La empresa china Alibaba llega a Wall Sreet ¡Pero si ya estaba allí!
MADRID.- De cómo va el país hay dos versiones oficiales. Luis de Guindos, ministro de Economía, asegura que: “la posible recaída de la zona euro afectará a España” por lo que no hay que echar las campanas al vuelo.
Por su parte, el presidente de Gobierno, Mariano Rajoy, sale al relevo e informa, “crecemos a mayor ritmo que la media europea” y “salimos del caos que nos dejó el socialismo la pasada legislatura”.
Pero la verdad es que la clase media se reduce, las medidas tomadas por Prometeo sólo favorecen a la macroeconomía y cada año tiene más ganancias y no dejó de obtener beneficios. Aun en plena crisis, sus ingresos fueron suculentos.
En caída libre
Así están las cosas en España, inmersa en contradicciones, según el nivel de las fuentes de información. La realidad es otra diferente a la que apunta el neoliberalismo. No está sujeta a las opiniones subjetivas surgidas de un tronco común: engañar a los ciudadanos que ya no creen en nada y en nadie porque aumentan las personas que están en el umbral de la pobreza o que sólo comen gracias a la asistencia social.
Inclusive así, miles de familias siguen sin trabajo o sólo obtienen entre 200 y 300 euros al mes por desempleo. Llevamos seis años en caída libre. Se ha desahuciado a un millón de personas, otras emigran y muchas aceptan trabajos por hora, día o semana con contratos leoninos.
Los bancos se encargan de agravar la situación.
Quitan el techo a los que no pueden pagar la hipoteca y, además de sacarlos a la fuerza de su vivienda, no admiten saldar la deuda con la entrega del piso. Ponen a la gente de patitas a la calle aunque sean ancianos, niños o discapacitados. Los españoles de a pie se convierten de esta forma en rehenes de las instituciones crediticias para toda la vida. No hay muchos suicidios porque el español nunca fue propenso a ello, pero sí a la depresión. Se roba para comer y vestir, aunque sea con harapos.
Mientras tanto, los centros comerciales aumentaron sus medidas de seguridad. No vaya a ser que los indigentes nos roben pan o latas de conserva. El los grandes negocios se instalan cámaras y aparatos de grabación, inclusive en las calles. El ciudadano es perseguido con mayor eficacia cada vez. Hay que controlarlo.
No hay casa que se precie que no esté rodeada de aparatos de vigilancia ni políticos y empresarios que no lleven guardaespaldas a buen sueldo. Las compañías “protectoras” echan mano de sus métodos más sofisticados para grabar a los menesterosos. Emplean métodos novísimos que sólo pueden pagar los que mucho tienen. Los funcionarios públicos han encontrado un filón en acuerdos oscuros con jueces e industriales felones a los que amparan y respaldan. Las multas a los que más tienen son canceladas sotto-voce. Las faltas administrativas se archivan y los grandes almacenes violan la ley y siempre pagan menos multas.
Los extremistas
Al calor de esta situación surgen grupos extremistas. La mayoría de ultra derecha. En esta capital, neonazis se instalan en edificios desocupados y dan de comer “sólo a los españoles”. Ocurre, como ya dijimos, en el barrio de Tetuán, donde habitan los conglomerados latinoamericanos, sobre todo de Centroamérica.
Banderas pre-constitucionales (el gobierno llama así a los trapos franquistas) ondean en los balcones de los edificios tomados. Por ahí, menos visibles pero vigentes, se ven las suásticas pintadas en las paredes. Atentos a este caso concreto: los okupas de un inmueble en la periferia de la capital, y que fueron desalojados legalmente, recibieron la promesa de un empresario neo-fascista valenciano para reinstalarlos en un lugar de su propiedad. Además, los “ayudará” con 400 mil euros en “su labor humanitaria para con los españoles”. Los jóvenes falangistas están a la espera de conocer el inmueble donde se instalarán de nuevo. Mientras tanto, recorren las calles difundiendo ideas de ingrato recuerdo.
