En México y en todo el mundo el impacto de la pandemia del Covid-19, deja importantes lecciones para los gobernantes y para la sociedad en general, unas muy obvias y otras que cada gobierno o país asimilará conforme a los efectos que les toque padecer.
Las enseñanzas del coronavirus
Feliciano Hernández*
NO ES SEGURO QUE LAS APRENDAN, porque siempre habrá intereses, prioridades o creencias en contra. Es el caso del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien hasta muy avanzada la pandemia se mantuvo reacio a aceptar la gravedad de la misma y firme en mantener su propia agenda de gobierno a costa de ser el blanco de llamados de atención y burla desde amplios frentes.
POR ESTO, pase lo que pase, la historia nacional ya puede registrar al presidente como la primera gran víctima –figurativamente hablando-, es decir el primer LISIADO político de esta crisis que al momento de redactar estas líneas, con datos de contagios crecientes y en el inicio del túnel, ya le había generado amplias críticas al mandatario.
Cd. de México. –Muchos países sufrirán más por las consecuencias económicas de la crisis viral que estalló en el mundo antes que por los daños del Covid-19. Es el caso de México. La parálisis de las cadenas productivas, el cierre de fronteras internacionales, y encima el DESPLOME de los precios del petróleo, con un dólar temporalmente arriba de 25 pesos, dejarán muchas más víctimas que el temible virus.
LÓPEZ OBRADOR se mantuvo renuente a aceptar la gravedad del fenómeno y prefirió seguir la rutina de tiempos ordinarios, en parte por las dificultades que tendría para encerrar a más de 30 millones de personas que sobreviven en la calle como trabajadores informales. Por lo pronto, el saldo fatal que dejará la pandemia es más DESEMPLEO, y para México también más INSEGURIDAD pública, el Talón de Aquiles de este gobierno.
Si el control del virus se prolonga será catastrófico para México y para Andrés Manuel y su pretendida Cuarta Transformación (4T). Ya algunos cálculos de entidades financieras como el Bank of America anticiparon un impacto recesivo de 4.5 del PIB mexicano, es decir una tormenta para un barco con hoyos por todos lados. Esto significaría una pérdida de al menos 800 mil empleos formales, según cálculos de Carlos Salazar Lomelín, presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE); todos los puestos regulares creados en año y medio de gobierno, borrados de la estadística. Y ni se diga en empleos informales, las pérdidas serán mucho mayores.
La primera lección para este gobierno es que, en materia de prevención epidemiológica, en 2020 apenas destinó poco más de 500 millones de pesos para el sector, mientras que 10 años antes se destinaron más de dos mil millones de pesos. Ahora, además del Coronavirus, el gobierno tiene encima un brote de Sarampión, con más de 30 casos en la Cd. de México, al cierre de esta edición, lo que no se había visto en 15 años.
ASÍ, EL RECORTE presupuestal generalizado en áreas estratégicas del gasto público, ordenado por López Obrador, conforme a sus prioridades de gobierno y NO a las del país, para el caso de esta epidemia de Covid-19 es la primera gran lección que le pone la dura realidad. Falta que la aprenda.
Para responder a la emergencia nacional, fueron aprobados 180 mil millones de pesos por la Cámara de Diputados (algo así como 7.5 mil millones de dólares al tipo de cambio de 24 por 1, en alza cotidiana). Es una disposición inicial significativa pero insuficiente para estabilizar la situación. Se requerirán mayores recursos para impulsar la recuperación. Comparativamente con otros países es una cantidad muy menor. Desde luego que son economías muy diferentes en tamaño y en población, pero proporcionalmente lo destinado por este gobierno hasta el momento fue una reacción muy débil. Con menos población que México, Gran Bretaña aprobó 80 mil millones de dólares; Estados Unidos destinó 100 mil mdd.
Como para calmar los temores, López Obrador aseguró que su gobierno cuenta con mucho dinero, “muchísimo”, dijo. Habrá que ver y ojalá que sea cierto, pero innecesario.
Lo que se ha visto en el país ante el ATAQUE VIRAL, inicialmente, es que se posicionaron dos tendencias: los alarmistas y los negacionistas. En las primeras semanas de esta crisis abundaron en argumentos a favor de sus respectivas posiciones, con infaltables ataques contra sus antípodas. Al final, ambos extremos resultarán igual de dañinos. Para reducir al mínimo los potenciales daños, lo que se requiere es una posición equilibrada, con base en el conocimiento y la información científica y de fuentes plenamente confiables.
