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¿Quién controla
la plaza?
RAMI SCHWARTZ
No habrá sido el Presidente del Empleo, pero ¿Qué tal se ha convertido en Presidente del infierno? Cuántas veces han cantado victoria antes de tiempo, sólo para tener que comerse sus palabras inmediatamente después. Apenas a finales del año pasado Felipe Calderón volvió a decir que la delincuencia estaba cediendo, que había caído el número de ejecutados y la semana pasada se registró el día más sangriento del sexenio con 63 ejecutados, y la semana más macabra con 20 decapitados.
No hay más que llegar a cualquier ciudad del país y preguntar a cualquier taxista ¿quién controla la plaza?, para que invariablemente la respuesta sea algún grupo criminal. En estos momentos estoy en Guadalajara donde controla la plaza el cartel de Juárez de los Beltrán Leyva pero que le han comenzado a pelear la plaza un nuevo cartel local que se hace llamar La resistencia. Consecuencia, en lo que va del año han estallado sendas granadas en distintos bares de la ciudad, han realizado narcobloqueos incendiando autobuses y, en general, calentando la plaza.
Antes de Guadalajara estuve en San Miguel de Allende, plaza que controla La Familia michoacana. Hace algunos meses intentaron entrar los Zetas y la consecuencia, varios muertos, el record criminal en la ciudad con seis ejecutados en un solo día. Hoy San Miguel de Allende ha retornado a la tranquilidad, que sóo se asegura cuando un cartel tiene control férreo sobre la plaza.
En las guerras no es suficiente tomar una plaza. Es necesario conservarla y ese es el problema del gobierno y su lucha contra el crimen organizado. Si bien pueden tener la capacidad de limpiar una plaza de cárteles y del tráfico de drogas, no tienen la capacidad de conservar la plaza limpia, pues inmediatamente se apoderan de los funcionarios la corrupción y ello reabre la puerta a que los carteles retomen la plaza.
Es aquí donde sin la sociedad es imposible ganar la guerra. La única garantía que puede tener el gobierno de mantener una plaza limpia una vez que entra el ejército a barrerla es involucrar a la sociedad en mantenerla limpia, pero he ahí que el divorcio entre gobierno y sociedad se hace patente. Por un lado, gran parte de la sociedad ya ha sido infiltrada por el crimen organizado y por la otra, es el mismo gobierno quién evita a la sociedad tomar el control de la plaza, pues los políticos son incapaces de ceder cotos de poder ya no digamos a partidos rivales, incluso a la sociedad organizada.
Panistas, priistas y perredistas por igual entienden el poder como un mecanismo para amasar riqueza, fortuna y más poder y en ese sentido, si limpian una plaza, en lugar de entregarla a la misma sociedad, la entregan nuevamente a uno de su partido, para asegurar mantenerse en el poder, asegurar cochinitos, recursos, acarreados y demás y recrean el caldo de cultivo perfecto para que el crimen organizado regrese y con mayor fuerza, pues son ellos los que les pueden ofrecer lo que ellos necesitan para seguir amasando poder.
Por ello está garantizado el fracaso de la guerra contra el crimen organizado, porque no es suficiente tomar una plaza sino que ya tomada hay que defenderla y mientras se mantenga el divorcio gobierno-sociedad provocado por la sed desmedida de poder y el hambre de riqueza de nuestros gobernantes, nunca van a sumar a la sociedad a este proyecto de dinero y poder. Quienes garantizan a los políticos acceso permanente a poder y dinero son los narcos, no la sociedad y por ello los prefieren como socios.
Es por esto que aunque el Presidente festeje y pronostique que la violencia va a la baja, ésta sigue subiendo y cada mes hay más muertos y constantemente estamos rompiendo records de criminalidad, porque limpian la plaza, la abandonan y esta se convierte en un nuevo campo de batalla que inmediatamente se comienzan a pelear los carteles.
No hay duda que para ganar la guerra contra el narco es necesario involucrar a la sociedad y para que esto suceda se debe acabar el divorcio entre gobierno y sociedad y para que esto suceda el gobierno debe renunciar a amasar poder y fortuna por si mismos y para que esto suceda deben estar dispuestos a poner los intereses de la nación por encima de sus ambiciones de poder y riqueza y eso no va a suceder jamás. Para los panistas lo más importante es en primer lugar sus fortunas y poder personal y en segundo lugar la permanencia de su partido. Lo mismo con el PRI y el PRD.
Es por ello que en tanto no cambien los políticos sus prioridades, la guerra contra el crimen organizado está perdida o bien, se va a mantener como una guerra de baja intensidad que va a seguir costando docenas de miles de vidas humanas, que va a seguir reclutando a miles de mexicanos a las filas del crimen y va a seguir involucrando a la sociedad en la dinámica del crimen que va a seguir infiltrando las buenas conciencias.
En otras palabras, los políticos ya no son dueños de ninguna plaza, pues carecen de credibilidad y calidad moral para hacerlo. La pueden limpiar, la pueden tomar momentáneamente pero apenas la dejan en manos de otro político, inmediatamente regresan los narcos a demostrarle quién manda. Sólo involucrando a la sociedad se va a romper esa dinámica pero para ello habrá que esperar a un nuevo gobierno emanado de la misma sociedad y no de las elites políticas como es el gobierno actual, el más distante y alejado de la gente que se tenga memoria.
Y si llega uno de los 10 panistas notables, Peña Nieto o Ebrard la cosa se va a mantener igual, pues todos ellos están completamente divorciados de la sociedad. No compartimos los mismos valores ni principios ni queremos llevar al país al mismo puerto.
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