MEMORIAS DEL PATIO TRASERO ABRAHAM GARCÍA IBARRA
Petróleo: Hasta la última gota
“Carta” a Enrique Peña Nieto
“Dadme cincuenta, cuarenta o treinta años más de vida y os proporcionaré la posesión del continente americano”. William H. Seward Secretario de Estado norteamericano (1867)
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DISPUESTO A GASTAR hasta el último centavo del presupuesto para placeres vicarios, el presidente panista saliente Felipe Calderón Hinojosa aprovechó el mes de la Patria para escaparse a Rusia y Singapur, donde hizo gala pública de su mejor inglés -en Vladivostok denunció que el PAN le pidió apoyos ilegales a Josefina Vázquez Mota en las elecciones presidenciales. Qué paseíllo diplomático de tan alto vuelo. De regreso, sólo cambió petacas para irse a los Estados Unidos, su querencia. De su lado, el priista Presidente electo Enrique Peña Nieto revisó la rosa de los vientos y prefirió explorar el sur de América, con el afán -dijeron sus voceros- de rescatar el liderazgo latinoamericano de México, despreciado durante los cuatro últimos sexenio tecnoburocráticos. En tanto, la República se plaga de especímenes practicantes de “turismo” político. Algunos no tan misteriosos.
Las andanzas de Tony Blair
Este no es un acertijo, pero igual puede plantearse como tal: ¿En qué se parecen la trasnacional Glencore, la gigante sudcoreana del petróleo UI Energy Corporation, y el dictador de Kazajstán, Nursultán Nazarbáyev? En que los “grandes” medios mexicanos parecen no conocer su existencia. Ni les interesa.
Tony Blair
Glencore exhibe su acta constitutiva en Suiza, pero el cuartel de sus transacciones internacionales está situado en la Isla Jersey, en el Canal de la Mancha, un solicitado paraíso fiscal internacional. De aquella trasnacional se habla escandalosamente desde los tiempos de la Sudáfrica del Apartheid y se le reputa como un astuto cártel que se las sabe de todas, todas, en materia de rodeo o violación de contradictorias regulaciones nacionales de los países hasta donde extiende el teatro de sus operaciones.
Aunque la coartada de su constitución es la actividad minera, Glencore se las arregla para aplicar sus traders a la competencia financiera, que le reditúa, según los expertos, más ganancias que las que obtienen los bancos. Que ya es decir. No hace mucho Glencore, que gusta de columpiarse en la cuerda floja, fue nombrada desde Qatar -sede del cuartel desde donde el Comando Central de los Estados Unidos para el Golfo Pérsico- por cierto arreglo salvador que tuvo como coprotagonista a la minera Xstrata.
Qatar es gobernado por una monarquía absoluta; por supuesto, nunca ha tenido elecciones. Ha sido el escenario del affaire Glencore-Xstrata. El tercer actor fue el Fondo Soberano de Qatar. El amable componedor fue el ex Primer Ministro inglés Tony Blair.
UI Energy Corporation tiene especial predilección por la Familia Real de Kuwait, desde donde dirige sus operaciones al resto de la región. Kuwait es un referente obligado para recordar la heroica Operación Tormenta del Desierto, del no menos heroico George Bush, padre.
Kuwait, donde opera UI Energy Corporation, es un expediente imprescindible para seguirle la pista a la posterior tragedia de Afganistán e Irak. Para desencadenar estas guerras por el petróleo, George W. Bush hijo contó como aliado con el ex Primer Ministro inglés Tony Blair.
Nursultán Nazarbáyev, es dictador de Kazajtán, pequeño pero poderoso enclave energético de Asia Central, al que Mijael Gorbachov le reconoció la independencia en 1990. Desde entonces, Nazarbáyev ocupa el trono. Su última “elección” en 2010 la logró con 95.54 de los votos. Debe tener su IFE. Su tripié es: petróleo, gas y mano dura. Nazarbáyev tiene contratado como asesor al ex Primer Ministro inglés Tony Blair.
Tony Blair ha operado desde 2007 como emisario plenipotenciario del llamado cuarteto: EU-ONU-Unión Europea-Rusia, para “democratizar” el Medio Oriente. Blair pretendió mantener en secreto sus contratos privados, hasta que el Comité de Consejo para Empleos Comerciales del Reino Unido le quitó la careta. Aunque se habla de que por esos servicios ha capitalizado unos 37 millones de dólares, vox populi londinense de tabloide da por buena la versión de que, después de que dejó su encargo -y al Partido Laborista en la estaca- ha acumulado fortuna por unos mil millones de dólares.
