TRES DIPLOMÁTICAS MEXICANAS:
ROSARIO, PATRICIA Y MARISELA
La historia no las abolverá
ROBERTO BADILLO MARTÍNEZ*
Considero que soy de criterio abierto respecto de la
mujer actual y su desempeño en la sociedad: Que ocupe el papel que sus
posibilidades intelectuales y sus estudios le permitan.
Haijada de Hillary.
Son amplísimas las posibilidades de la mujer, a saber: Madre,
el mayor y más sublime de sus logros, en el que se considera como sagrada su
misión y cumplimiento. Compañera del hombre, formando de preferencia un hogar
único y sólido, con principios religiosos y familiares.
En esa situación, la mujer cumple con si misma, con su
esposo, con la sociedad y con su país, al ser participe esencial en la
formación de niños y jóvenes que seguramente asumirán su misión en la vida:
cumplirán sus metas como sus hermanos, harán felices a su pareja futura, se
insertarán en la sociedad y en el desarrollo del país, y formarán hogares que
continuarán el ciclo de la vida: formar bajo principios religiosos y humanistas
a niños y jóvenes que en el futuro servirán a la sociedad y a su patria.
También tiene otros y amplísimos horizontes: Insertarse
en la fuerza de trabajo de su país, decidiendo por si misma las posibilidades y
en qué grado serán atendidas por ella misma o por servidores de confianza, las
acciones que en su caso se deriven.
O sea, pueden decidir, ser madres, esposas y trabajadoras
o funcionarias y, en tal caso, habrá diferentes posibilidades en su vida.
Se le olvidó el nacionalismo
Hoy, me voy a referir a tres diplomáticas mexicanas que
desgraciadamente se encontraron en su camino, desde diferentes posiciones, en
el servicio público, a una propuesta estadounidense, que se hizo realidad en
México con el nombre de Iniciativa Mérida.
(El solo nombre de iniciativa, ya denota su origen gringo.).
Y digo “desgraciadamente”, porque esa iniciativa
intervencionista, militarista y desestabilizadora, ha costado a nuestro país,
sólo en el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa, miles de muertos (se habla de
setenta u ochenta mil) y miles de desaparecidos, que seguramente están muertos.
Se habla de 20 o 30 mil.
Como se sabe, hay dos presidentes que por sus actos como
tales, a favor del imperio y en contra de México, han sido rescatados por los
estadounidenses: Ernesto Zedillo Ponce de León, que les entregó los
ferrocarriles, institucionalizó los Pidiregas
para maniatar absolutamente a Pemex, llevó a cabo la negociación del Hoyo de la Dona, potencialmente fuente
de petróleo, y constituyó el Fobaproa,
para hacer públicas deudas de banqueros. Todos sabemos que, en México, detrás
de un banquero doméstico se encuentra un banquero de la Reserva Federal (EU), de fondos
buitres o de dinero negro, trasegado en paraísos fiscales; o bien, un banquero
que obtiene ganancias de deudas de países que mensualmente piden prestado para
pagar intereses a los mercaderes mundiales.
El otro, Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, cuyo servilismo
fue exhibido a lo largo de su sexenio, pero cuya joya de la corona contra
México, fue la aprobación de la iniciativa, intervencionista, militarista,
entreguista y criminal llamada Iniciativa
Mérida.
Entenada de Hillary.
A cambio de miserables mil 500 millones de dólares,
México entregó su soberanía, permitió la desestabilización por fuerzas
mercenarias en nuestro país y miles de mexicanos pagaron con su vida esa
intromisión; a otros centenares de miles de personas (cuyos efectos, económicos,
sociológicos y familiares, aún no han sido estudiados y por lo tanto
cuantificados), los obligó a cambiar sus actitudes de vida, incluso saliendo
del país, por la violencia desatada en grandes áreas del territorio nacional.
Habiendo hecho tal daño a su país, es lógico que los
estadounidenses protejan a estos personajes, no sólo para “pagarles” sus
servicios, sino para poder utilizarlos, desde diferentes funciones. Con
seguridad, el gobierno yanqui entendió también que, siendo traidores a su país,
(delito que bien se les puede imputar por sus enormes servicios al suyo), en
México habría reacciones en su contra. En México no pasó nada en su contra
salvo los desfogues periodísticos.
