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Edición 335
Escrito por Pino Páez   
Martes, 21 de Julio de 2015 23:48

 Pino

 

(A Max Rojas 
por su poesía y amistad 
de vértebras y menguantes 
que jamás se quebrantan ni se apagan)

 

Numerosos revolucionarios sin comillas son calumniados; en México son copiosas las insolencias del infundio, basadas en ficción y pestilentes fuentes de inexistencia, entre los difamados se hallan el gran Emiliano Zapata y el también grandioso Ricardo Flores Magón, a quienes sus señaladores sin índice pero con percudido teclear catalogan “ignaros”, “crueles” y “vendepatrias”; endilgan con heces de tintero lo que en varios casos los endilgadores son.

 

Tumba de Emiliano Zapata en Cuautla

 

Zapata y la dizque miopía de su visión política

Octavio Paz en El laberinto de la soledad, John Womak en Zapata, Carlos Fuentes en Tiempo mexicano y hasta un revolucionario sin mácula como José Revueltas en Las evocaciones requeridas… con diferente enfoque coinciden en que el gran Miliano sólo buscaba el reparto de tierras y la igualdad social en las dimensiones de su terruño, dizque allí aspiraba solamente a que se cumplimentara el decreto de Carlos V; análisis que la historia palpable con sus premisas desmiente y desmorona.

Ricardo Flores MagónEl presidente Madero propuso a Emiliano Zapata Salazar, además del fin del latifundio en Morelos, el gobierno local que el fundador del Ejército Libertador del Sur propusiera, a cambio de deponer armas y de poner miopía por la tardanza en el resto del país respecto a combatir el latifundismo; la negativa fue contundente: el artículo tres del Plan de san Luis, el del levantamiento contra la dictadura, no se refería a una entidad sino al país entero; rechazo que derivaría en rompimiento y otro manifiesto más explícito: el Plan de Ayala.

Don Victoriano, tras su huertazo y magnicidio, encargó a su secre de Gobernación -Alberto García Granados- convenciera al gran Zapata para reconocer al

gobierno de asonada; el encargado del interior tenía fama de hábil manipulador, poseía el mismo puesto en la administración anterior donde se le atribuye haber esputado “La bala que mate a Madero salvará a México”; a don Alberto lo nimbaban de erudito, pues entre sus pergaminos académicos estaba una estancia en la Universidad de Bonn, la misma donde décadas antes fuese alumno el gran Karl Marx cuyo maestro de filosofía griega, August Schlegel, poseía idéntico apellido y nacionalidad de don Frederick, el que con gran sabiduría asentara que “la filosofía es poesía” y trajera y tradujera la infinitud de Fichte a la poética.

Convencimiento con vencimiento

El señor García Granados era pues un eficiente alquilador de conciencias, por eso el golpista Huerta le dispuso tal tareíta; don Alberto comisionó a Pascual Orozco, senior, padre del que con Pancho Villa tomara de un solo trago Ciudad Juárez, el Pascual Orozco, junior, a quien en el Plan de Ayala se nombrara hipotético presidente interino, el Pascual Orozco, hijo, que con el Plan de la Empacadora se rebeló al maderismo, el Pascual Orozco, “jijo”, que terminó de pistolero a las órdenes de la oligarquía norteña y exiliado en los yunaites donde supo en carne y pigmentación propias que el racismo no es inocente anagrama de racimos.

El titular de Gobernación comisionó a Pascual Orozco, padre, porque éste, durante una temporada cortita había tenido acercamientos con el Partido Liberal Mexicano, en la etapa liderada por el gran Ricardo Flores Magón, a quien el también grandioso Zapata admiraba en reciprocidad sin manuales ni Carreños; Miliano, como muestra sin botón más con rotativa, sugirió que Regeneración fuese impreso en el territorio del Ejército Libertador del Sur.

 

Casa de Zapata en Villa de Ayala

 

Pascual Orozco, senior, fue recibido y escuchado en dominios zapatistas; la victoriana proposición de reforma agraria y política en la geografía de un estado -igualita en lo esencial a la planteada por Francisco Ignacio Madero- fue denegada; muchos historiadores elucubran que el señor recadero fue fusilado por la indignación zapatista; la realidad es que el caballero de los mensajes salió del área revolucionaria

indemne, sin embargo, entre documentos y demás objetos personales que le pidieron después sus anfitriones en rutinas de revisión, se descubrió un mapa con la ubicación del campamento zapatista e indicaciones de por dónde llegar, llagar y bombardear; esa fue causa de que lo re-albergaran, hospedándolo en un paredón.

De lo supuestamente inculto sin libros ni sembradío

Arribita se cronicó en un haz la cercanía ideológica entre magonismo y zapatistas, el lema zapatista Tierra y Libertad fue sugerencia del gran Ricardo Flores Magón, palabras y hechos revolucionarios por cierto expuestos más de medio siglo anterior por Julio Chávez López en el Plan de Chalco; ya se tecleó asimismo la solicitud del Ejército Libertad del Sur de elaborar Regeneración en su solar; los campesinos sureños, en Toluca, en 1915, confiscaron el diario estadounidense The Mexican Herald, propiedad de Paul Hudson, por deformar y desinformar; en las instalaciones embargadas, editó el Ejército Libertado del Sur el rotativo El Renovador (¿cuál limitación política?, ¿cuál óptica sin panóptica?, ¿cuál lóbrega visión frente a las letras?).

