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Edición 349
Escrito por Abraham García Ibarra   
Domingo, 04 de Septiembre de 2016 23:26

ITI 1

 

Por incurables motivaciones románticas,
dedicamos esta entrega a don José Isidro
Fabela Alfaro, Patriota de Atlacomulco.

 

Don Isidro Fabela, fue oriundo del Estado de México, más de un siglo antes de que se fabricara el gentilicio mexiquense. Cercano a muchos grandes del Siglo XX mexicano -que los hubo-, en la Escuela Nacional Preparatoria mereció, por sus rendimientos académicos, Medalla de Oro.

 

 

En la Escuela Nacional de Jurisprudencia fue profesor de Historia de México. Su obra y vocación didáctica fueron inspiración de Adolfo El Joven Adolfo López Mateos. Con eso está dicho todo. Pero diremos más del Patriota de Atlacomulco en otras próximas entregas, relacionadas con la sucesión presidencial de 2018.
Por ahora, al grano editorial, acaso con un poco de paja para darle sabor a la mieses.

Dios es sabio: Transforma mentalidades remisas

Diremos, de entrada, según nuestro seguimiento reporteril del hacer político durante más de medio siglo, que, al final de su sexenio -interrogado sobre su más arraigada satisfacción-, Carlos Salinas de Gortari declaró arrogante: Haber transformado la mentalidad de los mexicanos. No es poca cosa.
Así empezaron las hazañas de la postmodernidad tecnocrática neoliberal. (De la que todavía, en el llano, sólo hay señales oscuras.)

En 1982, el presidente Miguel de la Madrid tuvo el valor, elevado al rango de hombría, de proclamar que su gobierno se iniciaba bajo el imperativo de una Economía de Guerra. Actuó en consecuencia, imponiendo a los compatriotas, medidas dolorosas, pero necesarias.

ITI 3En el dramático lenguaje de Winston Churchill, ese mensaje significaba: Sangre, sudor y lágrimas. Se siguen derramando.
Debemos hacer, dos obligadas acotaciones: 1) Durante su gestión como secretario de Programación y Presupuesto, De la Madrid auspició una publicación -Contextos-, en unos de cuyos ensayos filosóficos se estableció que: “Conocimiento, no es sabiduría”. La infalibilidad del especialismo, no existe. 2) En la fase finisexenal de ese periodo, a la SPP le tocó la responsabilidad de diseñar, o al menos difundir, el Plan Global de Desarrollo (PGD), matriz después de los sexenales planes de “Desarrollo Nacional”, a fin de cuentas, sin desarrollo, y menos nacional.

Sobre el PGD, fundado en los principios de Nacionalismo Revolucionario y de Economía Mixta, escuchamos decir entonces que, de los graves problemas del momento, había que deslindar el impacto de los fenómenos económicos exteriores sobre México, de las ineficiencias y las ineficacias propias. Dicho en buen cristiano: No busquemos ni coartadas, ni atajos.

No es ocioso recordar que, ya como Presidente, De la Madrid creó la Secretaría de Contraloría de la Federación, a la que se responsabilizó del combate a la corrupción en su incubadora de doble correa de trasmisión: Sector privado-servidores públicos.
De la Madrid, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León (1982-2000).

La noción de Estado

Con independencia de su formación académica y de los fines ideológicos y programáticos de su gestión, a nuestro juicio -no prejuicios-, debe reconocerse que De la Madrid, Salinas de Gortari y Zedillo ejercieron el poder presidencial con clara noción de la categoría y función del Jefe de Estado.

Como jefes de Estado y de Gobierno, según lo define la doctrina constitucional, De la Madrid, Salinas de Gortari y Zedillo llegaron no sólo a administrar, sino a diseñar un proyecto de Nación, todavía con De la Madrid, inspirado en los principios de la Constitución de 1917.

 

ITI 2



De la Madrid mismo, propuso como ideas-fuerza de su gobierno, el Nacionalismo Revolucionario y la Sociedad igualitaria.
No podía ser de otra manera, según su extracción académica: De la Madrid y Salinas de Gortari fueron formados en su primera etapa profesional en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Zedillo, en el Instituto Politécnico Nacional (IPN). Obras ambas de la política educativa de la Revolución (1920-1936).
Los sucesores en la Presidencia fueron-son, Vicente Fox Quesada, detripado en la Universidad Iberoamericana (UIA); Felipe Calderón, Hinojosa, rechazado en la UNAM, egresado de la Escuela Libre de Derecho (ELD), y Enrique Peña Nieto, egresado de la Universidad Panamericana (UP). Las tres, instituciones privadas.

No es lo mismo vender Coca-colas o hacer grilla partidista

El otro factor, de grado y calidad, que hace la diferencia: De la Madrid, Salinas de Gortari y Zedillo -aunque no pasaron por las cribas de la militancia partidaria y la experiencia legislativa-, desde sus mocedades universitarias incursionaron en el ejercicio de la Administración Pública. Esto es, en funciones de Estado.

