México, ¿paraíso de violadores?
Feliciano Hernández*
LOS ATAQUES SEXUALES CONFIGURAN UNO DE LOS DELITOS MÁS DAÑINOS y ofensivos contra las personas y tanto las víctimas como los victimarios son los de más difícil rehabilitación; en todo el mundo los criminales de este tipo son el reflejo de una sociedad con patologías que padecen no pocos individuos, según las estadísticas. Urgen acuerdos nacionales e internacionales y nuevos enfoques para combatir este mal, que tiene varias caras, y no quedar sólo atrapados entre la impotencia o los lamentos, mientras otros ganan con la industria que está detrás en una de sus expresiones toleradas.
CHICAGO, IL. –Los casos más reprobables de agresiones sexuales sin duda son aquellos en los que las víctimas son bebés o niños, sin asumir que el daño sea menor en los afectados de otros rangos de edad o del género que se asuman ni pretender exculpar bajo ninguna categoría a quienes cometen tales atrocidades.
Faltan mayores datos de gobiernos, de organismos nacionales e internacionales, más estudios y estadísticas, pero sobre todo nuevos análisis a partir de los tiempos actuales y con enfoque al futuro, aterrizados en propuestas de prevención para poner a resguardo tanto a los potenciales delincuentes como a sus posibles víctimas.
Los noticiarios internacionales dan cuenta todos los días de violaciones y variantes de ataques sexuales que suceden en todos los países, siempre bajo la consideración de que se difunde aquello de mayor interés para el mayor número de personas y que sólo conocemos una parte a veces muy menor sobre las dimensiones de un problema como el que se alude, tal el caso muy ilustrativo de México.
El Sistema Nacional de Seguridad Pública difundió en julio que en todo el país se registraron 12 mil 899 averiguaciones previas por denuncias de violación sexual, sólo en 2016, y cada año la cifra supera las 12 mil denuncias desde el 2007, con un tope de 15 mil 746 en 2011.
Aunque parecen abundantes los datos, conllevan la advertencia de especialistas de que las cifras oficiales son rebasadas con mucho por la realidad; sólo uno se denuncia por cada cuatro que se cometen y son únicamente el pico que asoma sobre las profundidades de un problema que crece a pesar de leyes más duras y sólo puede explicarse a partir de múltiples factores que lo propician.
En todo esto lo que alarma y preocupa es la impotencia o desinterés de las autoridades o los viejos enfoques ante esa plaga de criminales –enfermos clínicos, para este análisis- que sólo esperan su oportunidad para sorprender a sus víctimas.
La impunidad tiene nombres y apellidos
La mayoría de casos de violación o de ataques sexuales quedan sin castigo, si se consideran las cifras de criminalidad oficiales de que en general sólo entre un 2.0% y un 5% de acusados reciben sentencia.
Se ha insistido en que los ataques sexuales con todas sus variantes y otros delitos son resultado de la impunidad que reina en México. Es altamente probable que el violador adulto antes de cometer su fechoría haya realizado un balance de riesgos y que haya concluido que podría evitarlos en el clima de corrupción, ineficacia y desinterés que demuestran las autoridades de la materia, desde los ministerios públicos hasta los jueces, pasando por los abogados y por la falta de cultura de los propios familiares de toda víctima, que por no enfrentar a las autoridades a veces prefieren dejar todo a la justicia divina.
Y si algo propicia el actuar de tales criminales es esa mentalidad de no pocas personas de
dejar todo en la impunidad, en manos de dios o simplemente por la justificada desconfianza en los funcionarios encargados de aplicar la ley.
La impunidad, sin duda, es el factor al que probablemente la mayoría de gente le atribuye no solo la persistencia sino el incremento de casos en este delito abominable, más cuando el atacante incluso acaba con la vida de su víctima.
¿Problema de educación o psicológico?
MUCHAS PREGUNTAS flotan en el aire sin que las autoridades ni los expertos las aborden. ¿El depredador sexual es un espontáneo o es un producto de sus circunstancias?
Para propósitos de justicia o rehabilitación es muy importante que las autoridades, los especialistas y los organismos de la sociedad civil establezcan categóricamente si el victimario adulto o juvenil es un simple delincuente o un enfermo sexual clínicamente declarado.
En el primer caso, para una explicación inmediata y para las mentes más ordinarias se trata de criminales que merecen desde pena de prisión hasta pena de muerte, como ocurre en algunos países.
Para un enfoque más sólido y de consecuencias trascendentes convendría establecer que los depredadores sexuales son o debieran ser declarados clínicamente enfermos, y de un padecimiento tan grave que ameritara reclusión psiquiátrica, sobre todo en los casos extremos de violación reincidente a los propios hijos, a las personas más vulnerables como bebés o niños, discapacitados, adultos mayores, enfermos psiquiátricos, y otros.
