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Edición 260
Escrito por MA. ESTHER PIÑA SORIA   
Miércoles, 15 de Junio de 2011 09:46

{vozmestart}

3PARAPInASORIA

Nombremos a

nuestros muertos

MA. ESTHER PIÑA SORIA

 

A las decenas de jóvenes asesinados el 10 de junio de 1971.
A los que sobrevivieron a esa matanza y aún permanecen luchando.
A los que han muerto en estos años sin encontrar justicia.
A los que viven y continúan exigiendo castigo a los culpables.

Si el tiempo fuera una dimensión que puede colapsarse y existieran los portales con que los escritores de ciencia ficción suelen entusiasmar a sus lectores; si el tiempo en fin fuera, como dicen que afirmaba Einstein, relativo, entonces sería probable que José Leobardo Reséndiz Martínez y Oscar Felipe Lozano Lozano se hubieran conocido. Ambos tenían 19 años, estudiaban, sus familias eran pobres, tenían sueños y proyectos de vida.

José ahora cumpliría los 59 años, Oscar sería mucho más joven; apenas andaría por los 21, pero ninguno de ellos llegó a festejar su aniversario número 20: Las balas disparadas por sicarios cortaron sus vidas de tajo. Del que mató a Reséndiz existen incluso las fotos; formaba parte del grupo paramilitar conocido como Los halcones. Del que asesinó a Oscar Felipe  sólo se sabe que forma parte de una de las bandas criminales a las que se supone está combatiendo y venciendo el gobierno.

De San Cosme en el Distrito Federal, donde murió José Reséndiz el 10 de junio de 1971  a Creel en Chihuahua lugar en el que cayó Oscar Lozano el 16 de agosto de 2008 existe una gran distancia  en el tiempo y en kilómetros pero están muy cerca en lo que a impunidad se refiere, quienes los mataron no han sido castigados.

Dicen los que ahora gobiernan nuestro país que México ha cambiado gracias a ellos, que ahora se vive mejor; dicen los que gobernaban antes que gracias a ellos y sus gobiernos es que en México existe la justicia social, dicen que ahora que vuelvan se retomará el camino. Dicen y dicen,  prometen y apuestan a la desmemoria de la gente, porque los jóvenes y los niños siguen muriendo sin culpa alguna y sus asesinos se pasean impunes y protegidos.

Esas y otras historias son las que a recogido la Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad que partió de la ciudad de Cuernavaca en Morelos el 5 de junio para llegar a Ciudad Juárez en Chihuahua, justo en el aniversario de la masacre de San Cosme, para recordar que si hay algo en lo que realmente México ha superado las cifras es precisamente en la cifra de civiles masacrados.

Mil 882 kilómetros separan Cuernavaca de Ciudad Juárez, pero la distancia no existe en cuanto a impunidad se refiere. En cada estado, ciudad y pueblo por donde pasó la caravana se escucharon las historias y los nombres de los asesinados, de los desaparecidos, de las víctimas inocentes. Se recordó a los niños muertos en el incendio de la guardería ABC, a los miles de caídos en Nayarit, a los muertos y muertas por crímenes de odio, homosexuales en Jalisco, mujeres en todo el país.

PARAPInASORIA

Y esos son sólo los muertos de causas violentas, porque también se recogieron las denuncias de quienes han perecido por no contar con las medicinas, a quienes se les ha negado la asistencia en centros hospitalarios, a los que han muerto por las que se conocen como enfermedades de la pobreza, las que ocurren por enfermedades que son curables, las que son sólo por hambre.

Al poeta Javier Sicilia, al agricultor Julián Le Barón, a la madre de familia Luz María Dávila los une en esta caravana el haber perdido a familiares a manos del llamado “crimen organizado”, pero también el coraje de luchar para que eso no pase más, para  que ninguna otra familia tenga que sufrir la pérdida de un ser querido sólo porque un señor está jugando a hacer una guerra que no comprende, que no sabe dirigir y que notoriamente está perdiendo.

Nombremos a nuestros muertos dicen los organizadores de la caravana; que sus muertes no queden impunes, que sus asesinos sean castigados, pero también nombremos a los responsables de ello, a los que mal gobiernan hoy y a los que han mal gobernado antes, de Luis Echeverría en el lejano 71, a Eduardo Bours hace sólo dos años, a Vicente Fox hace ya 10, a Felipe Calderón desde hace cuatro.

 

Porque para que nuestros muertos tengan justicia es menester castigar a los que dispararon…. Y a quienes permitieron que ello pasara.

 

{vozmeend}



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