La incultura es otro de los articulados antizapatistas; el pedagogo conservador Gregorio Torres Quintero era uno de los sostenedores de tal burrícola invención, comentario asumido por quienes en aquellos instantes respetaban y avalaban el accionar revolucionario de los zapatistas, por ejemplo, Rafael Pérez Taylor, asistente a la Convención Revolucionaria verificada en Aguascalientes, opuesto a la resolución de la Casa del Obrero Mundial, del que formaba parte, por la creación de los Batallones Rojos, maquiavélica estratagema de Álvaro Obregón que dividió a hermanos de clase en la prefabricación y prevaricación de una cainada, de Caínes al vapor de una carranclana humareda.

Don Rafael, en aquella etapa era progresista, autor de El socialismo en México, expresaba su desazón por la “carencia cultural” de zapatistas, a lo gregoriano del profesor Torres Quintero, creía que, además de iletrados, eran rivales irreductibles de cualquier efluvio de arte o magisterio.

El Ejército Libertador del Sur con frecuencia verificaba eventos culturales, en los cuales descollaba en recital el poema Sinfonía de combate, del bardo magonista Santiago de la Hoz, muerto en acción revolucionaria; eran asimismo constantes bailables y piezas de dramaturgia, al respecto el vocero del zapatismo Ignacio Rodríguez, obrero linotipista, compuso Tierra y libertad, con idéntico título Ricardo Flores Magón creó otra obra teatral y José Revueltas un guion cinematográfico (¿cuál malquerencia a la cultura?, ¿cuál olfato oprimido contra toda connotación artística?, ¿cuál animadversión versus el verso?).

Zapata y el arengar descrito y escrito

La redacción del Plan de Ayala se lo adjudican a muchos… menos a Emiliano Zapata, que fue manuscrito por Dolores Jiménez Muro, que lo hizo Otilio Montaño, que la semántica es de Antonio Díaz Soto y Gama, que fue obra de Manuel Palafox, que…

Pocos después de la Convención Revolucionaria, los zapatistas únicamente, con la rúbrica del gran Miliano… desplegaron carteles en la Ciudad de México dirigidos a la clase obrera para que se unieran a los campesinos y conjuntamente enfrentaran a su enemigo de clase; Marx no estaba lejano de la semántica del manifiesto y el accionar del zapatismo; y otra vez los denostadores arguyendo que esa no era la estilística de Emiliano Zapata, que lo manuscribió Antonio Díaz Soto y Gama, que de Palafox era el lenguaje, que…

Franz Von PapenEl general Zapata hizo pública una carta que envió al presidente de EU, Woodrow Wilson, en la cual a la par de establecer que el Plan de Ayala abarcaba todo México, sin ambages se pronunciaba por la soberanía; en 1917, en circunstancias de asedio pre hitleriano contra la comunidad zapatista ejercido por el carranclán Pablo González… nombró el Ejército Libertador del Sur a Genaro Amezcua a La Habana, en condición de vocero para que explicara el alcance nacional del Plan de Ayala, la capital cubana congregaba entonces a exiliados de toda la geometría ideológica, lugar de nacimiento de Paul Lafargue, yerno de Carlos Marx, al matrimoniarse joven con la también juvenil Laura Marx, mancomunadamente acordaron suicidarse antes de ser septuagenarios y ¡se autoinmolaron al mismo tiempo en vísperas de cumplir los 70 abriles!

En 1919 Emiliano Zapata Salazar redactó una carta pública a Venustiano Carranza, con un manejo gramatical de enorme calidad y, sobre todo, una argumentación política fundamental, en la que señalaba la incapacidad en finanzas públicas del destinatario y el acuñar e imprimir moneda más tramposa que mangas de tahúr, los bilimbiques de albañal; su mañosa función divisionista que derivó en separar bélicamente a los trabajadores con sus convenios en la Casa del Obrero Mundial y -señalaba el gran Miliano- el control sindical (ahí anidaron los PRImigenios huevecillos del charrismo); le señalaba su anuencia o complicidad con Pablo González, jefe de jefes a lo Salinas y a lo Tigres del Norte con la Banda del Automóvil Gris; evocó al señor Carranza la cercanía con las potencias centrales (monarquías alemana y austrohúngara…) que puso en riesgo de guerra al país (qué atingencia crítica del gran Zapata, pues apenitas cuatro años antes, en la invasión gringa a Veracruz -decidida por el citado Woodrow Wilson-, en las fragatas de la Unión Americana venía Franz Von Papen, ¡embajador alemán en EU!, el “diplomático” que tres lustros más tardecito fue el enclave para que Adolf Hitler se trepara a la cancillería -principal puesto político germano- sobre peldaños que ya olían a chamusquina).

En tales documentos ya no estaban ni la Señora Jiménez, ni don Otilio, ni los señores Palafox ni Soto y Gama, nada más quedaba achacar tales redacciones al chaneque o al espíritu santo (¿cuál incapacidad escritural?, ¿cuál anquilosamiento al análisis y el encueramiento radiográfico de las ánimas embozadas?).

 

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