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Recuento
bicentenario
MA. ESTHER PIÑA SORIA
Empezamos el 2011 y la llamada cuesta de enero ya golpea a millones de mexicanos; por ningún lado encontramos la más mínima señal de que este será, como aseguró el titular del ejecutivo, “el año de las realizaciones”.
Dicen los que saben que para nada sirven los “propósitos de año nuevo” si éstos, además de estar cimentados en hechos reales, no toman en cuenta tanto la voluntad para alcanzarlos como los medios para lograrlos.
Que desde Los Pinos y por cadena nacional se nos llame a confiar en muestra “capacidad, potencial, coraje, orgullo y carácter” al tiempo que se llama a los trabajadores a “la batalla por la calidad y la competitividad del país”, a las mujeres a “seguir siendo un factor de unidad, de armonía, de responsabilidad y de liderazgo”, a los jóvenes a seguir estudiando y a los empresarios a “multiplicar sus inversiones para contribuir a la generación de más y mejores empleos”, más que propósitos de “año nuevo”, son frases presidenciales que nada dicen y a nada comprometen.
La realidad sigue siendo terca y poco a poco algunas cifras de balance del año que se fue empiezan a aparecer. Qué lejos los resultados de lo que nos ofrecieron cuando recién lo estrenábamos. Vale la pena recordarlo: “2010 es el Año de la Patria, en el que celebraremos el ser mexicanos con espíritu festivo y con ánimo renovado, porque somos un pueblo orgulloso de nuestra historia y de nuestra cultura, de nuestras tradiciones, de nuestro arte, de nuestros colores, de nuestra diversidad, de nuestras canciones y sabores. Somos un pueblo, cuya mayor riqueza y su principal orgullo es su gente… celebraremos 2010 con orgullo por el pasado y con esperanza en el futuro… Además de ser el Año de la Patria, 2010 será el año de la recuperación económica”.
Y salvo en el discurso presidencial por ningún otro lado se encontró ni motivos para esa festividad ni para renovar el ánimo, ni el más mínimo indicio de ya no digamos la “recuperación económica”, ni siquiera del inicio de ella.
No sería mala idea que en lugar de llamarnos a contribuir con muestro esfuerzo “a la construcción de un país más fuerte”, el gobierno diera pasos para que en la economía que realmente cuenta, la que se siente en nuestras casas y sienta en nuestra mesa, empezar ya no a crecer sino al menos a recuperar lo que en los años de su desastrosa administración hemos perdido: empleos, salarios, prestaciones, salud, educación y seguridad
Si empezamos con los empleos ya sería algo, si además los salarios alcanzaran, si hubiera suficientes escuelas y maestros para nuestro hijos…. Y un largo si acaso de bienestar social que quitaría al crimen organizado sus campos de reclutamiento; pero mejor ponemos pie a tierra y asumimos que como personas y como país lo que logremos en este 2011, aún si es sólo sobrevivirlo, será gracias a nuestro esfuerzo.
Si alguna experiencia nos deja el recuento el bicentenario es que no se puede creer en lo que dice ni, mucho menos, confiar en lo que hace, el señor que vive en la residencia oficial de Los Pinos.
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