CHICAGO, ILLINOIS.- Desde una distancia geográfica de miles de kilómetros y sin elementos superficiales que distorsionen el esfuerzo de análisis se puede observar con objetividad –por lo menos es la pretensión de estas líneas- las complicaciones que enfrenta el presidente Enrique Peña Nieto.
VARIOS errores que perjudican a su gobierno obligan a cuestionar la calidad de sus asesores o en todo caso la ausencia de los mismos, lo que le resta margen de maniobra para lo que falta de su sexenio. Si con ese equipo pretende llegar a la recta final, puede ser su peor decisión; su cuenta regresiva avanza rápidamente hacia un 2018 muy complicado.
Canas al presidente
Los ejemplos sobran:
La decisión de arrestar a los dirigentes de la polémica Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), fuera de los tiempos más convenientes para que el hecho lograra el respaldo social, le complicó al gobierno el manejo de ese caso que de por sí le ha sacado canas al presidente.
Lo que tenía que hacer el Ejecutivo era exhibir todas las inconsistencias y abusos de esos dirigentes que se han escudado en la supuesta defensa de la educación pública y de los intereses magisteriales y sindicales para lograr suculentas ganancias en efectivo y en prestaciones, en perjuicio de la educación de varios estados donde tienen más presencia.
Si bien, motivos legales y legítimos tiene de sobra el gobierno, el arresto de los agitadores después de fracasadas e interminables negociaciones y luego de que habían sellado un pacto de apoyo mutuo con el partido Morena, del precandidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, dará pie a que intereses muy específicos busquen darle un manejo político al caso, fingiéndose víctimas de la administración peñanietista.
Si para cuando estas líneas estén en circulación en semanas esto no ha terminado igual que otros casos en los que al poco tiempo las autoridades liberan a los acusados, por falta de elementos y de pruebas o por presiones bien enfocadas, ya puede contar el presidente con otros dos o tres ‘mártires de la lucha social’ que le van a empañar todavía más los meses por venir con huelgas de hambre, paros magisteriales y manifestaciones. Por puro revanchismo buena parte de la gente agraviada por las políticas públicas del presidente apoyará a los malvivientes.
Así le complicaron el caso al presidente, al fin que los que pagan son los niños y los ciudadanos que ni la deben ni la temen.
Otro ejemplo, en periodo electoral.
En el momento menos oportuno el presidente Enrique Peña Nieto asumió como propia una vieja demanda de grupos de filiación izquierdista: la iniciativa de legalización en todo México del matrimonio entre personas del mismo sexo. Así, unos días antes de las elecciones del 5 de junio, anunció la malhadada iniciativa de ley como una gran noticia para beneficio nacional, la cual causó enorme disgusto en diversos sectores sociales y el resultado inmediato fue que ayudó a la oposición a ganar espacios de poder.
Tanto que el ganador en la elección para gobernador de Aguascalientes le agradeció al mandatario el inesperado e involuntario apoyo. También y como protesta, los obispos ya habían amenazado, y cumplieron, con promover el voto en contra del partido del presidente. ¿Olvidaron los asesores de Peña Nieto que México es un país 80% católico y que la gran mayoría de mexicanos rechaza el reconocimiento de ese derecho de minorías?
El objetivo de estas líneas para nada es alentar el rechazo a la referida iniciativa presidencial. Esto es un análisis de pros y contras en el ajedrez político y lo que sucedió sin duda puede calificarse de un serio error de tiempos y circunstancias. ¿Con quién quería el presidente quedar bien? Ni Andrés Manuel se atrevió a ir tan lejos en su tiempo de Jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal, aunque luego su correligionario Marcelo Ebrard consumó esa polémica reforma que ha confrontado violentamente a la sociedad, igual que en todos los países. Al final, ¿quiénes le van a agradecer al presidente el llevar a cabo ese anhelo muy focalizado?
El daño está hecho
Otro gran error de los asesores del presidente es la iniciativa para establecer leyes que despenalicen el consumo de ciertas drogas, también formulada semana antes.
El presidente ya se había pronunciado al iniciar su gobierno claramente en el sentido de que su posición personal era en contra de la legalización para uso pretendidamente recreativo. Pero en los meses recientes lo convencieron de seguir el camino equivocado, dizque para favorecer el debate. Otra vez, ¿por qué se afana el presidente en seguir la agenda de la izquierda? Hay que ver que el partido de Los Chuchos, el “perderé”, tenía la iniciativa en sus prioridades.
Pero está muy clara la posición mayoritaria en contra de tal legalización, aunque los cabilderos y los intereses que los patrocinan no cesan de presionar por todos los medios.
¿Por qué el presidente se aferra en quedar bien con las minorías? Conste que se han hecho públicos importantes argumentos en contra y a favor (de personajes, de investigadores y de activistas). Algunos sondeos periodísticos y encuestas han reflejado que la mayoría desconfía de que la legalización pueda resolver el problema de criminalidad y supone que pueden ser peores los riesgos que las pretendidas soluciones.
Otras preguntas para los supuestos asesores, ¿de veras creen que se reduciría la criminalidad al legalizar el consumo de mariguana? ¿Cuántos votos le acarrearía al presidente aprobar la polémica iniciativa, solo por dar gusto a los muy identificados promotores? ¿Quiénes le van a agradecer al presidente promover la aprobación de esa nueva ley, aparte quizás de los drogadictos, los consumidores regulares y los negociantes?
