¿Puede Washington
derrocar tres gobiernos a la vez? THIERRY MEYSSAN*
¿Y desde cuándo el imperialismo apoya revoluciones? Imagen captada en la plaza Maidan, Kiev.
EL PODER DE UN ESTADO SE MIDE a la vez por su capacidad para defenderse y por su
posibilidad de atacar en uno o varios frentes. Bajo esa óptica, Washington
está tratando -por primera vez- de demostrar que es capaz de derrocar tres gobiernos
simultáneamente: En Siria,
en Ucrania y en Venezuela. Creyendo que, si lo logra,
ningún gobierno tendrá ya posibilidades de hacerle frente.
Washington,
después de fracasar en 2011 en su intento de bombardear simultáneamente Libia y
Siria, está tratando de hacer una nueva demostración de fuerza: Organizar
cambios de régimen en tres Estados al mismo tiempo y en diferentes regiones del
mundo -en Siria (CentCom), Ucrania (EuCom) y Venezuela (SouthCom). Para lograrlo, el
presidente Obama ha movilizado prácticamente todo el equipo de su Consejo de
Seguridad Nacional. Primeramente, la
consejera de seguridad nacional Susan Rice y la embajadora ante la ONU Samantha
Power. Las dos son maestras en el uso de la jerga “democrática”.
Y durante años se han especializado en aconsejar la injerencia en los
asuntos internos de otros Estados con el pretexto de prevenir genocidios.
Sin embargo, y a pesar de sus generosos discursos, a ninguna de las dos
les importan las vidas no estadounidenses, como lo demostró la señora
Power en el momento de la crisis de las armas químicas en la Ghoutta de
Damasco.
Susan Rice
La señora embajadora de Estados Unidos, quien sabía perfectamente que las autoridades sirias no habían cometido aquel acto, simplemente se fue a Europa para asistir con su esposo a un festival de cine dedicado a Charles Chaplin mientras que su gobierno denunciaba un crimen contra la humanidad atribuyéndolo al presidente Assad. Están también los tres responsables por regiones: Philip Gordon (Medio Oriente y Norte de África), Karen Donfried (Europa y Eurasia) y Ricardo Zúñiga (Latinoamérica). - Phil Gordon (amigo personal y traductor del ex presidente francés Nicolas Sarkozy) organizó el sabotaje de la conferencia de paz Ginebra 2 hasta que la cuestión palestina se resuelva en función de lo que quiere Estados Unidos. Durante la segunda sesión de Ginebra 2, mientras que el secretario de Estado John Kerry hablaba de paz, Phil Gordon reunía en Washington a los jefes de los servicios secretos de Jordania, Qatar, Arabia Saudita y Turquía para preparar un enésimo ataque contra Siria. Estos conspiradores han reunido en Jordania un ejército de 13 mil hombres, de los que sólo mil han recibido un breve entrenamiento militar para pilotear blindados y tomar Damasco. El problema es que esa columna corre el riesgo de ser destruida por el Ejército Árabe Sirio antes de alcanzar la capital siria. Pero sus padrinos no logran ponerse de acuerdo sobre la manera de defender esa fuerza sin equiparla con armamento antiaéreo, que pudiera ser utilizado después contra la aviación de Israel.
- Karen Donfried es la ex oficial nacional de inteligencia a cargo de Europa. Dirigió durante mucho tiempo el German Marshall Fund en Berlín. Actualmente se dedica a manipular a la Unión Europea para enmascarar el intervencionismo de Washington en Ucrania. A pesar de la reciente revelación del contenido de una conversación telefónica de la embajadora estadounidense Victoria Nuland, la señora Donfried logró hacerles creer a los europeos que el objetivo de la oposición de Kiev era unirse a la Unión Europea y que estaban luchando por la democracia, cuando en realidad más de la mitad de los amotinados de la plaza Maidan son miembros de partidos nazis y agitan retratos de Stepan Bandera, quien colaboró con la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial.
- Para terminar, Ricardo Zúñiga es nieto del Ricardo Zúñiga que presidió el Partido Nacional de Honduras y que organizó los golpes de Estado militares de 1963 y 1972 a favor del general López Arellano. El nuevo Zúñiga dirigió la estación de la CIA en La Habana, donde reclutó agentes y los financió para fabricar una oposición contra Fidel Castro. Y ahora moviliza a la extrema derecha trotskista en Venezuela para derrocar al presidente Nicolás Maduro acusándolo de stalinismo.