Sus vocaciones: El petróleo y la guerra
Ese es el flemático Tony Blair que, en el mes de la Independencia de México, estuvo en el Distrito Federal para aromatizar al gobierno saliente de Felipe Calderón Hinojosa y dar consejos al Presidente electo Enrique Peña Nieto. Lawrence de Arabia redivivo, su fuerte son petróleo y guerra. Dicho con más propiedad, la guerra para apropiarse del petróleo ajeno.
Venustiano Carranza
Si bien la agenda de Tony Blair en México estaba programada semanas atrás, su consejera presencia coincidió con la explosión en un Centro de Recepción de Gas de Petróleos Mexicanos (Cuenca de Burgos) en Reynosa, Tamaulipas, de la que se han contabilizado -al redactar estas líneas- al menos 30 muertos, la mayoría empleados de contratistas privados, no de la paraestatal; suceso que ha dado pie al recalentamiento de la ofensiva mediática para extinguir Pemex y entregar los saldos de la industria insignia de México a particulares porque, a decir del coordinador de la bancada del PRI en San Lázaro, Manlio Fabio Beltrones Rivera, hay que echar al bote de la basura tabús y dogmas del régimen constitucional que, entre otros imperativos, postula nuestra soberanía energética.
“Líderes” dan mandato a Enrique Peña Nieto
Con la propaganda que le hace Felipe Calderón Hinojosa a su guerra narca, uno se imagina que México se ha quedado sin líderes libres. Los boletines oficiales hablan de que la mayoría de esos líderes está a buen recaudo, y las bandas del crimen organizado desbandadas, acéfalas, debilitadas, extinguidas, exterminadas, Rip. Salvo, por supuesto, la de Joaquín El Chapo Guzmán Loera.
Pero -en este México lindo y querido- hay todavía muchos líderes mexicanos -según clasificación de una autorizada asociación de servicio humanitario- que andan sueltos por ahí, como Pedro por su casa. En la selección (de 300, en la lógica del Duque de Otranto y don Agustín Legorreta), de esa asociación -no se sabe con qué metodología- aparecen patriotas mexicanos (su liderazgo “es incuestionable”) como Carlos María Abascal Carranza (+), Pedro Aspe Armella, Joel Ayala Almeida, Mariano Azuela Güitrón, Francisco Barrio Terrazas, Manuel Bartlett Díaz, Manlio Fabio Beltrones, Eduardo Bours Castelo, Víctor Manuel Camacho Solís, Onésimo Cepeda Silva, Diego Fernández de Cevallos, Pedro Ferriz de Con, Vicente Fox Quesada, Francisco Gil Díaz, Jorge Emilio González Martínez, Elba Esther Gordillo Morales, Fauzi Hamdan Amad, Francisco Hernández Juárez, Roberto Hernández Ramírez…
Germán Larrea Mota Velasco, Roberto Madrazo Pintado, Ricardo Monreal Ávila, Arturo Montiel Rojas, Ramón Muñoz Gutiérrez, Jesús Ortega Martínez, Adal Ramones, Norberto Rivera Carrera, Leonardo Rodríguez Alcaine (+), Carlos Antonio Romero Deschamps, Marta Sahagún de Fox…
De todo, como en botica: Burócratas descontinuados, ministros de la iglesia y de la Corte, caciques sindicales, abogados, legisladores que fueron o siguen siendo; empresarios, desde luego.
A comparecer ante esa pléyade en congregación, fue convocado recientemente Enrique Peña Nieto. Antes de aparecer, sin embargo, había sido emplazado como Presidente electo por los fabricantes de líderes citados: El “toma y daca” de Peña. En el centro de gravedad del toma y daca aparece el petróleo: “El gobierno del nuevo PRI de Enrique Peña Nieto quiere un Pemex renovado”.
Reforma Constitucional ¡Ya!
Y dice así: “La reforma energética que permita la participación de capital privado en la exploración y extracción de gas así como producción, transporte, almacenamiento y distribución de combustibles que perfiló el candidato electo Peña Nieto, requiere necesariamente una reforma constitucional”. ¡Órale!
El magnicida León Toral y Álvaro Obregón
Para eso, “el tricolor tendrá (nótese el acento imperativo) que cambiar el artículo 19 de la Declaración de Principios donde los priístas ratifican que “el dominio directo, inalienable e imprescriptible de la Nación sobre los hidrocarburos y demás recursos naturales del subsuelo”. Con eso está dicho todo.
