Los modos de Marcelo
MA. ESTHER PIÑA SORIA
Como para poner su impronta de su paso por esta ciudad, apenas llegando a la jefatura de Gobierno, Marcelo Ebrard Causabón se propuso construir lo que se llamaría “La Torre del Bicentenario”, un edificio monumental que sería más alto que ningún otros edificado en el país. El proyecto no se materializó por razones ajenas a su voluntad: perdió una controversia sobre uso del suelo con la entonces delegada de la Miguel Hidalgo y fue además clara la oposición de los vecinos de la zona.
Un segundo intento fue lo que sería el “Paseo 20 de noviembre”, un corredor peatonal que iría desde Tlaxcoaque hasta el zócalo capitalino; ahí encontró la oposición de los comerciantes de la zona y algún brinco que debe haber puesto también el gobierno federal porque esa avenida es el acceso principal a Palacio Nacional.
De Marcelo se pueden decir muchas cosas, pero no acusarlo de falta de perseverancia. Su huella tenía que quedar en la ciudad y debía ser antes del 2012, así que se fue con todo por los planes C, D y E: el metro línea dorada de Mixcoac a Tláhuac, la línea 3 del metrobus por el norte de la ciudad y la supervía, de cuota, en la zona surponiente. Los departamentos legales de las secretarías de Obras, del Transporte y del Medio Ambiente de la capital, así como del STC-metro se pusieron en tono con la consejería jurídica del GDF; los proyectos tendrían que ponerse en marcha de inmediato aunque se tuvieran que obviar pasos como las licitaciones públicas y anticipar amparos.
No habrá marcha atrás en ninguna de estas obras pese a la oposición de vecinos, pequeños propietarios y ejidatarios de Tláhuac. Los amparos conseguidos por algunos de ellos han sido inútiles pues las obras se ha mantenido y son “hecho consumado” contra lo que ningún amparo tiene efecto; los inconformes han tenido que aceptar la indemnizaciones depositadas previamente en juzgados públicos.
Lo de la línea tres del metrobus sigue los mismos pasos, el servicio será cubierto, sin licitación de por medio, por las líneas foráneas de ADO y OCC; miles de operadores quedarán sin empleo, pero tampoco hay reversa.
La supervía muestra más que ninguna otra los modos de Marcelo, él formaba parte fundamental del equipo de gobierno de Manuel Camacho que en el sexenio de Salinas convirtió la zona de los tiraderos de Santa Fe en la hoy superexclusiva zona. Diversos ambientalistas advirtieron que no era un proyecto viable, que no existían las suficientes vitalidades para dar salida al intenso tráfico vehicular que se produciría; miles de pequeños propietarios fueron mañosamente desplazados de la zona, se les pagó a precios ridículos terrenos que en poco tiempo se convirtieron en minas de oro para los inversionistas.
Los 45 mil automóviles a los que se pretende dar salida con la supervía son los mismos que llegaron a esa zona en los tiempos de Camacho, hoy Marcelo les cumple. Las obras se harán, finalmente, quienes se oponen no son de Las Lomas ni de Santa Fe sino pequeños propietarios, habitantes de colonias populares y la ciudad entera quienes pagarán, y pagaremos, las consecuencias de los caprichos y compromisos de Marcelo.
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