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2012: Ópera tragicómica
Los presidentes que han sido… y los que quieren ser
Cuando yo era pequeñito/ a
mí mamita, le pregunté…
Balada del niño futbolero
 Entre las extremidades inferiores de la Sub 17 -superniños, nuevos niños héroes, pequeños gigantes y otros cursilocuentes títulos que los “cabeceros” de los medios de comunicación imprimieron para los imberbes mexicanitos, ases en las patadas-, las calamidades y angustias de 115 millones de mexicanos llegaron a su fin. Los ingentes problemas de la Patria tocaron fondo. “México”, proclamó el sub Felipe Calderón Hinojosa, “ya no va a ser el mismo” (¡¡!!). Se le olvidó, al presidente designado, decir a los compatriotas, en la susurrante voz de Doris Grey, “¿qué será, será?“. Ay, las ganas de prenderse al vuelo de la verde, como ayer al vuelo de las faldas de “la maestra”.
La noche quedó atrás: El histórico 11 de julio mexicano de 2011 los subversivos del movimiento por la paz con justicia y dignidad se quedaron sin razón de ser. ¿Quién recuerda ya aquel día de agosto de 2008 en que -en Palacio Nacional- se asumieron los 75 compromisos del Acuerdo Nacional para la Seguridad, la Justicia y la Legalidad en la primera reunión plenaria del Consejo Nacional de Seguridad Pública? ¿Quién queda, en el directorio de la Ética, con autoridad bastante para hablar de los 50 mil muertos en la guerra narca? Los ilusos evangelistas han sido desarmados. Que los muertos entierren a sus muertos, sentencia el más citado pero menos leído de los antiguos libros.
La noche quedó atrás/ pero me envuelve/ negra como un abismo entre ambos polos… Para olvidar la tragedia nacional, basta con unos buenos tiros ahí, “donde las arañas tejen sus nidos”, con la misma mortal puntería con la que siguen escupiendo plomo los cuernos de chivo.
Aquel día en
Palacio Nacional
En el recuperado, para efectismo mediático, Palacio Nacional, va a hacer ya tres años, Calderón Hinojosa sacó fuerza de su mano izquierda (José Alfredo Jiménez dixit) para firmar los acuerdos que restaurarían la tranquilidad en los hogares mexicanos. Según algunos que ya no creen ni en la paz de los sepulcros, asistentes al reciente “diálogo” en el castillo de Chapultepec, de aquellos compromisos quedan por redimir los capítulos sustanciales.
Es que, Calderón Hinojosa, es dado a olvidar los acuerdos suscritos con la sociedad mexicana a cielo abierto, pero es leal cumplidor de los arreglos políticos en lo oscurito. Lo reconoció hace unos días, sinvergüenza de su parte, Elba Esther Gordillo Morales al retrotraer su memoria hacia 2006, cuando Calderón Hinojosa le pidió apoyo electoral a sus corporaciones charras (ya tenía “la maestra” en sus manos también la patente del Partido Nueva Alianza.)
Como tampoco fueron arreglos políticos en la penumbra, sino compromisos aceptados en los ventilados espacios del castillo de Chapultepec, Calderón Hinojosa también se ha hecho el desmemoriado de la firma que estampó con la mano izquierda en noviembre de 2006 en el Acuerdo Nacional para la Unidad, el Estado de Derecho, el Desarrollo, la Inversión y el Empleo, propuesto por un grupo de más de 300 mexicanos encabezados por Carlos Slim Helú, y, según registro de sus impulsores, avalado entonces por un millón 200 mil ingenuos connacionales.
Nomás para dar idea de la envergadura de ese texto, en él se asentaron enunciados como Estado de derecho y seguridad pública; Desarrollo con justicia: crecimiento económico acelerado, sostenido, sustentable, con empleo y política redistributiva; formar y desarrollar capital humano y social; Reforma de la Administración Pública para hacer más eficaz y transparente la gestión al servicio de los ciudadanos, etcétera. Eso lo firmó -con la mano izquierda- el ahora presidente designado.
A Gordillo le ha
ido requetebién
Con los arreglos político-electoreros, negociados entretelones, a Gordillo Morales le ha ido requetebién. Por eso busca el refrendo con otros bellacos. Con el acuerdo nacional para la unidad de la República, firmado al aire libre ante cientos de testigos, a Slim Helú, por lo visto, no tanto. Tampoco a otros empresarios firmantes del pacto de Chapultepec que, por ello, han preferido dirigir sus inversiones hacia el extranjero. Según reporte de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), entre 2006 y 2010 México se ha puesto a la vanguardia en la inversión en la región (con incremento de 120 por ciento), en tanto que la inversión extranjera directa en el país se ha contraído en 10.4 por ciento.