De cómo se construye Patria
Para llegar al feliz desenlace de esa emocionante trama, los que quieren ver e ir hacia adelante a la mejor tienen deseos -al menos curiosidad- de mirar hacia atrás. Después de todo, hay sangre derramada y luto nacional:
La Patria no es producto de la generación espontánea, ni surge de la ciencia infusa. Hombres -suele haberlos-, hombres de excepción apuestan la vida por darse una para compartirla con el prójimo. Hombres como Hidalgo y Morelos, y otros de inigualable tamaño, proclamaron la Independencia de México.
Entre el freno a pretendido Imperio mexicano y la gestación de la República, la mexicana sociedad fluctuante -que apenas vence los residuos de la Colonia- ha de encarar la primera prueba de su Independencia.
Primera reacción: La de los esclavistas
Colocados frente al decreto insurgente que proclama la abolición de la esclavitud en la América Mexicana, los esclavistas sureños de los Estados Unidos acometen la primera intriga para apoderarse de Texas. Temen que sus esclavos crucen la línea fronteriza para declararse libres. El primero que paga las consecuencias, es el presidente norteamericano Martin Van Buren, que ha de renunciar, acusado por los esclavistas de traición, por oponerse a la anexión de Texas. Sus detractores le imputan complicidad con Inglaterra que -dirían- quiere abrir brecha en ese territorio para cobrarse la revancha.
Guillermo Howard Taft.
Subyace aún el cuestionamiento: ¿Por qué el gobierno derechista de Felipe Calderón Hinojosa, en 2010 se fue de largo entre el bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución, rompiendo el hilo conductor que ata gestas de la Reforma y la restauración de la República? Por prejuicios históricos relacionados con el factor religioso, cultivados hasta la fecha por la Iglesia romana.
La Triple Alianza entra en escena
Ese ciclo intermedio está datado por la primera invasión de México por Francia entre 1838 y 1839. Queda ese como un tópico ante el gran despojo estadunidense 1846-1848 (Dos millones de kilómetros cuadrados/ Tratados de Guadalupe Hidalgo), condenado por el diputado norteamericano Abraham Lincoln. Luego vendrá la puntilla con el Tratado de la Mesilla, para culminar la trapacería anexionista. Guerra de Tres Años y la perfidia de Inglaterra convoca en 1861 a la codicia de Francia y España para tramar, pactada la Triple Alianza, la nueva invasión, ahora de los zuavos, y entronizar a Maximiliano. Juárez sabe qué hacer y sabe cómo hacerlo. Después transitaremos por…
Escenario 1) En periodo aciago de nuestra historia nacional, el 22 de diciembre de 1884, el gobierno mexicano promulgó el Código Minero; el 4 de junio de 1892 y 25 de noviembre de 1909, las leyes mineras; el 6 de julio de 1887 la Ley de Protección a la Industria Minera, y el 24 de diciembre de 1901 (¡Qué bonita Noche Buena), la Ley del Petróleo. Es, pues, el tramo de la dictadura porfirista.
Para blindarse contra cualquier tentación soberana, las empresas petroleras siempre quisieron ver en el Código de Minería de 1884, que el petróleo y demás combustibles minerales (artículo 10), eran propiedad del dueño del suelo, “quien, por lo mismo, sin necesidad de denuncia ni de adjudicación especial podrá explotar y aprovechar… el petróleo y los manantiales gaseosos”.
“Casualmente”, en 1885, el reverendo estadunidense Josiah Strong, propone la “cristiandad” como ariete para imponer la civilización anglosajona “en México, en las Américas Central y del Sur, en islas lejanas, en África, y en otros lugares”. Es la Doctrina Monroe, recalentada. Tres años después de promulgado código de 1884, la familia Rockefeller lanza desde los Estados Unidos su primer globo de sonda sobre México con la Walter Pierce Oil Company. En la década siguiente, William McKinley está situado en Washington acosado por los expansionistas que, de entrada, maquinan la posesión de Cuba. El Presidente se resiste, pero como es de los que hablan con Dios -según les dijo a clérigos metodistas-, el Supremo le recomendó el dominio del Caribe. Ya entrado en gastos, se lanza sobre Filipinas.
Abraham Lincoln.