Aquí se puede subrayar que no será la minoría la que pueda salvar con votos al PRI, pero ahí andan los asesores mal aconsejando al presidente y confundiendo a la sociedad.
Estos y otros ejemplos de pésima asesoría obligan a sugerirle al titular del Ejecutivo y a los estrategas del PRI que si quieren conservar el poder en 2018 tienen que sacudirse elementos inútiles, más comprometidos con la adulación a los jefes, así presuman sus doctorados o maestrías en universidades extranjeras.
Hacia el 2018, el presidente debe conformar un equipo confiable, de gente conocedora de los problemas que vive la población en la calle, con mentalidad abierta, sin compromisos ideológicos que obnubilan la capacidad de análisis, sino únicamente enfocados a cumplir sus tareas de escudriñar la realidad nacional con pleno apego a la verdad, para que el titular del Ejecutivo cuente con los mejores análisis en su toma de decisiones políticas y de gobernabilidad. Por lo pronto el daño ya está hecho.
¿Por qué no anunció el presidente un plan para generar empleo, en lugar de las mencionadas iniciativas? Qué grave que una enorme plataforma empresarial, académica, sindical y del gabinete (Hacienda, Trabajo, Economía, Educación, Transportes y otras secretarías) no cuenten con especialistas y gente pensante que tenga ideas sobre el más acuciante problema que han tenido todos los mandatarios de los últimos 30 años en México: cómo generar empleo regular y mejor pagado.
Es la última oportunidad que tiene el presidente de limpiar su imagen y salir mejor librado. Pero esto será con acciones y decisiones de interés general, tomadas con apego a la verdad, que le puedan redituar bienestar a la población ampliamente mayoritaria.
¿El regreso del PAN?
Los sectores progresistas, que somos mayoría en México, debemos asumir desde ahora compromisos concretos para evitar que por enojo social y por los errores de esta administración los incompetentes del Partido Acción Nacional, PAN, vuelvan a Los Pinos para acabar de hundir a México. Literal, no arreglaron nada y todo empeoró en 12 años en que gobernaron.
Aquí van estos puntos sobre los que debe trabajar la sociedad en general. Si el presidente Peña Nieto los asume como propios y participa bien, de lo contrario se quedará solo con sus malos asesores y con promesas incumplidas (¿y el seguro médico para todos?). Aplicar la ley a los infractores. Una radiografía del reciente proceso electoral nos arroja con toda claridad que el cuerpo social mexicano padece fracturas en varias partes o aspectos, y de mucha gravedad: en lo económico-financiero; en lo ideológico y político, en lo legal-jurídico y en lo moral.
En lo económico y financiero ya se ha insistido en que el costo de la democracia mexicana es de escándalo, muchos miles de millones de pesos se derrochan entre partidos y en el oneroso Instituto Nacional Electoral, además del Tribunal electoral y de la Fiscalía especializada en delitos de la materia, con muy altos sueldos para los funcionarios. Muchas voces lo denuncian, y los partidos políticos lo admiten, pero nada se hace por acabar con el dispendio.
En lo legal jurídico, la columna vertebral de todo sistema político que son los órganos electorales, el Instituto Nacional Electoral, el Tribunal y la Fiscalía para Delitos Electorales perdieron la respetabilidad.
Sistema electoral sin credibilidad
Lo que este nuevo proceso electoral exhibió es que sus órganos electorales son endebles y tendenciosos. Lo que nació como un instituto ciudadanizado, cayó presa de los partidos llegando al extremo de que se reparten las consejerías como si fuera un botín de guerra (y convirtieron las campañas y precampañas en un verdadero estado de guerra, en el que se lanzan cañonazos de lodo y no pocos recurren a las armas de fuego) y los órganos electorales sólo miran o cuando mucho hacen advertencias sobre las violaciones y luego condonan las multas. Una farsa enfrente de millones de electores. Eso tiene que terminar, si los funcionarios no aplican la ley que renuncien.
En lo ideológico, político, ético y moral, la perversión de los partidos, de los dirigentes y sus candidatos ha llegado al extremo de que plataformas antípodas, en este caso el PAN y el PRD, han violentado todos sus principios y en franco amasiato han persistido en aliarse argumentando que es la única forma de sacar al partido hegemónico del poder, pero exhiben que los anima el ansia de llegar al reparto de los presupuestos, cuelgan sus atuendos de luchadores sociales y al poco tiempo solo aparecen lujosamente trajeados.
Ninguno de los gobiernos estatales que así han conseguido ha mejorado en su desempeño. Al final la ciudadanía observa que roban igual o más, violan garantías ciudadanas, igual o peor. Las únicas alianzas que deben permitirse deben ser entre partidos afines. Para ganar respetabilidad los partidos deben demostrar que cuentan con una plataforma sólida, ética y moralmente hablando; los requisitos deben facilitar el surgimiento de opciones pero la supervisión debe ser rigurosa para evitar que cada sexenio nuevos y pretendidos institutos políticos sin seriedad quieren entrar al reparto del botín. De tal suerte los partidos que no consigan el porcentaje mínimo de votos para conservar el registro deben desaparecer y previamente rendir cuentas.
Presidente: ahí tiene unas propuestas serias para trabajar, y no se deje influir por quienes buscan impulsar sus propias agendas con reclamos que le aportan poco y le perjudican más.
Sociedad: exijamos que todos los actores políticos se apliquen en serio para cambiar este desastroso panorama. De lo contrario marchamos mal y acabaremos peor en el 2018.
*Periodista mexicano, radicado en Chicago, Il. USA.
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