Cuando la Ciudad de México vivía aún bajo los humeantes escombros, resultados de los devastadores terremotos de septiembre de 1985, en mayo de 1986 se inauguró en el Estadio Azteca la Copa Mundial de Fútbol. Se detectó la presencia del presidente Miguel de la Madrid, y el recinto se cimbró con un rugido que hizo época: ¡U-le-ro! Fue la primera reacción al incipiente pero inminente neoliberalismo depredador.
En aquel torneo, la selección mexicana, para entonces ya conocida como colección de ratoncitos verdes -que, según algunos ácidos cronistas, jugaban como nunca y perdían como siempre- logró el sexto sitio en la tabla general. En el pasado Mundial de Brasil, descendió hasta el décimo lugar. Una caída de cuatro posiciones en el periodo comentado. Acaba de terminar 2014 derrotada por Bielorrusia.
En las temporadas domésticas de clausura 2012 y de apertura 2013, los equipos participantes sumaron un total de 375 goles en cada torneo. Hasta la jornada 16 de la actual liga premier, la cosecha de goles fue de 332 goles. El promedio entre los 18 equipos participantes, es apenas de 1.8 goles. Hasta ahí, el conjunto reportaba un déficit de 43 goles.
El Necaxa y Ernesto Zedillo
El histórico equipo Necaxa logró acreditarse como emblema del fútbol mexicano cuando en 1934-1935 alcanzó el rango de Campeonísimo y Horacio Casarín se convirtió en su paradigma. En 1995, ya con el ecuatoriano Alex Darío Aguinaga como heredero de las glorias de Casarín, el Necaxa repitió la hazaña.
Al final de esa liguilla, el Necaxa, por supuesto, fue recibido en Los Pinos por Ernesto Zedillo Ponce de León. En la residencia presidencial, Aguinaga hizo el siguiente comentario, de una involuntaria crueldad: El Presidente y el Necaxa nos parecemos mucho: Somos los mejores… pero no tenemos seguidores.
En los trasiegos mercantiles entre Televisa y políticos encumbrados en el poder, el Necaxa, cuya traslado a Aguascalientes cuesta a los contribuyentes una jugosa millonada, se perdió en la noche de los tiempos. El ex gobernador panista de esa entidad, Luis Armando Reynoso Femat, actor en aquella operación, anda a salto de mata perseguido por la justicia.
El fútbol como ideología
¿Qué conclusión sacamos de este inusual ejercicio en esta sección que se ocupa invariablemente de temas políticos? Esta: Degradado el fútbol como deporte, y convertido en mero espectáculo comercial por las empresas televisoras que controlan el negocio, esa disciplina va de mal en peor.
Los presidentes de México que se han enfundado en cada Mundial la camiseta verde, también han terminado devaluados. Dos de ellos, Zedillo Ponce de León y Felipe Calderón, expuestos a instancias de justicia internacionales por crímenes masivos. De lesa humanidad,es la codificación.
Existen diversas opiniones científicas sobre la irresistible compulsión que lleva a los políticos a valerse de las justas deportivas para congraciarse con la plebe. Nosotros nos quedamos con el estudio de Gerhard Vianni en su obra El Fútbol como ideología. El autor denuncia el perverso uso de la juventud deportista para la manipulación sicológica de la población, sobre todo cuando los regímenes gubernamentales son sujetos de la repulsa popular.
Sometido a las leyes del mercado -francamente a la trata de carne joven-, particularmente en la era neoliberal el fútbol -como la política- es incesante objeto de investigaciones por corrupción, que abarca desde los altos mandos de la Federación Internacional de Fútbol (FIFA: Fedération Internationale de Football Association) hasta los de las federaciones llaneras en todo el mundo.
No te bañarás dos veces en el mismo río
Vuelta la página: En la línea platónica, el filósofo Heráclito de Éfeso, conocido como El oscuro, dejó para la posteridad la siguiente reflexión aforística: En los mismos ríos estamos y no estamos, pues somos y no somos nosotros mismos. Una versión libre la cita así: “No te bañarás dos veces en el mismo río”. ¿Será?