Escenario 2) En un esfuerzo por garantizar la neutralidad e independencia del campo de lucha mexicano, los científicos porfiristas se volvieron con diverso éxito hacia Francia, Alemania, Gran Bretaña (¡Ojo! sobre el señor Blair). El 28 de abril de 1901, el ministro francés informó a su metrópoli acerca de una conversación con el presidente de la Cámara de Diputados, José López Portillo y Rojas (abuelo del último presidente de la Revolución mexicana, el priista José López Portillo y Pacheco). Aquél don José “habló largamente de los esfuerzos que en los últimos años habían llevado a cabo los Estados Unidos para realizar una invasión general de México, con capital, industria y ferrocarriles norteamericanos. ‘No cabe duda que no podemos responder a esta invasión en forma extremista, ya que los Estados Unidos han contribuido al desarrollo de nuestro país (…) Por otra parte, tenemos el derecho y también el deber de buscar en otras partes un contrapeso a la influencia continuamente creciente de nuestro poderoso vecino’”.
Ocho meses después, Díaz promulga la Ley del Petróleo, incitando a inversionistas ingleses, holandeses, francés y canadienses.
Weetman Pearce “nuestro hombre en México”
Escenario 3) La única potencia que desafiaba seriamente el predominio norteamericano en México (¡Ojo! sobre el señor Blair), era la Gran Bretaña. Principal inversionista y socio comercial de México durante la mayor parte del siglo XIX, había sido desplazada de esa posición por los Estados Unidos, después de que se construyeron los ferrocarriles que enlazaron a México con su vecino del norte. Weetman Pearson, quien más tarde sería Lord Cowdray, vino por primera vez a México en 1889 como director de una compañía constructora británica, pero la verdadera importancia de Pearson “reside en el hecho de que fundó la que llegó a ser la mayor productora de petróleo en México, El Águila Oil Company, camuflageada como Compañía Mexicana de Petróleo que, para 1910, controlaba el 58 por ciento de la producción petrolera del país. Posteriormente esta compañía adquirió una crucial importancia para el imperio británico, ya que su flota estaba justamente entonces sustituyendo el carbón por el petróleo... (¡Ojo! sobre el señor Blair, quien, desde luego, no vino a México a hablar en público de esos temas, sino de sus arrumacos con Bill Clinton.)
La contraparte: Edward Doheny
Escenario 4) Edward Lawrence Doheny sabe de aventuras. Presa de la fiebre del oro, hizo fortuna en California. Con esa experiencia incursiona en nuestro país como ejecutivo de obras del Ferrocarril Central de México. Y al olor del chapopote, llegó para quedarse.
En 1900, con 300 mil dólares, se alzó con la Mexican Petroleum Company: 90 mil hectáreas del predio de Tulillo, entre los estados de Tamaulipas, Veracruz y San Luis Potosí. Sobre chapopoteras y fangales establece el primer campamento, El Ébano. Para 1901 tiene 19 pozos. Ya encarrerado, desde su residencia en Tampico, en 1906 se hace del predio Chapacao, y a El Ébano se anexan Casiano y Cerro Azul. Suma 62 millones de pesos y un expediente de fraudes, despojos y asesinatos. Con el está William Green, éste en la Huasteca Petroleum Company y tributarias, ahora bajo el rubro de Standard Oil. Pero el inglés Weetman Pearson, con su poderoso Pearson Trust, no se amilana y sigue rindiendo frutos a la Corona británica. Ya está en Tamaulipas, Veracruz, San Luis Potosí, Tabasco y Chiapas. Son la pinza que atenaza México y le vacía el oro negro.
Filibusteros al fin, pronto los invasores petroleros -que tienen ya la referencia de las matanzas de mineros en Cananea y de los textileros de Río Blanco y Santa Rosa- arman guardias blancas para proteger su Franja de Oro. (Donde ahora medra también la Roy Dutsch Shell). Su comandante favorito es el general bandolero Manuel Peláez, predador de la región que hace frente a Lucio Blanco, quien amenazó con incendiar los pozos petroleros para frenar la intromisión extranjera contra el levantamiento revolucionario.
