{vozmestart}
¿Cisne de cuello torcido?
FERNANDO DÍEZ DE URDANIVIA
La poesía mexicana, maestra, colega y alumna de la poesía de habla española, había seguido los pasos sentimentales del Romanticismo que la generación modernista no alcanzó a superar. Un poeta jalisciense nacido el 13 de abril de 1871 y trasplantado a la capital del país, Enrique González Martínez, pronunció su credo estético en el tercer libro de poemas que llamó Silenter y publicó en 1909.
Su verso “tuércele el cuello al cisne de engañoso plumaje” sorprendió al mundillo literario y dio lugar a interpretaciones que no coincidían cabalmente con el mensaje. De todas formas resultó eficaz llamada de atención para evitar la poesía llorona y abrir el camino de una visión tan intensa y tan equilibrada como la de un López Velarde. Xavier Villaurrutia dijo de González Martínez que en su tiempo era “el dios mayor y casi único de nuestra poesía”.
¿Hoy lo lee alguien que no sea un alumno empujado por el maestro? ¿Qué asimilan de su obra los que lo hincan el diente? ¿No parece ahora más o menos marginado por los únicos aniversarios que conocen quienes creen manejar nuestra cultura?
Si la palabra es la forma de expresión humana, y si nos llega una avalancha universal de términos que sólo nos hablan de violencia, de injusticia, de prepotencia impune, es imperioso volver la mirada, y sobre todo la voz, a lo que hace llegar el amor a nuestros oídos y a nuestro corazón.
Cervantes, Shakespeare, Pushkin, Borges y Jaime Sabines no son nombres para olvidar después del examen de literatura, ni escribieron textos para ser mencionados sin conocerlos. Buena parte de nuestra juventud está ávida de acceso a libros que unos cuantos han recorrido con los ojos y con el espíritu. De familiarizarse con los hallazgos que hoy se reconocen menos que nunca. De conocer y aprender palabras que no hablan de terrorismo y de muerte.
A la izquierda Enrique González Martínez
El poeta no es un bicho raro, sino alguien que nos enseña a nombrar cosas eludiendo su nombre cotidiano; que nos abre ventanas para ver el mundo con ojos nuevos. El arte, y dentro del arte la poesía, no es un lujo, ni una extravagancia, ni una desocupación. Es instrumento de vida que nos protege y si perdemos por completo, nuestro futuro estará en grave riesgo.
Para González Martínez el cisne fue la poesía obsoleta cuyo pescuezo había que torcer. En los días presentes ese cuello va siendo de un personaje que es él, relegado como tantos otros por el sistema sin brújula cultural que estamos padeciendo. Quienes terminen estas líneas, corran a leer las del poeta jalisciense y traten de convertirlas en páginas de cabecera.
{vozmeend}
More articles by this author
Se fue AlemánSe
fue Alemán
FERNANDO DÍEZ DE URDANIVIA
Compañero de
trabajo, jefe, pero sobre todo...
|