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El filósofo griego Aristóteles. Nicolás Maquiavelo.
Pasado con cultura y presente dudoso
Fernando Díez de Urdanivia
La inclinación de los que hemos pasado las seis o las siete décadas a considerar el ayer superior al hoy con frecuencia padecemos de una manía de viejo, pero de repente hay realidades que justifican la idea.
Ha llegado a las manos de quien esto escribe un ejemplar de la Biblioteca Enciclopédica Popular difundida por la Secretaría de Educación Pública. El librito, de 90 páginas en tamaño medio oficio, forma parte de una colección que aparecía semanalmente, y en 1946 había llegado al número 128.
Con el título Evocación de Aristóteles, el fascículo contiene una selección de pensamientos del filósofo estagirita, debida a Antonio Caso. La publicación de la serie era semanal y en la página tres de cada volumen aparecía la leyenda que anunciaba la posibilidad de suscribirse con una cuota de cinco pesos que daba derecho a veinte publicaciones o de doce que garantizaban los 52 cuadernos correspondientes a un año.
Entre los títulos a los que se podía tener acceso, estaban El príncipe de Maquiavelo, Nuestra América de José Martí, Vida del periodista Filomeno Mata, El contrato social de Rousseau, El Libro de mis recuerdos de García Cubas, La producción en el campo y Noticia histórica de Michoacán. En resumen, era la entrada a un saber de tendencia universitaria.
Tiempos de la presidencia de Manuel Ávila Camacho, con Jaime Torres Bodet en la Secretaría de Educación. Distancia de 60 años con los días actuales. Lejanía que parece de milenios entre el acceso de que tenían los jóvenes al conocimiento y el que hoy tienen nuestros hijos.
Juan Jacobo Rousseau
No se necesita ser padre ni abuelo para sentir un hervor indignado de la sangre. No es preciso pertenecer a uno u otro partido para decir que los que pasan hoy por el gobierno, y los que han pasado durante las últimas décadas, tienen la idea de la educación que puede tener un mudo del idioma sánscrito.
A los improperios que concita un artículo como éste, se agregarán seguramente la observaciones certeras de que ha sido escrito por un viejo ideático que no tiene noción de los propósitos del gobierno, y carece de autoridad para manifestar su cansancio con un disquito que viene escuchando desde que era niño.
También se le dirá que no es un problema nacional, porque no llega a los vástagos de la clase política, con sobrados recursos para irse a estudiar al extranjero volver preparados para decir que salvan al país.
El presidente Manuel Ávila Camacho.
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