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Ediciòn 285
Escrito por Abraham Garcìa Ibarra   
Sábado, 30 de Junio de 2012 01:39

ITINERARIO 2012

ABRAHAM GARCÍA IBARRA

El opio, la religión del imperialismo
¿
Y por eso nos matamos?
La religi
ón es el opio de los pueblos
Carlos Marx

SIEMPRE RESULTA UN EJERCICIO INGRATO y doloroso documentar las estadísticas del horror, particularmente cuando éstas tratan de la vida humana, pero en este oficio nuestro es imperdonable ejecutar el maquinazo sólo para salir del paso. Sin ánimo de extrapolación, ya que, después de todo, son historias articuladas, vamos al grano:

Itinerario7

Segunda invasión de Indochina (Vietnam)

Para repetir que México -a fin de situarnos en un eje rector del tema, vale mencionar a Colombia y Afganistán-, es nuevamente víctima de la perfidia gringa, requerimos trazar, aunque sea a grandes rasgos, el cuadrante histórico de la tragedia mexicana.

Como promisoria consecuencia de la Segunda Guerra Mundial vinculada al nacimiento de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Cuarta República de Francia, celosa de su legado en pro de los Derechos Humanos y de los compromisos suscritos por la alianza antifascita entre comunistas y socialistas, pero también congruente con los movimientos insurgentes en sus viejos dominios, empezó un proceso de descolonización en el que reconoció como beligerantes independentistas a Vietnam, Laos y Camboya.

La reina Victoria.
La reina Victoria.

Para decirlo pronto, tampoco se trató de una actitud voluntarista. Se trató de un imperativo realista: Una China triunfante bajo la sabia dirección de Mao Tse-Tung no escatimó su apoyo al Viet Minh, surgido en 1941 como catalizador de las fuerzas de Vo Nguyen Giap y el legendario Ho Chi Min, quien el 18 de agosto de 1945 lanzó  la proclama de insurrección general. Los franceses colonialistas, impulsados menos por la nostalgia que por los apetecibles frutos de los arrozales, el caucho y la adormidera (placenta de la goma de opio), todavía pretendieron retener sus colonias asiáticas, pero el Tratado de Ginebra disuadió su propósito. En 1954, Francia saludó la soberanía de Vietnam en dos estados, si bien los nacionalistas pasarían la posibilidad de reunificación o separación definitiva por el referéndum.

Y, ¿qué son los tratados internacionales para los Estados Unidos? No les conceden ni el valor de la tinta y el papel en que se imprimen. De ahí que, cuando la dinámica liberacionista empujó a los sureños al golpe de Estado contra el emperador Bao Dai, la bota gringa se hizo presente. Bao Dai, más que conductor y benefactor de su pueblo, era el zar del opio asiático. Ngo Dinh Diem y Van Minh, con los Estados Unidos detrás, se apoderaron del imperio de la droga.

Y entonces apareció la CIA

Obviamente, la mano que movía la cuna era la de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Subrayar este dato: La CIA proveyó a los contingentes armados de Diem de una red aérea bajo el supuesto de apoyar la resistencia del Kuomitang contra las guerrillas comunistas inspiradas en el maoísmo, que estrujaba también las entrañas de Laos y Camboya.  En efecto, de ida, las naves estadunidenses iban cargadas de suministros y armas. De regreso, salían cargadas de opio. Los medios de comunicación norteamericanos empezaron a acuñar el santo y seña: Air Opium, S. A. C. V., aunque no desestimaban los avances del Vietcong.

De ahí p’al real: Cuando los monjes budistas empezaron a inmolarse, John F. Kennedy creyó poder contra el poder de los señores de la goma y ordenó la suspensión de los vuelos. Hacerlo le costó la vida en 1963. Diem fue derrocado, pero el nuevo aliado, Nguyen Van Thieu, ya le había tomado cariño a la rentable empresa. Hong Kong, dominio británico, se encargaría de suministrarle los precursores químicos para elevar la calidad de la heroína y la morfina, si bien los Estados Unidos simulaban tener más interés en las vetas de tungsteno y estaño y en impedir que la insurrección contaminara Malasia, Indonesia y Filipinas.