La parte mediática de estas operaciones está en manos de Dan Rhodes, el especialista en propaganda que se encargó en el pasado de escribir la versión oficial de lo sucedido el 11 de septiembre de 2001 redactando el informe de la comisión presidencial. En ese informe, Rhodes eliminó toda huella del golpe de Estado militar que se produjo aquel día (al presidente George W. Bush se le retiró el poder sobre las 10 de la mañana y no se le devolvió hasta la noche, todo su gabinete y los miembros del Congreso fueron confinados en búnkeres, supuestamente para «garantizar su seguridad») para que sólo quedara el recuerdo de los atentados. En las operaciones
organizadas contra Siria, Ucrania y Venezuela, la narrativa estadounidense
reposa exactamente sobre los mismos principios: acusar a los gobiernos de matar
a sus propios ciudadanos, calificar a los opositores de “democráticos”,
adoptar sanciones contra los “asesinos” y, en definitiva, concretar
un golpe de Estado. El movimiento
comienza siempre con una manifestación en la que mueren opositores
pacíficos y ambos bandos se acusan mutuamente de los hechos de violencia.
En realidad, fuerzas especiales o elementos a las órdenes de
Estados Unidos o de la OTAN, convenientemente ubicados, disparan a la vez
contra la multitud y contra la policía.
Samantha Power.
Así sucedió en Deraa
(Siria) en 2011, al igual que en Kiev (Ucrania) y en Caracas (Venezuela)
en los últimos días. En el caso de Venezuela, las autopsias practicadas
demuestran que dos víctimas -un manifestante de la oposición y otro
favorable al gobierno- fueron baleadas con la misma arma. Calificar a los
opositores de “democráticos” es un simple juego de retórica. En Siria, se trata de takfiristas financiados por la peor dictadura del planeta: La
de Arabia Saudita.
En Ucrania, son unos cuantos proeuropeos sinceros
rodeados de un montón de nazis. En Venezuela, son jóvenes trotskistas de familias acomodadas respaldados por milicias
a sueldo de dueños de empresas. Y en todos los casos aparece el seudo opositor
estadounidense John McCain para proclamar su solidaridad con los
opositores locales, sean verdaderos o falsos. Del apoyo a los
opositores se encarga la National Endowment for Democracy (NED).
La NED es una agencia gubernamental estadounidense que se presenta como
una ONG financiada por el Congreso de Estados Unidos. La realidad es
que la NED fue creada por el presidente Ronald Reagan, en asociación con
Canadá, Gran Bretaña y Australia. La dirigen
el neoconservador Carl Gershman y Barbara Haig, la hija del general
Alexander Haig (ex comandante supremo de la OTAN y posteriormente
secretario de Estado bajo la administración Reagan). Es precisamente
la NED -en realidad el Departamento de Estado- quien moviliza al
senador “de oposición” John McCain. En este dispositivo
no podía faltar la Albert
Einstein Institution, “ONG” financiada por la OTAN. Creada por
Gene Sharp en 1983, la NED formó agitadores profesionales a través
del CANVAS -en Serbia- y de la Academy of Change -en Qatar. En todos los casos,
Susan Rice y Samantha Power adoptan invariablemente la misma pose de justa
indignación antes de dictar la adopción de sanciones -a las que rápidamente
se suma la Unión Europea- cuando en realidad son ellas mismas quienes se
dedican a orquestar previamente los actos de violencia. Queda entonces por
llegar a concretar los golpes de Estados, lo que no siempre funciona. Así trata Washington
de demostrarle al mundo que sigue siendo el amo. Para garantizar los
resultados, emprendió las operaciones en Ucrania y en Venezuela mientras
se desarrollaban los Juegos de Sochi. Así garantizaba que Rusia
no tomara medidas de respuesta, con tal de evitar que algún atentado de
los terroristas islamistas le echara a perder la fiesta olímpica. Pero los Juegos de
Sochi terminaron. Y ahora le toca jugar a Moscú.
*Red Voltaire
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