Reacciones internacionales
LA COMISIÓN ECONÓMICA para América Latina y El Caribe (CEPAL) advierte que por este ataque viral y por sus efectos en lo económico, la región padecerá un empobrecimiento mayor, de 180 millones de pobres a 220, es decir 35 millones más, en contra de los compromisos del milenio para reducir la miseria regional.
Para minimizar los efectos negativos de la pandemia y establecer las bases de la recuperación los países líderes anunciaron fuertes medidas financieras, de apoyo a la gente y a las empresas. Desde un enfoque realista, es altamente probable que logren una pronta recuperación, al menos nacional y regional. Esta es otra de las lecciones que trascenderán fronteras y que a partir del Coronavirus sentará un precedente histórico.
Así lo dijo el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres: “Este es un momento que demanda políticas coordinadas, resueltas e innovadoras de las economías líderes del mundo, es una situación sin precedentes y las normas habituales ya no aplican”.
Queda claro que a partir de este fenómeno, los gobiernos y los organismos internacionales deben mirar la realidad presente y futura con nuevos enfoques. Uno de estos, otra lección, darle prioridad a la investigación científica en ciencias médicas, en lugar de canalizar irracionalmente grandes sumas para fabricar armas y desarrollar sus sistemas bélicos y de defensa militar.
Un salto hacia el futuro, forzado por el virus, es la adopción de leyes y políticas públicas para la normalización del trabajo fuera de oficina y desde lugares remotos o desde casa apoyados por el desarrollo tecnológico en telecomunicaciones, particularmente. Esto implicará para la sociedad en general una larga serie de cambios, para todos: gobierno, empleadores y trabajadores. También para las familias y las comunidades; para las escuelas y los clubes sociales.
Después de esta experiencia, forzada por el Covid-19, de encierro y convivencia obligada, de trabajo desde casa, los gobiernos, los empleadores y los trabajadores, habremos descubierto o revalorado los pros y contras de trabajar fuera de oficinas.
Los países más avanzados y las empresas más proactivas encontrarán pronto las conveniencias, pero algo tendrán que ceder o flexibilizar: el control que sobre la gente les reportaba el tenerlos reunidos a todos en un espacio más o menos reducido. Para los empleados, vendrán esfuerzos de adaptación a su nueva cotidianidad, algunas ventajas y desventajas: como ahorro de tiempo y dinero en transporte y menos exposición a momentos de estrés por los roces humanos, pero también quizás la falta de un espacio adecuado para trabajar desde casa, sobrellevando las distracciones que se pueda uno imaginar al no estar bajo la mirada supervisora de algún malhumorado jefe o jefa. Pero, eso era una tendencia, el infame virus sólo vino a empujar el momento.
Otra de las consecuencias aleccionadoras será que las autoridades deberán mejorar los filtros y mecanismos de detección en aduanas y aeropuertos. En México fue claro el descuido ante los viajeros contagiados. El aspecto negativo de este punto es que los viajes legales o indocumentados serán más difíciles. Así que ya se puede ver la sonrisa y satisfacción de gobernantes que han venido impulsando mayores restricciones al respecto. El sueño de un mundo sin muros y de tránsito libre que algunos activistas han promovido, quedará para otros tiempos.
Y una de las principales lecciones del Covid-19 para todo el mundo es que tenemos que mejorar nuestros hábitos alimenticios, no solamente lo que se come y bebe sino en qué cantidades; y los de higiene, así como eliminar o reducir algunos vicios como el tabaquismo, porque según especialistas debilitan el sistema inmunológico de cada persona y cada comunidad, y porque hacen a quienes los padecen –o disfrutan, irracionalmente, claro- más débiles y proclives a ciertos contagios o enfermedades.
Ya se está viendo que según las estadísticas las principales víctimas fatales del Coronavirus han sido personas con esas características. Nos está saliendo muy cara y lamentable la enseñanza, pero ni modo. Muchos ya pagaron con sus vidas y otros con horas de encierro o de hospital, exponiendo a sus seres queridos y a quienes “ni la deben ni la temen”, como ejemplo de la mayor injusticia: cuando pagan justos por pecadores.