La policía sólo se ocupa de que no cometan algún delito. Y no sabemos qué es para los jefes policíacos un delito porque este concepto es movible según quiénes sean los acusados. En el interior del edificio en que estaban se pueden ver aún pancartas como “a los de raza inferior, nada…”
¿Y el gobierno? ¡Bien, gracias!
El clima se enrarece, los medios de comunicación no se dan abasto para informar. Unos, ocultan la realidad, otros, los menos, sacan a la luz los desmanes contra la democracia y la libertad, instituciones enfermas en España.
Una alcaldesa de caricatura
En el centro de Madrid se convive con la basura. La alcaldesa no se entera o no le da importancia. Ana Botella parece salida de una obra de Lope o de Quevedo. Es una mujer que consiguió el puesto por herencia porque era la teniente alcalde de Gallardón y cuando éste fue nombrado ministro de Justicia la dejó al frente de Villa y Corte.
Doña Ana, acaba de anunciar que no se presentará a las elecciones para el mismo puesto el año próximo. ¡Qué miedo!, ¿es posible que venga alguien peor? Peor... peor, imposible, pero a lo mejor el gobierno bate sus propios records y lo consigue. Es ya un clásico hablar de la inteligencia de la esposa del ex presidente José María Aznar. En una de sus magníficas intervenciones confundió Navarra con Andalucía. Y fue el hazmerreír de todos. Y de todas.
Sin embargo, como todavía sigue al frente de esta histórica ciudad, debo señalar que las calles y las plazas están sucias; los madrileños protestan y no les hacen caso. Los manifestantes contra el deterioro de la capital son castigados con fuertes multas y otros condenados a prisión.
Ella no sale de su búnker y lo saben los dirigentes del Partido Popular. Pero la aguantaremos ocho meses más. Ni remedio. Las huelgas parciales y las marchas son parte del escenario cotidiano. La policía arremete contra los participantes y la UGT y Comisiones Obreras están huérfanas. Sus dirigentes, Cándido Méndez y Ignacio Fernández Toxo, parecen ajenos al deterioro citadino.
Hace tiempo que no se dejan ver, ni siquiera en sus sedes. Mucho menos en los plató de las televisiones o las entrevistas radiofónicas. Para la prensa escrita no existen. El ayuntamiento considera que incomodarse por la mala gestión de las autoridades es “antipatriótico” en estos “momentos de desbarajuste”.
Ciudad entristecida
En plena gresca, la ciudad ha perdido un tercio de turistas con respecto al año pasado. Doña Ana aún no anuncia lo que hará para evitarlo. El casi nulo mantenimiento de los pocos árboles que aún quedan afuera de El Retiro, ha originado que caigan las ramas sobre la gente y ya son dos los muertos aparte de que hubo heridos.
Magerit, otrora limpia y acogedora es una ciudad entristecida, más egoísta, desconfiada. Sus habitantes han hecho del silencio un modo de vida y sus palabras hay que sacarlas con tirabuzón.
Estamos resignados, hasta cierto punto, pero la situación no debe continuar. Menos mal que las elecciones están cerca. Por lo menos es una esperanza aunque las encuestas dicen que el triunfo será muy apretado y podría inclinarse por cualquiera de los candidatos de los partidos tradicionales.
El número de limosneros se multiplica. En Sol y Gran Vía se hacen corrillos de gente sin trabajo de todas las nacionalidades en espera de que caiga el maná o que alguien se distraiga para quitarle algunos euros.
La estación del metro en el kilómetro cero, está rodeada de basura. El servicio de limpia no da abasto y amenaza con huelgas. Trabaja con lentitud para conseguir su propósito que es un aumento de salario. Aunque esto es una utopía. No estamos para dispendios. Los churros y el chocolate son para los extranjeros y los turistas; el chotis se baila, si acaso, una vez al año.
¡Hola, flaco de oro… cuando vayas a Madrid chulona mía voy a hacerte emperatriz de Lavapiés…! Con esta añoranza nos quedamos en espera de tiempos mejores y de oxígeno.
RDR
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