Claro que el brazo protector del imperio es muy grande;
alcanzó también a otros personajes del México de Felipe Calderón Hinojosa: A Genaro
García Luna, quien le dijo al embajador
yanqui: “Usted tendrá toda la
información de la secretaría” (de Seguridad Pública, a su cargo) y que,
además, según la revista Proceso, pidió perdón a sus amos
yanquis por el episodio de Cuernavaca. Algo indigno de un ser humano ante la
potencia que humilla. Nunca en la historia de México del siglo XX se produjo
algo parecido. Él disfruta en Florida sus riquezas y en seguridad.También el brazo protector alcanzó a la ex procuradora de
Calderón Hinojosa, Marisela Morales
Ibáñez. Hoy disfruta como cónsul de México, en una de las ciudades de Europa
más ricas, en glamour, moda, diseño y
estilo: Milán, Italia. Tendrá muy cerca, a la embajadora de México en Alemania,
Patricia Espinosa Cantellano, también protegida yanqui; la puede invitar de
compras a Milán, a reponer su vestuario.
Ambas tendrán, desde México, el apoyo y los consejos de
la embajadora emérita de México, Rosario Green, otra personalidad que sirvió a
los yanquis durante la implementación de la Iniciativa Mérida en nuestro
país.
Por ello, me referiré brevemente a las tres diplomáticas
mexicanas.
Como secretaria de Relaciones Exteriores, la doctora
Patricia Espinosa Cantellano, es la responsable directa de permitir que Estados
Unidos, pusiera en ejecución en México la Iniciativa Mérida. Ella acudió a
la Cámara de
Diputados, en una intervención sin sustento, a explicar esa intervencionista
iniciativa que tanto daño hizo al país.
En el Libro Verde
de las Fuerzas Armadas, en las páginas 98 a la 107, transcribo las dos intervenciones
del suscrito en la comparecencia de canciller en San Lázaro, ante la Comisión de Relaciones
Exteriores. En ellas le expuse sin cortapisas, con la sola libertad individual
y de diputado federal, lo que iba a pasar y pasó.
La senadora Rosario Green, en tiempo de la penetración de
la Iniciativa Mérida presidenta de la Comisión de Relaciones
Exteriores del Senado -que tiene como una de sus funciones la revisión de los
Tratados Internacionales de México con otros países-, no hizo absolutamente
nada para oponerse a esa intervención estadounidense. Sólo declaraciones por
aquí y por allá sin sustento. Por eso pasó sin objeción en el Senado de la República esa Iniciativa
militarista. No se reglamentó. Nada se firmó que comprometiera a los dos países
y a las personas que participan en el desarrollo de la Iniciativa Mérida.
Por ello, los participantes estadounidenses actuaron sin
control, exonerados previamente de responsabilidades; tal vez esa situación fue
así, porque la misma funcionaria participó en la definición de los porcentajes
de petróleo para México y Estados Unidos en la reserva Hoyo de Dona, en los
límites de Estados Unidos y México en el Golfo de México.
Por lo anterior, Rosario Green es responsable de no
cumplir con sus obligaciones desde el Senado,
como presidenta de Relaciones Exteriores, dejando sin reglamentar la Iniciativa Mérida, que tanto
daño causó al país.
En resumen, la canciller Patricia Espinosa Cantellano,
permitió la Iniciativa Mérida; la senadora Green
la dejó pasar sin reglamentarla, y la procuradora Marisela Morales la ejecutó
en alianza con los servicios de información de Estados Unidos y la embajada de
ese país en México.
El resultado trágico es por todos conocido: provocaron la
tragedia nacional que sufren centenares de miles de compatriotas. La historia
ya las juzgó: Sirvieron a Estados Unidos, y no a México, su país. La
historia no las absolverá.
Quedaron impunes sus actuaciones. Incluso, seguirán
gozando de las canonjías de la diplomacia mexicana que son conocidas por todos.
No escaparán sin embargo, a la grave responsabilidad personal de darle
respuesta, como mexicanas, a su conciencia. *
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