También se tiene que llevar al debate si el depredador sexual es un producto maligno del entorno familiar o social y en qué medida. Se viven tiempos difíciles por la incorporación masiva de las mujeres al ámbito laboral, que tenían el rol tradicional de cuidar a los hijos y darles afecto, lo cual se perdió en gran medida por ese fenómeno.
La falta de recursos familiares y de presupuesto oficial ha ocasionado como daño colateral una educación deficiente con maestros mal preparados y con programas fallidos que han descuidado la enseñanza de valores universalmente aceptados. También la ausencia de autoridades regulatorias ha permitido la proliferación de medios y productos publicitarios perniciosos.
No poca gente ha caído extraviada ante la industria de la mala publicidad, del consumismo perverso y de la abundante pornografía que tienen expuestos a niños y, sobre todo a las mujeres, como productos de mercadotecnia.
Con las nuevas tecnologías de comunicación y difusión se volvió viral el tratamiento inconveniente de lo que puede o debe ser la sexualidad humana. Y este planteamiento es una suposición razonable, pero es eso, y les toca a los especialistas abundar en el tema, sacar conclusiones y recomendaciones.
Propuestas impostergables
Las tareas para el gobierno y la sociedad en general son enormes y urgentes. Es razonable plantear que el problema de las violaciones puede reducirse al mínimo histórico si se adoptan medidas con programas concretos.
Las instancias responsables de generar un cambio favorable y drástico involucran al mismo nivel de corresponsabilidad a los tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial; asimismo a los tres niveles de gobierno, de arriba hacia abajo: federal, estatal y municipal.
Los organismos de la sociedad civil y las universidades tienen un papel muy importante en los ámbitos del análisis, la propuesta y la exigencia a las autoridades, con planteamientos claros y contundentes como el de “si no pueden renuncien”.
No resulta ocioso precisar algunos aspectos de lo que compete a cada instancia de las mencionadas, como aportación y para que los responsables se sientan aludidos porque pareciera que se dedican a esperar sus cheques quincenales y a esconderse ante la plaga de depredadores sexuales; es patente su falta de acciones, ideas y su escasez de conocimiento.
¿Fue primero el huevo o la gallina? Las acciones a emprender por el gobierno y la sociedad tienen que ser paralelas, punitivas y preventivas[f1], sobre todo futuristas pensando ya en los impactos de las nuevas tecnologías, a favor y en contra, sin perderse ni justificarse en los demás corresponsables para poder avanzar.
Las tareas del Poder Ejecutivo
LA SECRETARÍA de Educación Pública –con apoyo fundamental de la de salud en ciertos aspectos- tiene que darle, desde la educación básica hasta la superior, más relevancia a los temas de salud mental y física, respeto a la identidad de género, autoconocimiento de las funciones reproductivas y de la sexualidad recreacional, de suerte que los resultados generen nuevos perfiles individuales y sociales conscientes de su autonomía individual y su responsabilidad colectiva en lo concerniente a la importancia de la sexualidad humana en la interacción personal, los derechos y obligaciones de unos y otros ante los demás.
Estas dos instancias, Educación y Salud, tienen que desarrollar programas permanentes y campañas de difusión a todos niveles de los sectores sociales como medidas de formación y orientación para la salud mental, sin descuidar los aspectos legales que el tema involucra y sobre todo entre los adolescentes y los jóvenes para que entiendan que los abusos tienen consecuencias penales.
Debe apuntarse a concebir la sexualidad humana, no sólo como el medio reproductivo sino como la actividad recreativa al alcance de toda persona adulta relativamente sana, pero con los cuidados y responsabilidades legales y de salud que correspondan.
La Procuraduría General de la República en los aspectos que le competen debe hacer su trabajo en la persecución del delito, y también coadyuvar con otras instancias del Ejecutivo en los programas de prevención y formación para una sexualidad responsable, pensando siempre en el respeto a la integridad física y emocional de las personas, y con respeto a las creencias religiosas que estén soportadas en el conocimiento científico.
La Secretaria de Hacienda tiene enorme responsabilidad en el éxito de las otras instancias al entregar los recursos oportunamente y conforme a los programas.
Toda persona interesada y con amplio conocimiento de la problemática debe señalar flaquezas y fortalezas de los programas oficiales, de suerte que puedan perfeccionarse en el sentido de lo más conveniente conforme Educación y Salud lo establezcan, puesto que por sus funciones y atribuciones son las instancias más idóneas para establecer los lineamientos oficiales en la materia.
