Lucrecia Borgia (Subiaco, 18 de abril de 1480 – Ferrara, 24 de junio de 1519), fue la hija de Rodrigo Borgia, el poderoso valenciano que más tarde se convertiría en el papa Alejandro VI, y de Vannozza Cattanei condesa de la Casa de Candia.
Uno de sus hermanos fue el notorio César Borgia. La familia de Lucrecia representó como ninguna las impopulares políticas del maquiavelismo y la corrupción sexual comúnmente asociadas a los papados renacentistas. No se conoce ningún retrato auténtico de ella, aunque se cree la usaron de modelo de pinturas. A menudo estas imágenes son una parte de su mito.
Demasiado poco se conoce de ella para tener certeza sobre la veracidad de las historias que le atribuyen una participación activa en los crímenes de su padre y de su hermano, con seguridad ellos le concertaron una serie de casamientos con hombres importantes o poderosos de la época, siempre con las ambiciones políticas de la familia en mente. Después de que Rodrigo Borgia fuera elegido papa, en 1493 casó a Lucrecia con Giovanni Sforza con el fin de obtener una poderosa alianza con esta familia milanesa. La boda fue todo un escándalo, pero no mucho más que otras extravagancias del Renacimiento.
Al poco tiempo, la familia Borgia ya no tenía necesidad alguna de los Sforza, y la presencia de Giovanni en la corte papal era innecesaria. El papa necesitaba otras alianzas mucho más ventajosas, motivo por el que ordenó su asesinato. César, le informó de esto a su hermana, y ella advirtió a su marido, quien huyó de Roma.
Mientras se llevaba a cabo la separación de Giovanni Sforza, Lucrecia de 17 años de edad, estuvo recluida en un monasterio y su única relación con el exterior era mediante mensajes que le enviaba su padre por medio de un tal Perotto. Justo antes de la boda con su siguiente marido, Alfonso de Aragón, habría dado a luz a un niño, Giovanni, al que los historiadores llamaron “el infante romano”.
 El Papa Alejandro VI, emitió dos bulas en 1501: en la primera reconoció al niño como hijo de César y en la segunda, que se mantuvo secreta durante años, lo reconoció como hijo de él mismo. Las bulas no mencionan a Lucrecia, al poco tiempo, Perotto dijo que el hijo era de él nacido de una relación sexual que había mantenido con Lucrecia. En 1502, César en apoyo de esta paternidad, nombró Duque de Camerino al niño. Camerino era una de las conquistas de César, de aquí que heredara este ducado el hijo mayor del Duque de Romagna. Sin embargo, al poco de la muerte de Alejandro VI, Giovanni fue a vivir con Lucrecia en Ferrara, donde se le reconoció como hermanastro.
Con el tiempo dicha segunda alianza se volvió políticamente adversa, entre otros motivos por las intrigas maquiavélicas de los Borgia. César mandó matar a Alfonso, quien fue atacado una noche quedando herido. César nuevamente juró matarlo, Lucrecia no se separaba día y noche del lecho de Alfonso hasta que, engañada por su hermano, salió del cuarto, entonces un hombre de confianza de Cesar asesinó a Alfonso. El matrimonio tuvo un niño, Rodrigo, que moriría en 1512, antes que su madre, con 13 años de edad. Al año de la muerte de Alfonso, Lucrecia pasó a ser la administradora de la iglesia y del Vaticano, lo que fue muy criticado dada su juventud e inexperiencia. Además, para entonces, su fama no podía ser peor y entonces se piensa en casarla nuevamente con un vástago de la familia D’Este, duques de Ferrara, de nombre Alfonso.
Lucrecia partió para Ferrara, donde en 1505 y, tras la muerte de Ercole D’Este, padre de Alfonso, pasó a ser duquesa de Ferrara. Durante su estancia en la ciudad se descubre como amante de las artes, tiene una relación platónica con el poeta Il Bembo y cuida a sus hijos abnegadamente. Lucrecia intentó llevar a la corte de Ferrara al hijo que tuvo con Alfonso de Aragón, pero su marido se negó, el niño moriría en 1512, lo que la entristeció enormemente, que durante un tiempo se recluyó en un convento. En 1519 y tras el parto de su quinto hijo murió de fiebre puerperal a los 39 años, habiendo sido la digna esposa del Duque de Ferrara.
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