
de Comercio (OMC, de la que Salinas de Gortari quería presidente al final de su
aciago sexenio.)
Por
ese acuerdo, las empresas inversoras en el extranjero serían exentadas de sus
deberes y potenciados sus derechos sobre la soberanía de los Estados nacionales
receptores de esas inversiones. Ya se sabe que la mayoría de los inversores
extranjeros son los depredadores corporativos trasnacionales y 85 por ciento de
sus inversiones son en fusiones y compra de compañías locales. En ese proceso,
los gobiernos nacionales ejercen escasas autoridad sobre esos corporativos, que
prefieren dirimir sus controversias en tribunales extranjeros bajo su control.
Eventualmente,
el mentado acuerdo quedó en suspenso porque más de 600 organizaciones no
gubernamentales de 67 países lo reventaron en 1998 en multitudinarias
movilizaciones.
Sobre el muerto las coronas
Después
del maquinado error de diciembre de 1994, como condicionamientos del
salvataje de la presidencia de Ernesto Zedillo Ponce de León, Bill Clinton lo
hizo firmar el 21 de febrero siguiente cuatro acuerdos para el rembolso de los
recursos recibidos, entre ellos el de la hipoteca de la factura petrolera.
Lo
que debemos subrayar es esto: El secretario de Relaciones Exteriores de Zedillo
era entonces el nuevamente citado Gurría Treviño. Zedillo aceptó que todo
litigio sobre los saldos insolutos de los préstamos recibidos, sería tratado en
la Corte Federal
del Distrito de Manhattan, Nueva York. ¡Al diablo con la soberanía nacional!
La
advertencia es esta: Como perro que da en
comer huevos… aunque le quemen el hocico, Obama vino a Toluca a querer
embarcarnos en el buque de gran calado llamado Acuerdo Trasatlántico sobre
Comercio e Inversión, una nueva camita diseñada
por los Estados Unidos y la Unión Europea al servicio de las grandes
corporaciones privadas que dominan el mundo. Es, visto sin lagañas, el Acuerdo
Multilateral sobre Inversiones recalentado. ¡A pelear por el último salvavidas, señores!
* En noviembre de 1910 -México en el umbral de
la Revolución-, en Jekyll Island, Georgia, fueron convocados secretamente los
banqueros más poderosos de los Estados Unidos. De ese encuentro en las tiniebla
nació la Reserva Federal (Fed), el sórdido sindicato de bancos privados que
domina el sistema financiero mundial. Los elegantes conspiradores se dieron
como cobertura la invitación a una cacería
de patos. Desde entonces,
intelectuales liberales estadunidenses aplican la expresión para describir las siniestras
tramas de los nuevos Cresos en busca de nuevas víctimas. La primera, la
propia sociedad norteamericana. Las demás son el resto del planeta.
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