La responsabilidad del Poder Legislativo
Para que México deje de ser un paraíso de violadores, senadores y diputados de todos los partidos tienen que aplicarse a revisar las leyes relativas y a plantear reformas urgentes en la materia, en el sentido de lo apuntado aquí sobre lo que compete a educación y salud, puesto que son las dependencias de gobierno a quienes atañe principalmente aplicarse a establecer lineamientos preventivos y de rehabilitación para combatir a la plaga de depredadores sexuales y auxiliar a las víctimas en su recuperación.
Los diputados y senadores tienen mucha responsabilidad en todo esto y mucha tarea. Son 125 millones de mexicanos que son afectados por sus decisiones, son probablemente muchos miles de violadores flagrantes y de potenciales abusadores sexuales que pueden ser reducidos al mínimo o seguir disfrutando de su paraíso terrenal.
Los legisladores tienen que partir de un presente con enfoque futurista, pensando en las nuevas tecnologías y avances clínicos, en la industria pornográfica y de explotación sexual que está detrás, con apoyo de especialistas y asesores de varias ramas, para sentar los principios de una sociedad con mejor salud mental y consciente de sus obligaciones legales y derechos individuales y colectivos.
Un punto importante que debe considerarse, y es transversal en todo el planteamiento, es que el problema debe dejar de verse con las limitaciones conceptuales de hoy, que enfocan casi siempre el problema de violación sexual como un asunto de legalidad y de género, reducido a lo individual y familiar mas no colectivo, ni como negocios de malvivientes dedicados a la pornografía o a la trata de personas en los que incluso autoridades se benefician con impuestos al permitir la operación de casas de citas o antros en los que los abusos sexuales y otros excesos ocurren a todas horas.
Toda la experiencia nos muestra tristemente que es un asunto de salud mental, que no respeta condición de género entre victimarios y víctimas, ni sectores sociales, ni edades, y lo mismo son violados adultos que jóvenes, y en los peores casos, como se apuntó antes, los depredadores sexuales son amenaza latente contra los más débiles de la sociedad que son los niños y los bebés.
Las culpas del Poder Judicial
ES UNA CREENCIA GENERALIZADA que el mal desempeño de muchos funcionarios del Poder Judicial ha propiciado el aumento de la criminalidad en todo el país, por sus fallos muy cuestionables a la hora de resolver incontables casos en los que los delincuentes de cierto poder económico se ven favorecidos, a menos que la presión social lo impida (¿Es necesario recordar el caso de Los Porkys, ocurrido en Veracruz?).
Al Poder Judicial le toca una tarea muy complicada, ciertamente, y sus resoluciones siempre van a dejar inconforme a alguna de las partes. No se les pide a los juzgadores ni a los burócratas del ramo que resuelvan conforme al gusto de todos, pero las mismas leyes les marcan tiempos y procedimientos que no pocas veces son hechos a un lado por su sometimiento al poder del dinero o de las influencias. Eso lo afirma medio México por lo menos, y es poco decir. Todos los reflectores apuntan sobre ellos, por lo tanto, tienen que abocarse a mejorar en todo, porque han dañado gravemente a la sociedad al contribuir al deterioro de legalidad, de los principios éticos y valores morales que están detrás de toda ley.
Los otros poderes tienen que presionarlos porque con los malos fallos que conceden los jueces, transfieren sus negativos tanto al Ejecutivo como al Legislativo.
En los niveles estatal y municipal, los legisladores y todos los funcionarios deben hacer lo correspondiente en el marco de sus facultades y de sus problemas concretos, sabiendo que la Federación los ampara, pero también los obliga.
Finalmente, ¿hace fala recordar la gravedad de este problema? Duele recordar a Josef Fritzl, apodado el “Monstruo de Amstetten”, Alemania —cuyo caso conmovió al mundo hace algunos lustros—, quien secuestró a su pequeña hija y la mantuvo cautiva en el sótano de su propia casa durante más de 20 años, la violó reiteradamente y le engendró varios hijos que también sobrevivieron encerrados en ese inframundo durante toda su niñez y adolescencia.
Ni la película más infame y de imaginación más enfermiza había retratado la existencia de un sujeto tal... Otros casos similares fueron descubiertos después.
En lo concerniente a la industria pornográfica, la de casas de citas y de antros como los table dance donde la compraventa de sexo se disfraza como entretenimiento de adultos, ya va siendo hora de que la ley ponga límites más rigurosos… Y de que la clientela habitual responda preguntas psicológicas y legales, incluso morales.
Sin la articulación de todos los factores mencionados, con visión amplia y futurista, y sin la exigencia de la sociedad, México seguirá siendo paraíso de los depredadores sexuales.
*Periodista mexicano, residente en Chicago, Il. Estados Unidos.
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