Una obra de risa… REGINO DÍAZ REDONDO
“La crisis no empezó en Europa; Lehman & Brothers no era un banco europeo”. Laurent Faubius, Ministro de Asuntos Exteriores de Francia
MADRID.- Sonría pero no se carcajee, aunque la obra teatral propicie el bostezo, los actores sean pésimos y el argumento infumable. Eso sí, mantenga el tipo, no la recomiende y pídala al Santo Grial que pronto salga de cartelera.
Obama.
La coreografía es europea, los protagonistas, seres de otro mundo, de países periféricos indolentes, manejables y malcriados. El elenco lo compraron por peso -a tanto la tonelada- es numeroso y escogido después de pasar las pruebas de fidelidad.
Que nadie se salga del guión: quien maneja el guiñol, mueve a los títeres, los mete y saca del escenario; estos hacen chistes de mal gusto o reiterativos. Aguantan los catorrazos que les propinan, ruedan por el suelo, si es preciso, y se yerguen triunfantes poco antes de caer el telón.
Esa fue la orden de arriba, del norte, donde se construye la tramoya entre bambalinas. La coreografía, nada de otro mundo. La música es wagneriana. El productor nació Alemania del Este, estudió física cuántica pero cambió de profesión porque ganaba poco dinero y sus cálculos aplicados a la economía han dado estupendos resultados en política.
No obstante, su felicidad es ya cuestionada y puesta en tela de juicio. Los espectadores dudan de su buena fe porque los asientos están viejos, los palcos vacíos, el patio de butacas a medio llenar y los pasillos sucios. Los empleados se quejan, no reciben propinas y buscan trabajo allende para mantener a sus familias. La tristeza griega, portuguesa, española, italiana, se extiende a Chipre y el público holandés está a punto de contagiarse del descontento de sus vecinos del sur.
Bush el renacido.
No es agradable el ambiente, la rutina cansa. Asistir por obligación, molesta; aplaudir, se hace cada vez más difícil y los desertores aumentan. Prefieren dormir en parques y jardines y comer cualquier cosa a la sumisión y el mal trato.
Ven como se privilegia a empresas extranjeras que son dueñas del tinglado sin más esfuerzo que cobrar el alto precio de las entradas y la absurda trama elaborada con desechos del Lido y del Moulin Rouge.
Europa, la casa de todos, está en manos de un pequeño grupo poderoso, fundamentalmente respaldado por capital americano y asiático. Ha formado una multinacional de acero que fija conductas, señala rutas, alimenta a sus guaruras y los recompensa con generosidad por guardarle las espaldas.
Empero, en el horizonte, aún lejos, se acercan nubarrones que no presagian nada bueno. Las que antes eran rayas grises que se esfumaban con un simple soplo, ahora se aproximan, peligrosas y cargadas, para reivindicar el respeto a los sojuzgados y construir nuevas avenidas a cuyos lados nazcan árboles frondosos que embellezcan y den sombra para guarecerse del sol que cae a plomo sin piedad.
La situación llegó a su clímax. En la carpa, se exhibe la inestabilidad del continente. Éste, pierde la razón y hay que acudir al rescate. Su decadencia y empobrecimiento empiezan a hacer estragos en las sociedades desarrolladas más allá de los mares.
Donald Rumfield.
El presidente Obama, agobiado por una derecha implacable e infectada, vuelve la cara hacia aquí. Para su reelección necesita que las finanzas del viejo continente estén sanas y no sigan debilitándose. Sabe también, -consejeros tiene-, que la economía global se sustenta en acuerdos interoceánicos.
Sin seguridad y con bajos niveles de vida en Europa, la economía estadunidense sufre y se refleja en las encuestas. Desciende la popularidad del demócrata y la herida le pasa factura. Tiene que reconquistar la confianza del elector asegurándole su tranquilidad.
En el último acto, vemos que el Casino Global, tan útil en los tiempos del torpe George W. Bush, necesita mantenimiento. Sus paredes se ennegrecen con rapidez. Hay que lavarles la cara.
Si por negligencia o sordera el inquilino de la Casa Blanca es reemplazado por un adversario previsible, defensor de la infame ortodoxia de Dick Cheney y Donald Rumsfeld, la situación será insostenible.
El pueblo estadunidense razona pero a veces se equivoca. Esperemos que acierte en noviembre próximo. Con Mitt Romney, los problemas se agravarán y si no, al tiempo.
La alternancia política es conveniente pero no ahora. Obama es oxígeno para los países necesitados de aire fresco; una garantía de libertad y cambios hasta donde se lo permita el Capitolio.
Después de una serie de diálogos y enfrentamientos entre los actores, la obra se desarrolla con polémica y la confrontación ideológica. No aprendemos del pasado y lo peor puede ocurrir. No es una utopía.
Politólogos y economistas coinciden en que la dispersión de puntos de vista, matizados, oscuros o ininteligibles, es necesaria pero no definitiva.
En las conversaciones, los protagonistas no utilizan el prefijo a (ateo, aconfesional, apolítico, amoral… etcétera) porque predomina la confusión y las tendencias no están claras. La a privativa es consecuente con el diccionario pero no debe aplicarse a nuestras virtudes o defectos. La descomunal relatividad que gobierna y dirige a las democracias lleva intrínsico el pragmatismo peyorativo de las personas.
Sí, lo que hoy es agua fresca y limpia, puede convertirse en un vertedero de basura en unos minutos, quizá menos.
Por la misma carretera que se dibuja en el parqué, transitan en dirección contraria unos y otros. Por tanto, chocan y se enfadan. Al final, hasta pueden charlar los honestos con advenedizos. Y, quizás, se despidan con un fuerte apretón de manos, falso pero necesario.
Las posiciones rotundas, claras, sean las que fuesen, son cargas obesas que nos aplastan cuando debería ser al revés.
Según el guionista, la Unión Europea está compuesta por una banda de músicos que desafinan entre sí. Un solo cuerpo es bicéfalo (Consejo y Comisión), con sus divisiones como el Banco Central y el Eurogrupo que se van por la libre porque no hay una autoridad bancaria ni un solo juicio compartido.
Dick Cheney.
La obra lleva mucho tiempo en cartelera. Los intérpretes se preguntan ¿cómo se pueden poner de acuerdo organizaciones tan soberbias como el FMI, los Bancos Mundiales, los inversores en Bolsa y los gobiernos de signos distintos?
Existe tal diversidad de menús que distorsionan nuestras preferencias y aumentan la cautela y los temores.
Europa está a las órdenes de políticas verticales, trazadas unilateralmente y sin consenso.
A ver si encontramos a Daniel Barenboim para que los meta en cintura.
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