Con ese equipaje administrativo, que no es de poca monta, aquellos recorrieron el escalafón -escalón por escalón, por supuesto-, hasta llegar a la cumbre de la gestión estatal.

En el viejo lenguaje populista -dicho sea de paso, no hace mucho el harvadiano Barack Obama se declaró producto y oficiante del populismo-, se pretendía la distinción entre político y técnico, y se afirmaba que éste debiera estar subordinado al primero. Los tecnócratas, en los hechos, cambiaron la oración por pasiva.

Como sea, Salinas de Gortari logró un cambio del diseño institucional del Estado, si bien nunca se propuso la reforma profunda del gobierno, que quedó sujeto, en las palabras de Daniel Cosío Villegas, “al estilo personal de gobernar”.

Zedillo, aun con la ríspida ruptura con Salinas de Gortari, le dio continuidad al modelo neoliberal, cuyas bases sentó el segundo.
Hasta 2000, superado ya el maquinado y devastador Error de Diciembre de 1994, Zedillo operó para que su sucesor, Fox, recibiera la administración a salvo de la tradicional crisis económica finisexenal.

Al margen de siglas partidistas, el priista Zedillo entregó al panista un Estado, aparentemente estable, y un gobierno con solvencia financiera para enfrentar nuevos riesgos. La economía mexicana estaba en el rango mundial entre el noveno y octavo sitio. Así sea una forma rudimentaria de acreditar la calidad de estadista, De la Madrid, Salinas de Gortari, formados previamente en la Administración Pública, evitaron, como después ocurrió, que México fuera codificado como Estado fallido.

El reverso de la medalla de cobre: Los que llegaron a robar

En el reverso de la moneda -de muchas monedas, hasta las que Porfirio Díaz depositó en un arcón al pie del Monumento a la Independencia-, están los Presidentes que, dicho en la forma más cruda, no llegaron ni administrar ni a gobernar. Sus nociones de Estado son, hasta la fecha nulas: Llegaron para robar.

Vicente Fox provenía, cuando fue primero fue diputado a la LIV Legislatura federal y después gobernador de Guanajuato, del Movimiento de Deudores conocido como El Barzón, perseguido por acreedores bancarios, incluso estadunidenses.

Con Fox, se inauguró el rapaz saqueo de los excedentes petroleros. No queda en mera alegoría, recordar nomás que Felipe Calderón, entre sus primeras operaciones como director general del Manobras, se gestionó un crédito para adquisición inmobiliaria, actualmente incrementada con creces.

Aunque eso, no es lo de menos, el punto central, es que ni Fox ni Calderón, uno empleado de una empresa refresquera trasnacional; el otro en la grilla partidista y acaso con beneficios en la actividad legislativa -de la que no se le conoce una iniciativa trascendente-, no pasaron por responsabilidades formativas en la gestión de Estado.

La gestión de Fox, en materia de desarrollo, fue tipificada como La economía de la tamalera. El santo y seña de Calderón, fue su cínica frase con la que describió su llegada a Los Pinos -después de entrar por un túnel clandestino a la Sesión General de Congreso en el Palacio de San Lázaro para rendir su protesta constitucional: Haiga sido como haiga sido. Lo de la Iniciativa Mérida, dictada por el gringo George W. Bush, arroja saldos apenas equiparables con las masacres en el Medio Oriente, que se quedan cortas. Que ya es decir.

Fue con Calderón que se implantó para México la categoría de Estado fallido, según análisis de Inteligencia militar estadunidense.

¡Vamos por el camino correcto!

La marca de la casa de los presidentes del trágico periodo neoliberal, se resume en este spot, repetido compulsivamente por los mandatarios: ¡Vamos por el camino correcto! Algo incita al sospechosísimo.

Las finanzas del Estado mexicano están quebradas, el tejido social está roto, la ingobernabilidad galopa como manada acéfala por ITI 5todo el territorio nacional, el crédito internacional -deuda nueva en dólares para pagar deuda vieja en dólares y devaluados pesos-, está agotado, y hasta descalificado por agencia internacionales so riesgo de que los acreedores internacionales y domésticos ejecuten el embargo-remate del Estado.

Dicho de otra manera: “El camino correcto”, fue concebido con las tres agravantes: Premeditación, alevosía y ventaja. Estas tres agravantes globalizadas configuran un crimen calificado, que se penaliza con la pena capital.

En circunstancias modernas, para el transgresor, ya no caben las caducas guillotina, la horca, el paredón o el linchamiento público: Simplemente, no te vas al apando, estás condenado al insondable Hoyo Negro, para cuyo regreso todavía no hay técnica, recetas, mucho menos milagros guadalupanos: El que calló en la olla, en la olla se queda.