(No estorba recordar que, en 1842, la Inglaterra victoriana se agandalló Hong Kong  en perpetuidad merced a la derrota del imperio chino -consecuencia de la primera guerra del opio que los ingleses desataron en la región para controlar la goma. Tampoco estorba recordar que, cuando Kennedy impulso en América la Alianza para el Progreso, dispuso el envío al sur de los temidos Cuerpos de paz, cuyos voluntarios se sintieron en el paraíso quemando con gringa alegría las variedades de mota Santa Marta gold o la Punto rojo, cultivadas en Centroamérica.)

Las estadísticas del horror

Para entonces -volvemos al entorno asiático-, si a los mandos de El Pentágono les importaban especialmente los dividendos de la producción y el tráfico de la sustancias “prohibidas”, la tropa ya le había tomado sabor a la nieve, cuyo consumo les era autorizado para “darles valor” frente el escurridizo y temible enemigo, contra el que nada podían el napalm ni el agente naranja, arrojados indiscriminadamente en toneladas métricas sobre el territorio del indomable adversario por órdenes de Lyndon B. Johnson, ya consignado en la historia como el primer Presidente militarizado en el último medio siglo norteamericano.

 

Itinerario1

 

Va el dato que nos interesa: Para cuando, en 1975, cayó Saigón, el recuento de los daños computó 58 mil 169 soldados norteamericanos muertos, 304 mil heridos y dos mil 29 desaparecidos (las secuelas incapacitantes para los Estados Unidos fueron tres veces mayores que las registradas en la Segunda Guerra Mundial). Esto es, en más una década de una guerra internacional de tan desmesurada magnitud (USA llegó a desplazar hasta 580 mil activos hacia aquella región), las Fuerzas Armadas gringas perdieron menos vidas que las que en menos de seis años México ha perdido en la guerra narca.

Cuando Richard M. Nixon ordenó la retirada y creó la Drug Enforcement Agency (la afamada DEA) con el objetivo de combatir el tráfico y la drogadicción en territorio propio, el huevo de la serpiente ya había quedado incubado. Nixon había pactado con los jefes mafiosos locales -sobre todo con Meyer Lansky, de quien había sido abogado de cabecera y éste uno de los más generosos donantes a sus campañas electorales- una detente interior, pero el fenómeno era ya irreversible. Y cómo no: Para enfrentar la subversión doméstica -levantiscas minorías negras y sublevación juvenil, etcétera- la CIA aplicó como disuasivo la distribución masiva de droga -acaso a título gratuito- en barrios lumpenizados y en las escuelas. La clase dorada en las grandes ciudades ya estaba entregada a sus caras disipaciones en las que primero el cáñamo sagrado y luego los polvos mágicos eran de consumo obligado.

El huésped del Salón Oval empleó sus agencias punitivas para imponer el combate a las drogas en el extranjero (desde allá viene lo que ahora es la Iniciativa Mérida), pero, al ser defenestrado, los jefes mafiosos se sintieron liberados de la palabra comprometida, y ya con Ronald Reagan podían verse a sus anchas en la Casa Blanca. Y no es metáfora: Es literal.

Crimen como política de Estado

Después de intensos y largos  años de confrontación política y armada al régimen vesánico somocista en Nicaragua, unificadas las tres vertientes del Ejército Sandinista de Liberación Nacional (ESLN) para el combate final, el 17 de julio de 1979 huyó del país el tirano Anastasio Somoza, formado militarmente en West Point (USA). Dos días después, entró a Managua la Junta de Reconstrucción Nacional auspiciada por el Frente Patriótico, cuyas primeras acciones revolucionarias consistieron en la nacionalización de tierras y propiedades del propio Somoza, familiares y compinches que usufructuaban el 40 por ciento de la economía nacional, pecado mortal (el de las expropiaciones) a los ojos de Reagan, quien ya había hecho mancuerna con la inglesa Margaret Thatcher para consagrarse a su Revolución conservadora.

Bao Dai
Bao Dai

A su proyecto contrarrevolucionario para Nicaragua, que implicaba el exterminio de los sandinistas, se prestaron los intereses anticomunistas internos que sonsacaron la deserción de Edén El comandante cero Pastora, quien, con dos mil 500 tropas, consumó la primera invasión desde Honduras. Hacia 1983, Reagan -de espaldas de El Capitolio y contra la repulsa de sus propios electores-  reconoció que había autorizado a la CIA operaciones encubiertas en respaldo a los nuevos rebeldes, a quienes consagró como combatientes de la libertad. Le importó un bledo que México, Colombia, Venezuela y Panamá se opusieran a sus planes de cara al riesgo de que la guerra se generalizara en toda América Central.