Este ejercicio memorioso -con apenas someras referencias para efecto de ilustración- tiene la intención de ponernos al corriente sobre el valor de los compromisos de campaña electoral, a cuya culminación los votantes son remitidos al ejército de reserva en espera de nuevas elecciones y nuevas promesas. Nos recuerda aquel rapto de sinceridad de Vicente Fox en París, donde, en funciones de Presidente, confesó su tardío arrepentimiento por haber ofrecido a los electores un crecimiento económico anual de siete por ciento. Decía, en otro escenario y en otra ocasión, que a México le faltaban unos cuantos dólares para convertirse en la octava economía a escala mundial, y todavía más: Primero, como Japón; luego, como los Estados Unidos. Je je je.
Ahora estamos
como los haitianos
En la aciaga y ensangrentada gestión del presidente designado Calderón Hinojosa, en cuanto a crecimiento económico, México es comparado por agencias multinacionales con el devastado y atribulado Haití, que nunca ha presumido de barco de gran calado. Peor aún: Respecto de la competencia mundial en productividad (que no es lo mismo que producir goles adolescentes), el más reciente reporte 2010-2011 del Foro Económico Mundial informa que México descendió del lugar 60 al 66. Para decirlo pronto, otras fuentes que no andan en campaña electorera han procesado datos que indican que, aunque el potencial de México ha sido para un crecimiento de 3.5 anual, desde la década de los ochenta del siglo pasado no ha pasado de la cota de 2.7 por ciento anual, sea con gobierno priista o con su clon panista.
Retomando el tema de la productividad, análisis de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) señalan que el trabajador mexicano labora un promedio de 10 horas diarias, uno de los más altos, si no el más alto. entre los países miembros. Si la productividad desciende a pesar de esa extenuante jornada, la explicación no puede ser otra: En el periodo neoliberal, los salarios se han erosionado de manera vertiginosa. Verbigracia: Actualmente, 22.7 por ciento de la masa laborante mexicana percibe ingresos por cabeza de mil 200 a tres mil 200 pesos mensuales; esto es, de entre 100 y 260 dólares mensuales. Si a los estadígrafos de la Secretaría de Hacienda en precampaña presidencial -como lo han divulgado recientemente- les parece que el producto per capita en México ronda en los 15 mil dólares anuales, es que seguramente promedian los ingresos de los acaudalados Carlos Slim y Joaquín El Chapo Guzmán Loera -hombres de la nómina Forbes- con el precario de un marginado chamula.
De clase media
a vil proletariado
De esas ocurrencias manipulativas deriva la moda calderoniana de hablar sobre que México es ya un país de “pujante” clase media. Sólo que sea porque pujan de indignación aquellos estratos que se han venido desclasando al pasar de clase media alta a clase media a secas; de clase media a secas a clase media baja y de clase media baja al proletariado. El campesinado, por supuesto, ha pasado del proletariado al lumpen, exponible a la atracción del narcotráfico.
Para estampas de ese desolador y deprimente paisaje socioeconómico, la tentación es remitirse a Nuevo León, con sus expectativas económicas decrecientes y su barbarie creciente; con su altanería humillada. Pero el gobierno de los compromisos cumplidos y muchos más por cumplirse en el próximo sexenio, el del estado de México, blasona que ésta es la entidad líder, entre los estados federados, en generación de Producto Interno Bruto nacional, jactancia que no se compadece de la justicia redistributiva, a no ser la que comparte con el duopolio televisivo.
Para el Parlamento Ciudadano de México, que sustenta su análisis en estadísticas del Consejo Nacional de Evaluación (Coneval) del desarrollo social, en la patria chica de Adolfo El joven López Mateos existen siete millones 415 mil pobres (moderados o extremos) y otros cuatro millones 700 mil continúan en estado de vulnerabilidad. Se está hablando, pues, de 12 millones 115 mil mexiquenses en espera de esa justicia social que desde hace 65 años les viene prometiendo el PRI. Si sirve el dato para los que preocupa este tipo de temas, en la estadística de nuevos pobres a escala nacional, Edomex aporta una cuota de 783 mil incorporados a esa categoría.
¿Qué tal, si el dato se
nos viene geométrico?