Volviendo al futuro, de AMLO
EN ESTAS COMPLICACIONES presentes que atraviesa México, lo menos que se puede uno imaginar es que el presidente López Obrador, que se soñó en los libros de historia nacional junto a los héroes de la Independencia, de la Reforma y de la Revolución, se aleja cada vez más de su mayor anhelo. En parte por esta desventura viral y, sobre todo, resultado de sus grandes errores, por citar algunos recientes: su falta de empatía con las protestas de mujeres contra los feminicidios; su renuencia a reconocer la gravedad del ataque viral y su necedad de poner el mal ejemplo sin guardar la necesaria distancia.
También entre sus errores que le han restado puntos están sus diferencias al parecer insalvables con la prensa en general, asunto en el que ha apostado demasiado, como creyéndose blindado para todo el sexenio. Se desconoce si por órdenes de AMLO, pero el presupuesto oficial de comunicación social de este gobierno sigue sin ejercerse bajo principios de equidad y transparencia, como en los viejos tiempos. Por lo menos con sus dichos y descalificaciones constantes despierta sospechas y ha puesto a todos en la misma categoría de “chayoteros”, sin hacer diferencias entre la prensa oficialista de otros tiempos y la prensa democrática, que le ayudó a ganar. Ha subrayado que no quiere alimentar en el periodismo intereses creados y descalifica un día y otro también a sus críticos de los medios.
Pero AMLO es incapaz de reconocer que no ha cumplido un muy sentido reclamo mayoritario de que persiga y encierre sobre todo a los criminales de cuello blanco. Muchas investigaciones de la Unidad de Inteligencia Financiera, pero nadie encerrado y los tres que duermen entre celdas (Collado, Rosario y Lozoya) son casos armados por la anterior administración.
Igualmente, AMLO se ha peleado con algunos empresarios y con otros ha mantenido su preferencia, con negocios para ellos; ha sido clara su empatía con los criminales, al extremo de llegar a advertirles a los jefes de la Guardia Nacional que respetaran los derechos de aquellos, porque también “son seres humanos y tienen derechos”; o cuando ante los ladrones de combustible, los huachicoleros menores, dijo que eran “víctimas de sus circunstancias” y les otorgó ayudas.
La negativa de AMLO a enjuiciar o al menos investigar a los expresidentes más cuestionados le ha reportado críticas y desconfianza de una parte de sus votantes, al punto de que sigue firme la tesis de algunos de que hizo un pacto de impunidad con el saliente Peña Nieto, de no investigarlo a cambio de que no se metiera en la elección del 2018 y reconociera su triunfo.
Como lecciones de esta complicada coyuntura que ha sacado a la superficie aspectos negativos de la personalidad de AMLO, a los mexicanos debe quedar claro que más allá de tener o haber tenido amplias coincidencias con el candidato tabasqueño o cualesquier otro y con los gobernantes, debe siempre mantenerse una actitud de escrutinio y crítica hacia ellos; y que el haber confiado mucho y aplaudirle todo a López Obrador, no fue buena idea de sus incondicionales.
Hay que decirlo con todas sus letras, aunque les duela a sus seguidores: dañan más al presidente López Obrador, no quienes lo critican, sino aquellos que todo le aplauden; como se daña a un niño concediéndole todos sus caprichos y festinando sus gracejadas, porque llegará al punto de la ridiculez y sufrirá cuando lo dejen solo por soberbio y porque ya se avergüencen de él. Las expresiones frecuentes de “pena ajena” de los colaboradores del presidente no escapan a la vista de muchos en esos instantes de sus conferencias matutinas cuando el mandatario se saca de la manga alguna expresión inesperada en un jefe de Estado.
Al margen de la coyuntura viral, López Obrador se empeñó en desaprovechar su gran capital político electoral. Esta era su oportunidad de repuntar y mantenerse arriba en las encuestas, sensible a las preocupaciones ciudadanas, proactivo ante el problema para minimizar los impactos negativos. Pero NO, como en otras veces acabó imponiéndose lo peor de su personalidad y su alto puntaje de más del 80% de aprobación se deslizó al 60% en un año, y por sus persistentes errores y la mala coyuntura viral y petrolera de las últimas semanas, muy difícilmente evitará su caída hasta menos del 50% hacia finales de este aciago año.
Otra vez AMLO incumplirá su promesa de entregar mejores resultados en este 2020, pero tendrá un pretexto, como ayuda del cielo: el Coronavirus. Sin embargo, ya toca a la puerta el réquiem para la frustrada y nunca bien explicada 4T, la misteriosa fórmula que sólo él conoció en sus entrañas, quizás huecas, pero que le ayudó a iniciar con el pie derecho y aprisa. Todo un misterioso compromiso de cambio a fondo, sepultado por un virus.
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