Al pan y al vino
JORGE GUILLERMO CANO
Culiacán, de los Retenes y los Topes, Sinaloa. En efecto, los médicos no son dioses ni asesinos, pero deben ser profesionales en toda la extensión de la palabra. No es posible marginar categóricamente negligencias que se dan y pueden provocar la muerte de pacientes. Tampoco que el mercantilismo exacerbado ha hecho de la profesión médica un espacio propicio para obtener beneficios con frecuencia impropios.
Muchos médicos se quedan en el conocimiento (relativo, como todos los saberes, y con frecuencia deficiente) de su práctica, y no cuentan con la capacitación necesaria en el terreno humano. No es la generalidad, desde luego, pero sí un número importante.
La medicina está, desde hace mucho, sobrevalorada y ocupa un lugar social por encima de las demás licenciaturas, pero es una más, guste o no. Están, ciertamente, las especialidades y también hay posgrados en medicina, pero el título de médico general o cirujano, es de licenciatura.
Sobrevaloración negativa
Muchos médicos usan esa sobrevaloración (que se explica por la naturaleza de su ejercicio) como ventaja en su trato con los pacientes, que piensan, erróneamente, que los galenos pueden resolver prácticamente cualquier problema de salud.
Lamentablemente no es así. Se pueden corregir muchos padecimientos y paliar otros sin cura hasta ahora, pero la inefabilidad no existe, en ningún campo del saber.
Se trata de una percepción que, a la postre, juega en contra de los propios médicos y da lugar a reclamos que pueden ser exagerados o injustos. Pero son ellos los principales responsables de esa percepción equivocada, al fincar expectativas a sabiendas de su fragilidad.
La relatividad del saber médico es natural y explicable (como en prácticamente todos los campos) y es común que si se consulta a tres o cuatro médicos se tengan tres o cuatro diagnósticos distintos. También que de uno a otro cambien radicalmente los tratamientos.
Crisis pública, ganancia privada
Es incuestionable que el IMSS, el ISSSTE y en general el sistema de salud pública deja mucho que desear en lo que toca a infraestructura, recursos y personal suficiente, lo que afecta el quehacer de los médicos. Pero también lo es que los sindicatos y colegios médicos de común guardan silencio ante ello.
En fecha reciente, grupos de médicos acompañaron su defensa de colegas acusados de negligencia, con señalamientos de las deficiencias mencionadas. Es, sin duda, un avance.
La explicación está en que muchos pacientes del sector público de salud son canalizados a clínicas y laboratorios particulares, en su mayoría vinculados con los médicos tratantes en primera instancia. “Aquí no se puede”, suelen decir, y mejor vaya a tal o cual lugar, donde, obviamente, se tendrá que pagar.
Enfermedad y miseria
Nos ha tocado lidiar con la burocracia médica en el IMSS y en el ISSSTE y es evidente que a muchos profesionales de la medicina les falta criterio y formación humanista. En lo que toca a los mandos administrativos la situación es todavía más preocupante, pues ahí llegan políticos sin la menor preparación para enfrentar una compleja problemática.
En cuanto al envío de los pacientes al negocio privado, muchas familias quedan en la miseria cuando recurren a la única alternativa que se les presenta. La esperanza muere al último y en esos casos es carísima.
Pero, volviendo al punto, está bien que se defienda a los médicos. Sobre todo cuando la culpa no es de ellos, pero que no sirva para ocultar desviaciones y prácticas que deben ser erradicadas.
Irresponsabilidad oficial
El deterioro de los servicios públicos de salud, los presupuestos insuficientes o dedicados a menesteres colaterales en el área (y en otras); la evidente merma de la calidad que deriva de condiciones laborales impropias (es cierto que los médicos del sector se ven obligados a atender a decenas de pacientes en una sola jornada), la carencia de medicamentos, la burocracia y la sobre administración, son factores que explican una situación deplorable en el campo de la salud pública.
Así las cosas, los pacientes son tratados en condiciones que propician errores, desatención y riesgos evidentes. También, hay que reconocerlo, se dificulta establecer la responsabilidad real y efectiva cuando se dan desenlaces fatales como producto de un tratamiento defectuoso.
Hay que abrir el debate
Los usuarios de los servicios de salud pública están justamente inconformes. Y también de la medicina privada, que aunque muy cara se paga presenta problemas parecidos.
En general, es un hecho que quien acude a los hospitales sabe que enfrentará una lógica mercantil que lo pondrá en una situación todavía más problemática (aparte de la enfermedad).
De cualquier forma, reitero, es justo defender a los médicos cuando son acusados injustamente, dado el caso.
Por lo demás, es buen momento para abrir una discusión pública en torno a los temas que se han venido señalando. Es necesario que los usuarios opinen y pongan sus experiencias a la vista. Si se hace de manera desprejuiciada y autocrítica, significaría un real avance para el mejoramiento de los servicios de salud en el país. Ojalá y se hiciera.
Tamborazos
-Al cerrar esta columna nos llega el octavo gasolinazo del año, que lleva los precios en México a un nivel sin precedentes: 12.95 pesos por litro la gasolina “magna”; 13.67 la “Premium” y 13.50 el diesel.
-Además, los diputados federales y los senadores aprobaron que se aplique un aumento mensual de nueve centavos para la “magna” y de once a la “Premium” y el diesel. Merecido lo tenemos.
-A como van las cosas, el teléfono ya no es un instrumento confiable para nada. Regresar al diálogo personal y directo es lo que procede y se está imponiendo. Las intervenciones y la invasión de la privacidad son más comunes de lo que se piensa.
-La oposición a la reforma energética, a la privatización del petróleo y la energía eléctrica tiene razones de fondo. En México tenemos los precios más caros del mundo en telefonía, televisión de paga, peajes carreteros y comisiones bancarias. Todos esos servicios en manos de empresas privadas. A la luz de la experiencia ¿Qué podemos esperar de las que siguen?
-Este escribiente tiene años denunciando la violación a la Constitución por parte del gobierno en los llamados “retenes”, mismos que propician la criminalidad en lugar de combatirla efectivamente. Al respecto, sólo la desvergüenza oficial.
-Además: en Culiacán los retenes de la ocurrencia y la recolección están desatados y sólo representan abusos, humillaciones a la ciudadanía (porque a la delincuencia no la tocan) y transgresión sistemática de los derechos. Si hubiera diputados…
-Por cierto ¿Alguien sabe cuántos y cuáles libros han leído los inefables “representantes populares” en todas partes? ¿No tendrá importancia?
-En circulación nuestro nuevo libro: Por el Foro de Trajano, también El Mensaje, ambos, de relatos y aforismos.
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