Estamos hablando, ahí, del eventual futuro presidente de México, según los bien pagados deseos de Televisa y fauna de acompañamiento. Pero, ¿qué tal del presidente que no ha querido irse: Vicente Fox? Los sonorenses se vieron beneficiados con la gestión de los paisanos que llegaron a Palacio Nacional. Los veracruzanos, desde luego, con los dos paisanos que ligaron sexenios consecutivos, y hasta los poblanos, con el cuarto priista en el poder. ¿Y qué pasa con los guanajuatenses y la díscola estancia en Los Pinos de su paisano apócrifo Fox, de quien la difunta doña Mercedes Quesada declaró maternalmente: “No lo visualizo como Presidente”?
Ha pasado esto: Después de tres sexenios de ser gobernado por el PAN, Guanajuato, en materia de Desarrollo Humano, según el Programa de Desarrollo de la ONU, entre 2000 y 2006 -sexenio de Fox- no pudo moverse del sitio 22 en la escala nacional. Se movió, sí, ya con el panista Calderón Hinojosa, bajando del lugar 22 al 23 en 2008. Los indicadores informan que 164 mil familias guanajuatenses viven en pobreza alimentaria. Esto, a pesar de que los transterrados en Estados Unidos remiten a su parientes dos mil millones de dólares anuales; obviamente, una suma superior a lo que el gobierno destina a Desarrollo Social, Qué tal. Guanajuato es, en la actualidad, el tercer estado de la República en exportación de mano de obra a los Estados Unidos. Fox, en campaña, les decía a los mexicanos: No desperdicien oportunidades: Allá, en la Unión Americana, hay mucha chamba de jardineros. Después, le reclamaría a George W. Bush: Nuestros paisanos se encargan de tareas que ni los negros quieren hacer.
Por los caminos
de Michoacán
Con el michoacano Calderón Hinojosa en el placentero gozo pinolero, su estado ha vivido el incesante asedio de las fuerzas federales con la coartada del combate al crimen organizado. No obstante, cierto repunte en Desarrollo Humano se debe, sobre todo, a las remesas de los expatriados en los Estados Unidos (9.3 por ciento del total de los envíos, entre 18 y 20 mil millones de dólares) y a la política social del acosado gobierno estatal. Pero, ¡Aguas¡ Michoacán es el segundo estado receptor de remesas, después de Zacatecas. Ya, a fines de 2010, temerosos de la violencia en México, los emigrantes michoacanos decidieron no hacer a su entidad su tradicional visita de cada fin de año. Prefirieron trasladar a sus familias a los lugares donde tienen su ocupación y residencia -aunque fuera sólo en la ocasión navideña- y ver otra forma de hacerle llegar la ayuda para su subsistencia, de manera que no sean expoliados por la rapacidad de los intermediarios autorizados por la Secretaría de Hacienda y el Banco de México.
Ay, reata, no
te revientes…
Son -las anteriores-, trágicas alegorías que priman la suerte de 115 millones de mexicanos en inciertos tiempos de sucesión presidencial, mientras que los mandatarios asociados en la Conferencia Nacional de Gobernadores piensan, mediáticamente, en cómo integrar a los jóvenes de 15 a 20 años a la educación y el empleo, para rescatar del destino manifiesto a ocho millones de ninis; el presidente designado suplanta a los directivos futboleros -tomas ansiosamente requeridas a las cámaras de televisión-, para entregar la copa que ganaron los adolescentes mexicanos no dopados, como los otros; y el Instituto Federal Electoral -convencido, a conveniencia, de que habrá elecciones generales en 2012- pide austera y arteramente a la Cámara de Diputados federal más dinero, con el increíble pretexto de consolidar el modelo democrático del país y para garantizar los proyectos estratégicos de cara a las elecciones de 2012. En 2011, el insaciable IFE gasta más de 10 mil millones de pesos y quiere más, pero mantiene encriptados -reservados, según el argot de secretos de Estado- los resultados de auditorías de ejercicios presupuestales anteriores. Ay, reata no te revientes, que es el último jalón.
PD: La próxima sucesión presidencial se ve ¡tan seria!, que el extravagante José Luis González Meza -de demencial trayectoria en la picaresca mexicana, viejo conocido de Carlos Salinas de Gortari, sobre quien publicó en 1987 Un asesino a la presidencia- ya se ha autonominado como candidato independiente a la presidencia de México 2012. Y está vehementemente convencido de que puede ganarla. ¿Quién sigue?
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