Veámoslo de esta manera, sólo para fines ilustrativos: El presidente Adolfo El joven López Mateos, originario del Estado de México, tenía predilección por el box. (Hubo los que preferían los toros). Otro mandatario mexiquense, Enrique Peña Nieto, exhibe su inclinación por el fútbol.
De grado y alcance, Peña Nieto actúa en sentido contrario al que recorrió López Mateos en eso que Daniel Cosío Villegas describía como el estilo personal de gobernar.
Conocimos algún comentario privado de López Mateos sobre como vio su sexenio: El primer tercio, de agobio ante el acoso de “amigos de la niñez”, de “compañeros de banca” escolar; de “correligionarios” de partido y de la legión de aquellos que cambiaron oportunamente de rieles en el curso del destape electoral. Todos, reclamando hueso. Ahora se le llama chuleta; será porque cada vez es más jugosa.
Segundo tercio: De reposo dinámico para, al fin, poner a caballo los planes de gobierno. Tercer tercio, de estampida de los búfalos tratando de adivinar la selección del delfín sucesorio.
Mexicanización de la industria eléctrica
Después de su segundo informe de gobierno, López Mateos logró el 27 de septiembre de 1960 su pleno posicionamiento en el ánimo popular: Decretó la mexicanización de la industria eléctrica.
No se le dio el término de expropiación o nacionalización habida cuenta que el gobierno se había hecho de un mayoritario paquete accionario de The Mexican Ligth and Power Co. Desde aquel día, sobre el edificio de esta empresa en Melchor Ocampo de la Ciudad de México, quedó anclada la Bandera Nacional. Felipe Calderón la arrió hace cinco años.
Peña Nieto revirtió el calendario sexenal del que habló López Mateos: En el primer tercio de su gobierno, pisó el acelerador de la nave presidencial para Mover a México. Violentó el orden constitucional prevaleciente con 58 modificaciones a la Carta fundamental, 81 cambios a leyes imperantes, creación de 21 ordenamientos jurídicos y la abrogación de otros 15. Demasiados fierros en la lumbre.
Toda una hazaña, consumada aplicando como mecanismo de operación el Pacto por México. Los propios priistas, como el actual presidente de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados, Manlio Fabio Beltrones Rivera, tipificaron el Pacto por México como una forma fáctica de gobierno en coalición. Dime con quien andas, y te diré quien eres.
Desde el inicio de las jornadas legislativas para la revisión constitucional y hasta culminar el proceso de legislaciones secundarias y ordenamientos reglamentarios, Peña Nieto logró un amplio consenso nacional e internacional, especialmente de los enclaves del poder económico.
¿Dónde está el piloto?
En la etapa de aterrizaje del proyecto, la nave empezó a resentir inquietantes turbulencias.
Es que, al invertir el orden de prioridades, el Peñismo relegó a segundo plano el compromiso divisa anunciado el 1 de diciembre de 2012: El México en paz.
El rezagante y regresivo factor respecto del imperativo de pacificación nacional, consistió en que el nuevo gobierno de la República se plegó en términos generales a la estrategia / no estrategia que le heredó el calderonismo para el combate al crimen organizado. En este campo, ha incidido otro disolvente elemento: La postergación del combate a la corrupción, también comprometido desde el arranque del mandato.
Al enervarse la barbarie, las promisorias expectativas generadas por la fiebre reformista han entrado a su etapa decreciente porque los potenciales inversionistas domésticos y, sobre todo, foráneos, cayeron en el pasmo, argumentando que la seguridad jurídica para proteger los capitales no basta sin seguridad pública y su dimensión mayor: La Seguridad Nacional.
Coloquialmente, puede afirmarse que el Peñismo paga el pecado de haber colocado la carreta delante de los bueyes. Del tercer tercio del sexenio, López Mateos describió la estampida de los búfalos. Si la metáfora vale, lo que se observa en el actual momento es la deserción de las lealtades expresadas hace apenas unos cuantos meses. El entusiasmo que había expresado la clase propietaria ha empezado a enfriarse.
¿Existe una conjura contra el proyecto peñista?
Los signos de los tiempos son hoy tan graves y perturbadores, que desde lo alto el discurso público ha dejado de lado el inicial triunfalismo y empieza a configurar una especie de conjura, de conspiración contra el proyecto de Nación, lo que da pie a que en el llano la figura que se está posesionando de la opinión pública, es la del golpe de Estado.