Porfirio Díaz deja de ser útil
Escenario 5) México es ya el séptimo productor de petróleo en el mundo. En el deleite de tan rico menú, los Estados Unidos quedan en desventaja frente al Reino Unido. El recién desempacado Guillermo Howard Taft está convencido de que Porfirio Díaz no sirve más al Destino Manifiesto. Taft emplaza al dictador: O te vas, o ahí va el coronel E. Z. Steaver al frente de 20 mil hombres. Para redondear el amago, Washington recibe en 1910 un informe, cuyas líneas centrales son éstas: México es, por el momento, la única fuente de donde podemos extraer grandes cantidades de petróleo; es la fuente que nos ofrece mayores ventajas entre las que ahora han sido localizadas en el mundo. Lo firma Edward Lawrence Doheney. Un fantasma recorre territorio mexicano: El tal Francisco I. Madero. Buques de la Armada norteamericana merodean en Aguas del Golfo de México.
Ese es el largo, tortuoso, grave y definitorio periodo, anunciador de la Revolución, que el gobierno de Calderón Hinojosa quiso omitir en sus “festejos” del Bicentenario.
El Ypiranga se llevó a don Porfirio y regresó con armamento
En efecto, el crepuscular Porfirio Díaz no sirve más a la Casa Blanca. El 25 de mayo de 1911 lo ponen sobre rieles rumbo al Ypiranga y de ahí a París, donde culminará su registro biológico el 2 de julio de 1915. Veinte días antes, sin embargo, le deja la víbora chillando al iluso Francisco I. Madero: Le otorga el fiat al Partido Católico Nacional (PCC) -progenitor directo del Partido Acción Nacional-, al que se lo había negado en 1904. El PCN -que en las elecciones 1911 fingió apoyar la candidatura de Madero, a condición de que aceptara como cuña a Francisco León de la Barra- se constituye en el brazo político del nuevamente beligerante clero católico. No es asunto de poca monta. Para entonces se asegura en los Estados Unidos que, en posesiones territoriales en México, sólo el gringo William Randolf Hearst (recordar al Ciudadano Kane) le compite a una la Iglesia católica resarcida por el dictador Díaz.
En 1923, en Silao, Guanajuato, el clero incurre en un acto de provocación contra el gobierno revolucionario-constitucional al convocar a la colocación de la primera piedra de un monumento a Cristo Rey en el Cerro de El Cubilete. Preside la ceremonia el delegado apostólico Ernesto Fillipi, quien es expulsado por el secretario de Gobernación, Álvaro Obregón. Hace dos décadas, rescatamos en Roma una investigación de un periodista italiano sobre la actividad mafiosa. En ella habla del capellán de la mafia siciliana y lo presenta como ex apoderado de las propiedades mineras de la Iglesia católica en México en los aciagos años veinte del siglo pasado. El autor le pone nombre: Monseñor Ernesto Fillipi.
Revolución que transa, no avanza
De grueso calibre fue el memorial que el 23 de enero de 1913 le dirigió al Presidente Madero el Bloque Liberal Renovador, de la XXVI Legislatura federal: Pero la Revolución se hizo Gobierno, se hizo Poder, y la Revolución no gobierna la Revolución. Las transacciones y complacencias con individuos del régimen político derrocado, son la causa eficiente de la situación inestable en que se encuentra el gobierno emanado de la Revolución. Y es claro, y por otra parte, es elemental, ¿cómo es posible que personalidades que han desempeñado o que desempeñan actualmente altas funciones políticas o administrativas en el gobierno de la revolución, se empeñen en el triunfo de la causa revolucionaria, si no estuvieron, ni están, ni pueden estar identificados con ella, si no la sintieron, si no la pensaron, si no la amaron, ni la aman, ni pueden amarla?
De ahí que algunas de esas personalidades hubiesen pasado por las Secretarías de Estado para sólo aprovecharse de su alta posición oficial en fundar y acrecentar su personalidad política, sin curarse para nada del programa de la revolución y aun llevando a cabo sordas maquinaciones contra el gobierno de la misma.
Están prefiguradas, pues, las condiciones políticas para que el embajador de los Estados Unidos, Henry Lane Wilson, que abominaba de Madero -quien, en tímido rapto, en 1912 quiso gravar las ganancias de las empresas petroleras: 20 centavos por tonelada de crudo-, haga su labor de zapa para que, el 18 de febrero, Victoriano Huerta se proclame “encargado” del Poder Ejecutivo. Aparece el 19 de febrero el texto de la supuesta renuncia de Madero y José María Pino Suárez, acaso firmada ya desde ultratumba. En abril de 1914, las tropas gringas desembarcan en las costas de de Tamaulipas y Veracruz. ¿El pretexto?: Un oficial de la Armada gringa plantó su bandera en el puerto de Tampico y le pidió a los lugareños rendirle honores. La respuesta mexicana no se hizo esperar.