Sí “el camino correcto” es un crimen de lesa humanidad, ¿a qué nos enfrentamos? A la impunidad. Éste es, el beneficio más socorrido en la Economía Criminal. Está científicamente demostrado.

La resurrección de un PRI leproso

Llegamos, por fin, al retorno del PRI a Los Pinos en 2012. De la resurrección del tricolor se ha empleado la metáfora de Lázaro ante Cristo: Me reviviste, señor, pero no me curaste la lepra.

En las elecciones de 2015 y 2016, sonó para el PRI la hora del retorno a la fosa. Pero el tricolor no tiene ni siquiera la Barca de Caronte para intentar la ruta. Obviamente, ahora mismo no se le ve piloto ni brújula.

Entramos a la escena de palpitante actualidad

El tercer ingrediente de esta narrativa, que tiene que ver con el rango y la función del estadista, es la asunción de Enrique Peña Nieto a la Presidencia de México. No abordaremos, por hoy, el tortuoso procedimiento que todavía no sella el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación como “cosa juzgada”.

De la conseja popular despectiva, hecha ingrediente novelero, es aquello de que: Después de México, todo es Cuautitlán… te vas a encontrar con el vacío. Cuautitlán es municipio del Estado de México.

Ida la memoria del segundo gobernador suplente del Estado de México, Lorenzo de Zavala -que terminó vicepresidente de la caricaturesca “Republica de Texas”-, del Instituto Científico y Cultural de Toluca, dieron crédito renombrados protagonistas, especialmente en el periodo liberal del Siglo XIX mexicano, que culminó con la restauración juarista de la República Mexicana, hombres excepcionales.

Adolfo López Mateos fue-es, en el cénit del siglo XX, figura señera en el ejercicio de hombre de Estado.
Dicen opúsculos en la Biblioteca Mexiquense del Bicentenario (de la Independencia), que López Mateos fue un personaje singular. Adepto al deporte… “también, le apasionaba la literatura y todas las manifestaciones artísticas”. (Sabía leer, acotamos nosotros, no sólo en los textos, sino en los signos de los tiempos).
Durante su mandato presidencial, dice la obra citada, impulsó la educación pública con el “establecimiento” del libro de texto gratuito en las escuelas primarias del país. (Fue, decimos por nuestra parte, con don Jaime Torres Bodet, su secretario de Educación Pública, impulsor del Plan de Once Años, en el que lo acompañó la honorable maestra doña Eva Sámano).

Hay de paradigmas a paradigmas

“Adolfo López Mateos, fue, por así decirlo, un ciudadano en toda la extensión de la palabra. En lo personal, fue hombre recto y cabal; orgulloso de sus raíces, de su pertenencia al Estado de México: Siempre se condujo con honorabilidad y probidad, haciendo de su vocación de servicio y su capacidad de trabajo los sellos distintivos de su personalidad, de su conducta personal”.

Ese párrafo describe un paradigma. Los paradigmas, son tomados como dictado y guía para regir la vocación y la conducta personal, privada y pública.
Quien firma el texto citado, es, nada menos ni nada más, el entonces Gobernador Constitucional del Estado de México, Enrique Peña Nieto.
Sorpresas te da la vida. Después de medio siglo de tentativas presidenciales fallidas de al menos cuatro ex gobernadores mexiquenses, Peña Nieto es el Presidente de México.

 

ITI 4


¿Qué pasó con el paradigma, encarnado por el Presidente mexiquense López Mateos?
Peña Nieto dice, precisamente sobre el tema educativo, que es llegada la hora de cambiar de paradigmas.
Extraña e inexplicable manera de aplicar el Discurso del Método. Parecería un discurso vaciado en los spots electrónicos, tan de moda.

No es cosa menor: Leemos algunas enciclopedias que hablan de López Mateos como un enorme Estadista Mexicano, que hizo de la diplomacia un ejercicio de defensa y preservación de la soberanía nacional. En los archivos de la Casa Blanca, del malogrado periodo de John F. Kennedy, se le reconoce esa calidad a López Mateos.

Kennedy, en su histórica visita a México, expresó un cálido y hasta festivo respeto a su homólogo mexicano, no obstante la posición del mexiquense en el caso de Cuba.

No sólo hablan los mausoleos

No sólo en el mausoleo de Atizapán, Estado de México, está viva la memoria de Adolfo López Mateos. La Historia Universal habla de él, y habla bien: Es el mexicano que, inspirado y asistido en su momento por el Patriota de Atlacomulco, don Isidro Fabela, supo defender la identidad nacional, la soberanía de la Nación y, en los vendavales de la Guerra Fría, dar al Estado Mexicano decoro y autoridad en el concierto de las Naciones. ¿Se puede pedir más?
Adolfo El joven y juvenil López Mateos, dominó el espectro político y supo entregar la banda presidencial en los términos que aconseja el modelo de democracia entonces en agenda. Pero hoy, no es como antes. Es cuánto.

 



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