Tope en ello, en noviembre de 1984 el FSLN fue legitimado en las urnas por el 67 por ciento de los participantes en las elecciones. Reelecto a su vez, Reagan porfió en su ataque a Nicaragua y en abril de 1985 ordenó el bloqueo comercial contra el país y el embargo de propiedades en el exterior. En 1986 la Asamblea Nacional nicaragüense promulgó una nueva Constitución, estableciendo el régimen presidencialista y ampliando el mandato presidencial a seis años. De nada valió al sandinismo formar la Comisión Nacional de Reconciliación, ni los esfuerzos pacificadores del Grupo Contadora. La oposición, ahora personalizada en la figura de Fernando Chamorro, contó con el apoyo gringo para consolidar orgánicamente la contra. Y aquí empieza una nueva perversa historia: La droga como política de Estado.

El affaire de la operación Irán-Contra

Existe una mafia militar de neta ideología fascista que avanza sobre el poder y de la cual Oliver North es uno de sus exponentes más destacados”, escribió en su oportunidad el director del Instituto de Estudios Políticos de los Estados Unidos, Saúl Landau.

El Oliver North que nombra el académico citado, era el jefe de la Oficina de Asuntos Militares del Campo Nacional de Seguridad (USA), cuando fue designado por Ronald Reagan para dirigir la operación Irán-Contra, popularizada por los medios estadunidenses como el Irángate. Tuvo como segundo deabordo a John Poindexter.

John F. Kennedy.
John F. Kennedy.

En audiencia en El Capitolio, y a pregunta expresa del senador demócrata John Kerry, el narcotraficante Roberto Millán Rodríguez, respondió que dinero procedente del narcotráfico fue usado por los contras nicaragüenses. De ese expediente surge el dato -revelado por Eugene Hasenfus- de que pilotos de la compañía Southern Air servían a la CIA como mulas en las operaciones de apoyo a la contra. Una nave de esa empresa fue derribado por fuego antiaéreo de los sandinistas.

También ante comisiones del Congreso estadunidense, otro narcotraficante, Julio Morales, confesó que aerotransportaba armas para la contra desde Costa Rica, donde las recibía del agente de la CIA John Hull. Los aviones regresaban a los Estados Unidos cargados con toneladas de droga. Otros personajes nombrados por Morales fueron Adolfo Chamorro y Octaviano César, identificados como agentes de la CIA. Millán Rodríguez y Morales eran pilotos. En la documentación puesta en manos del senador Kerry se señala a otros doce individuos, entre los que se menciona a Jack Terrel, con vinculaciones con la CIA.

Por dichos expedientes se sabe el general Richard Secord, de los hombres de North y Poindexter, dispuso de al menos 100 mil dólares para tratar de bloquear una investigación del Departamento de Justicia (USA) sobre la actividad de los narcotraficantes. Secord fue identificado en 1983 como participante en una red secreta norteamericana-israelí que transportaba armas adquiridas en Polonia y Checoslovaquia hasta los cielos de El Salvador y Costa Rica, donde las arrojaban en paracaídas. El gobierno de Australia  puso el dedo contra Richard Secord, ante el Congreso norteamericano, junto con otros tres agentes de la CIA (Tom Clines, Theodore Schakley y Rafael Quintero) como responsables del suministro de droga a los soldados norteamericanos en el sudeste asiático en los años de 1965 a 1973.

La cadena televisora ABC difundió que los embarques de armas desde Polonia y Checoslovaquia eran pagados con dinero trasegado de fondos gubernamentales. Se documentó una partida de 20 millones de dólares. A lo largo de investigaciones periodísticas se dio a conocer que el jefe de las Fuerzas Armadas de Honduras, Humberto Regalado actuaba también como operador de la CIA en la operación comentada. (Los bárbaros del norte/ la contra mexicana, Abraham García Ibarra, 1988.)

Fe bautismal del Cartel de Medellín

Por primera vez aparece también implicado el Cártel de Medellín, de Colombia. En su nombre, Ramón Matta Ballesteros, según su propio testimonio, movió al menos una partida de 10 millones de dólares para financiar la operación. A partir de entonces a Medellín se agregarían los cárteles de Cali y del Valle. Obviamente, de esa colaboración de los cárteles colombianos con la política reaganiana les vino un status de institucionalidad que les permitió el libre  acceso aéreo al ávido mercado de consumo norteamericano y el enorme auge económico que en ese periodo alcanzó Colombia, desplazando a México como primer proveedor de mariguana a  los Estados Unidos, posición que rescató nuestro país a mediados de la década de los noventa, pero su competidor se compensó con el apogeo de la cocaína. Y aparecieron las leyendas: Pablo Escobar Gaviria, Gonzalo Rodríguez Gacha, Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela; Jorge, Juan David y Fabio Ochoa Vásquez, Carlos Lehder Rivas.