De las leyendas de época, cuéntase que por aquellos meses navegaba de nuevo en aguas del Golfo de México el Ypiranga: Un buque cargado de… armamento para Venustiano Carranza, a quien se le atribuía arreglos secretos con Alemania. El agente que trasegaría ese armamento sería un tal Higinio Hank. No sería leyenda si no tuviera un complemento. Este ciudadano alemán acaso fue el padre de una celebridad mexiquense: El profe Carlos Hank González.
En todo caso, el Ejército constitucionalista se erige vencedor. Vendrá la Constitución de 1917 y su temible y temido artículo 27. El de la declaratoria hoy deshilachada: Corresponde a la Nación el dominio directo de todos los recursos naturales de la plataforma continental y los zócalos submarinos de las islas; de todos los minerales o sustancias que en vetas, mantos, masas o yacimientos constituyan depósitos cuya naturaleza sea distinta a los componentes de los terrenos, tales como los minerales de los que se extraigan metales, metaloides utilizados en la industria; los yacimientos de piedras preciosas, de sal, de gama y las salinas formadas directamente por descomposición de aguas marinas; los productos derivados de la descomposición de rocas, cuando su explotación necesite trabajos subterráneos. Los yacimientos minerales u orgánicos de materias susceptibles de ser utilizadas como fertilizantes; los combustibles minerales sólidos, el petróleo y todos los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos…
Una Declaración de Principios
“Si fuéramos a intervenir en México, avivaríamos indudablemente las más graves sospechas de todas las Naciones de América. Por intervención quiero decir el uso de la fuerza de los Estados Unidos para establecer allí el orden sin invitación de México y para determinar la naturaleza y el método de sus instituciones políticas.
“Hemos sostenido la creencia de que cada nación, cada pueblo, tiene el derecho de constituir sus propias instituciones según sus deseos, y debemos sostener esa creencia en nuestras acciones con absoluta buena fe.
“Más todavía: El ‘orden’ ha sido comprado en México a un terrible costo cuando ha sido obtenido con ayuda. La extranjera generalmente ha venido en forma de ayuda financiera.
“Esta ayuda financiera casi invariablemente ha sido obtenida en forma condicional a cambio de ‘concesiones’ que han puesto en manos de capitalistas extranjeros la mayor parte de los recursos del país no explotados aún, y del mismo modo, bajo la ‘protección’ de los gobiernos extranjeros. Aquellos que han estabilizado en México el orden con éxito por esos medios, como Díaz, han encontrado que eran servidores, no de México, sino de concesionarios extranjeros.
“El desarrollo económico de México se ha logrado hasta ahora por medio de tales ‘concesiones’ y por la explotación de los fértiles campos de la República por un número muy reducido d propietarios que han acumulado bajo un uno título de miles de acres, siendo absorbida la mayor parte de la propiedad en los Estados por un solo hombre y reducida la población del país a la condición de peonaje.
“México es uno de los lugares más ricos del mundo. Es codiciado con exceso por todos aquellos que pretenden amasar fortunas. Sus recursos son en realidad útiles a todo el mundo y hasta para las industrias de todo el mundo. Ninguna empresa capitalista puede mirar hacia México sin codiciarlo.
“Lo que México necesita por encima de es ayuda económica que no implique la venta de su libertad ni la esclavitud de su pueblo...
“El sistema por el cual México ha sido ayudado financieramente en el pasado, por lo regular lo ha atado de pies y manos y lo ha dejado de hecho sin un gobierno libre. Casi en todos los casos ha privado a su pueblo de la parte que éste tenía derecho a desempeñar en la determinación de su propio destino y desarrollo”.
No prejuzguen, señores narconeoliberales. Esa declaración de principios no la hace El Gran Expropiador Lázaro Cárdenas del Rio. La suscribió un virginiano nacido en Staunton, Estados Unidos en 1856, cuando en México se convocaba al Constituyente de Querétaro. Pero la suscribió en octubre de 1916 -en la publicación Ladies Home Journal-, cuando el gobierno de Venustiano Carranza ya había promulgado la primera ley agraria revolucionaria y convocaba al Congreso Constituyente de Querétaro de 1917. El firmante fue Thomas Woodrow Wilson, Presidente en funciones de los Estados Unidos de América. Nada más, pero nada menos.
Pero esto no se acaba hasta que se acaba. Nomás que no sea la última gota de petróleo “mexicano”.
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