El ofuscado tremendismo, pues, lleva la intranquilidad en las calles y las plazas públicas a la intranquilidad de las conciencias. No es casual, ni gratuito, que el vínculo entre el complot y el golpe de Estado, adquiera cierta verosimilitud.
Verosimilitud, porque es preciso recordar que, desde el verano de 1988, un diputado priista, el constitucionalista michoacano don Antonio Martínez Báez, describió el encumbramiento de Carlos Salinas de Gortari como un Golpe de Estado técnico.
Si se acepta la hipótesis de que el salinato transexenal prolonga y proyecta su espectro sobre la actual generación gobernante, es válida la percepción de que el nuevo orden constitucional entró en crisis antes de consolidarse.
Un ejercicio memorioso nos remite al turbulento clima político y social en que el ex presidente Miguel de la Madrid rindió su quinto Informe de Gobierno: Entonces, en el seno del PRI, donde se registró el tradicional besamanos correspondiente al grupo conocido como Unidad Revolucionaria, pactada entre militares y navales en retiro, en el discurso del vocero de esa corriente tricolor, el general Renato Vega Amador, incitó al Comandante de las Fuerzas Armadas mexicanas, el propio De la Madrid, a disponer del Ejército para sofocar la resistencia contra el fraude electoral de aquel año. El mandatario no cayó en la auspiciosa tentación.
Salinas de Gortari quería la reelección
El astuto usurpador Salinas de Gortari aplicó magistralmente una estrategia política y mediática -con la revisión constitucional como leitmotiv de su proyecto-, con tal éxito que, después de pasadas las elecciones intermedias de 1991, operó desde tinieblas en algunos enclaves de la iniciativa privada estatales, explorando la perspectiva de la reelección presidencial.
Tal sondeo embrionario implicaría una segunda fase de lo que el constitucionalista Martínez Báez citado, describió como un golpe de Estado técnico.
Finalmente, arrastrado por los crispados remesones de los crímenes de Estado, el usurpador desistió en su despropósito, para pujar por el liderazgo de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Vino luego el maquinado Error de diciembrede 1994. El rayo se fue, pero el eco del trueno sigue estremeciéndonos.
Frente al actual desafío de la violencia generalizada y la ola de resistencia para exorcizarla, se propone ahora como tabla de salvación un Pacto Nacional por la Seguridad.
Otra vez la burra al trigo: Dos años después de que Felipe Calderón se fue por la libre con su guerra narca, en 2008 dio a conocer su Estrategia de Seguridad Pública. Vana tentativa. Se volvió clamor nacional aquel con el que se interpeló al Presidente: ¡Si no pueden, renuncien!
Javier Sicilia: ¡Estamos hasta la madre!
Después, vino el ¡Estamos hasta la madre! del poeta Javier Sicilia. El mero día de San Juan, el 24 de junio de 2011, Calderón se refugió en el twitter para comentar desde su soledad en Los Pinos el cónclave con el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, encabezado por el propio Sicilia, entre otras asociaciones de la sociedad civil con las que se reunió en el Castillo de Chapultepec. “Diálogo democrático”, lo presentó.
Saldo al final del aciago sexenio: Casi 100 mil muertos, más de 20 mil desaparecidos y cientos de miles de familias desplazadas por la barbarie. Como cereza sobre el infernal pastel, una economía desquiciada. El nombre de Felipe Calderón Hinojosa está en el inventario inconcluso de la Corte Penal Internacional. Legado maldito empastado en la impunidad.
La opción verdadera, por la que clama el bramido multitudinario en las calles -no como salida, sino como solución sostenible y duradera-, sería la revisión del modelo económico. Pero, con la reforma a la Constitución, el Peñismo se colocó el último acerado broche de la camisa de fuerza.
Cuando están a galope la elección federal intermedia y las concurrentes en 17 estados, el futuro es un enigma. Los alquimistas del neoliberalismo no le encuentran la cuadratura al círculo por la sencilla razón de que nadie ha descubierto aún la fórmula para convertir el plomo en oro.
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