Lyndon B. Johnson
Lyndon B. Johnson

El ambiente se vio enrarecido por la implicación de la guerrilla y la aparición de las primeras bandas paramilitares que inundaron de sangre el territorio colombiano; tanta, como la inundación de dólares que circularon por las venas de nuevos proyectos de inversión, algunos francamente extravagantes, no sólo en los sectores económicos, sino en la política electoral. Cuéntase que, en auditoría practicada a las empresas de los hermanos Rodríguez Orejuela, se descubrió que realizaron unas seis mil 400 operaciones bancarias para financiar la campaña electoral de 1994, con una suma superior a los tres mil millones de dólares. Uno de los favorecidos sería el candidato presidencial  Ernesto Samper. Después, como resultado del llamado Proceso 8000 el número de operaciones computadas fue 40 mil transacciones con aquel fin.

En un cálculo conservador, se estima que la violencia en Colombia, derivada de movimientos guerrilleros y de ajustes de cuentas entre los cárteles de la droga, ha costado el país más de 60 mil vidas en el último medio siglo. El dato queda aún por debajo de la estadística de la guerra narca en México en los últimos seis años.

El Plan Colombia y el viento a Juárez

Vendría entonces el impuesto Plan Colombia con el que la Casa Blanca pretendió lavar sus culpas. Al final del día, según lo documentan con estricto rigor documental Adolfo León Atehonda Cruz y Diana Marcela Rojas Rivera (El narcotráfico en Colombia: Pioneros y capos) “las organizaciones criminales sorprenden por su capacidad de reproducción, por la innovación permanente de sus métodos para acumular capital y defender sus intereses.

Pablo Escobar Gaviria
Pablo Escobar Gaviria

Los narcotraficantes colombianos no son la excepción. En las últimas tres décadas, el tráfico ilícito de drogas en Colombia ha sabido soportar las acciones de represión del Estado y adapatarse a los avatares del mercado internacional, así como a las distintas estrategias antinarcóticos aplicadas por los Estados Unidos en la región andina. De la misma manera, sus protagonistas han hecho alianzas, coaliciones y desatado guerras frente a múltiples actores concurrentes, domésticos y externos, en la lucha por el control de esa industria. La historia continúa”.

Operación Libertad duradera en Afganistán

George Bush padre, como director de la CIA y como vicepresidente de los Estados Unidos con Ronald Reagan, fue protagonista de la operación Irán-Contra. Su hijo El renacido no quiso ser menos que el padre. So capa de castigar los atentados del S11 dispuso la operación Libertad duradera sobre territorio de Afganistán.

Itinerario6

Con independencia de los intereses geoestratégicos relacionados con el potencial energético de aquella región, el dato más recurrente de los resultados de dicha operación, según lo documentan los medios de los propios Estados Unidos, es que con la presencia de los ejércitos aliados, Afganistán ha recuperado el liderato en la producción y tráfico de opio y sus derivados (heroína y morfina), que había perdido durante la gestión gubernamental de los talibanes. Barack Obama procesa el retiro de las tropas gringas de aquel país. Tira el agua sucia con todo y niño.

Tanta sangre, ¿para qué?

Como es ya del dominio público, los excedentes del narco sirven para todo: Principalmente para el salvataje de un sistema bancario mundial llevado deliberadamente a la quiebra por sus detentadores. Decía Marx que la religión es el opio de los pueblos. El revire retórico es que, en la era de la globalización, el opio (la coca, la mariguana, etcétera) es la religión del sistema capitalista y de su predicador los Estados Unidos, donde el falso puritanismo envilece a su sociedad y exporta muerte a la cuatro rosa de los vientos.

Del recuento aquí resumido, apenas queda espacio para la moraleja. Buscar legitimidad de gestión cuando no se tiene la legalidad electoral plena, desatando irreflexivamente una guerra no deseada por los mexicanos antes de que fuera declarada y durante su sanguinario desarrollo, más que un crimen, es una monstruosa estupidez.

 



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