EN DEMOCRACIA PARTIDARIA, cualquiera tiene derecho a imaginarse al dirigente nacional del PRI, Enrique Ochoa Reza, atrapado en una duda existencial: “Y si llevamos la cruzada profiláctica del partido hasta sus últimas consecuencias, ¿quedará un correligionario para cerrar las rejas de los reclusorios por fuera?
PARA ENTRAR EN MATERIA, empecemos por el siguiente emplazamiento: “La gente virtuosa rara vez se siente obligada a proclamar su propia virtud. El hecho mismo de que una disciplina se sienta obligada a anunciar una y otra vez su ‘incansable búsqueda’ de ‘la verdad, toda la verdad, y nada más que la verdad’ despierta la sospecha de que algo muy diferente se está haciendo”.
La cita corresponde al jurista estadunidense W. Michael Reisman. Aparece en su obra ¿Remedios contra la corrupción?/ Cohecho, cruzadas y reformas. La consultamos por una razón elemental: Es una edición conjunta de la casa editorial del gobierno federal, Fondo de Cultura Económica (FCE) y el CREA.
CREA, eran las siglas del Consejo Nacional de Recursos para la Atención de la Juventud, de lo que se colige a quiénes iba destinada la edición. El CREA tuvo como cabeza de sector al secretario de Educación Pública, don Jesús Reyes Heroles (ex líder nacional del PRI) y la edición vio salió de prensas en 1981, primer año de la Renovación Moral de la Sociedad, una idea-fuerza impulsada por el presidente Miguel de la Madrid desde su campaña electoral.
La publicación de dicho ensayo tuvo una intencionalidad didáctica dirigida a los jóvenes mexicanos. (Al terminar su sexenio, dicho sea de paso, De la Madrid ocupó la dirección general del FCE).
Moral republicana y Ética pública
En aquel sexenio, presidió el PRI el hidalguense Adolfo Lugo Verduzco. Llegó procedente de la Oficialía Mayor de la Secretaría de Programación y Presupuesto (SPP), donde acreditó su integridad, según consta en testimonios de visitantes europeos que alguna diligencia tenía que desahogar en dicha dependencia.
Durante el mandato de Lugo Verduzco, empezó a nombrarse la soga en casa del ahorcado: El discurso del todavía Partido de la Revolución subrayó dos imperativos de conducta para los militantes: La moral republicana y la Ética pública.
Esos principios fueron retomados en la gestión de la presidencia tricolor por el sonorense Luis Donaldo Colosio. Todavía, el 6 de marzo de 1994, en la celebración pospuesta del 65 aniversario de la fundación del Partido Nacional Revolucionario (PNR) y siendo candidato en campaña, Colosio refrendó su compromiso con aquellos imperativos, inscritos en la Declaración del Principios del partido en el gobierno: 17 días después, el candidato presidencial fue asesinado. Su cabeza fue desflorada con plomo.
La obra de La generación del cambio
Pero se inauguró la era neoliberal. Los tecnócratas de La generación del cambio comenzaron proscribir el legado doctrinario de la Revolución, sentenciando como “dogmas y mitos” incluso los contenidos de la Constitución de 1917.
Al correr de los tiempos neoliberales, la nomenclatura del PRI entró a su fase de relativismo moral. No hay absolutos, según descubrió el sabio Alberto Einstein en su Teoría de la Relatividad.
Por supuesto, no era nueva la corrupción del sistema político mexicano, pero a partir de 1988, después de olvidada la Renovación Moral de la Sociedad, el pillaje se convirtió en deporte nacional.
Sembrar vientos para cosechar tempestades
Ahora, el PRI recoge lo que sembró: Los pestilentes vientos se convirtieron en tempestad, según la máxima bíblica: El pasado 5 de junio, pagó en las urnas electorales los costos de su concupiscencia con los bellacos.
Enrique Ochoa Reza se ha visto obligado ha reactivar la Comisión de Justicia Partidaria contra los primeros réprobos. Es emplazado a que, de una vez por todas, instale una Comisión Nacional Anticorrupción.
Vemos las imágenes de las sesiones de la Comisión de Justicia Partidaria del PRI: Ninguno de sus integrantes tiene la talla del temible y temido Tomás de Torquemada, primer fiscal-juez del Tribunal de la Inquisición del Santo Oficio (1478).
Citamos a Torquemada, porque sus biógrafos lo presentan como un hombre íntegro e insobornable: De ascendencia judía, sus sentenciados fueron los judíos conversos. Lo que indica que, en eso de aplicar los códigos, no debe haber parientes, amigos o compadres.
La causa contra Javier Duarte, ¿y los periodistas asesinados?
Los apóstatas, renegados de la Revolución (el partido sigue llamándose “revolucionario”), muchos de ellos veteranos y reincidentes, forman legiones.
Se quiere ejemplarizar, usando el petate del muerto contra un gobernador que el 5 de junio pasado hizo perder al PRI su estado: El sátrapa veracruzano prófugo, Javier Duarte de Ochoa.
Resulta un tanto tardía la instalación del Santo Oficio tricolor. Desde su nominación a la gubernatura, Duarte de Ochoa tenía tatuada la marca de la casa, pintada por su antecesor y padrino Fidel Herrera Beltrán, quien pretendía justificar sus felonías: Si el poder no sirve para esto y esto otro, entonces, ¿para que fregados sirve?
Existe en el juicio partidario contra Duarte de Ochoa una doble salida por peteneras. Si, a sabiendas, se hizo del poder para servirse de él, lo primero que tuvo que hacer, fue buscar complicidades y protección en los medios de comunicación, incluyendo a los metropolitanos.
En el expediente de la causa abierto por los pretendidos justicieros del PRI, no se hace mención a la cadena de asesinatos de periodistas; asesinatos que durante el sexenio de Duarte de Ochoa colocaron a Veracruz en el primer sitio nacional en esa modalidad de los tantos crímenes perpetrados.
No desestimamos la suma gravedad de los delitos administrativos y económicos que se imputan al ahora fugitivo, pero, la vida humana ¿no tiene ningún valor para quienes juzgan al delincuente de cuello blanco? No hablamos de una vida. Contamos al menos docena y media de víctimas de la acción directa y el luto de viudas y huérfanos a los que no se hace justicia. En fin, el PRI entra al capítulo del mea culpa.
El raído Manto de Noé
Existe una figura simbólica que suelen emplear los falsos puritanos: El manto de Noé. Se dice que es el paño con las que sus hijas trataron “de cubrir las miserias” (físicas) del padre. La expresión se usa cuando la ruindad es conducta generalizada y se afirma que tal raído manto no alcanzará a cubrir tanta vergüenza.
¿Hasta dónde se extenderá y a cuántos alcanzará la cruzada profiláctica del PRI?
Difícil saberlo. Lo que si se sabe es que, cuando recientemente en el Senado de la República se procesaba el Sistema Nacional Anticorrupción, que emplazaba a todos los servidores públicos a revelar su patrimonio y sus orígenes, el senador priista Emilio Gamboa Patrón exclamó asustado: Se nos quiere someter a una cacería de brujas.
¿Quién, inocente, le teme a la hoguera?
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