Feliz año, se fue calderón EDUARDO LÓPEZ BETANCOURT
SIN DUDA UNA DE LAS MEJORES NOTICIAS del pasado fin de año, es que el frívolo, falaz, antipatriota y alienado, Felipe Calderón dejó la Presidencia de la República; se fue como llegó, por la puerta de atrás; jamás fue primer mandatario; se apropió de un lugar que no le correspondía; se trató de un auténtico usurpador que nunca logró actuar con responsabilidad, se dedicó no sólo a gastar lo que no era suyo, sino que se jactaba “gritando a los 4 vientos” que las obras que inauguraba él las había construido.
Sería interminable señalar los yerros de tan impresentable sujeto; de hecho, en múltiples ocasiones mencionamos sus gansadas y contravenciones a la ley. Lo hicimos cuando aún ocupaba la silla presidencial, fuimos críticos directos y oportunos; aclaramos lo anterior, porque ahora con seguridad, el rechazo hacía la labor del michoacano será unánime; inclusive, muchos que antes le aplaudían y festejaban sus malos chistes, hoy hablan mal del él.
En definitiva, el purépecha dejó clara huella de su irresponsabilidad, y más aún de sus despilfarros; viajó por todo el país durante los seis años de su administración, hasta en sus últimos días de gobierno se dio otra “vueltecita”, disque para despedirse; recibió el respaldo de sus congéneres, varios gobernadores, cómplices de sus innobles picardías. No obstante sucedió lo inevitable, en muchos sitios le reclamaron y recibió en su cara severas execraciones, esencialmente por las más de 70 mil muertes que dejó, muestra indiscutible de su conducta genocida.
Pero no sólo paseó por toda nuestra patria como “artista palenquero”, sino se dio el gusto, con cargo al erario claro, de viajar al extranjero, donde sin dilación daba rienda suelta a sus pasiones, como cuando acudió al Gran Premio de Fórmula 1 en Estados Unidos, concretamente en la ciudad de Austin, Texas, lugar donde no tenía nada qué hacer, excepto posar ante los reflectores y ser la nota periodística del día, lo cual por cierto era lo que más le encantaba. En verdad, se debe ser cínico para disfrutar de lujos que millones de compatriotas no se pueden dar, insistimos, no con cargo a su bolsillo, sino con dinero de las arcas públicas, mismo que bien podría orientarse hacia obras de beneficio social.
Hay un renglón que no deberá olvidarse, Calderón fue el presidente del feminicidio, ya que su sexenio representó una era sangrienta para las mujeres; existen datos de más de siete mil casos de feminicidio en todo México. Esto lo revela la propia Cámara de Diputados. En la administración calderonista, no solamente aumentaron los homicidios en Ciudad Juárez, sino se dieron en diversidad de entidades, donde nunca llegó la justicia para quienes habían sido masacradas. Los asesinatos de mujeres, en su gran mayoría quedaron sin esclarecerse, aunque sinceramente fue nulo el interés por parte de las autoridades; es más, las farsantes comisiones oficiales de Derechos Humanos se abstuvieron, en evidente contubernio, de formular recomendaciones sobre el tema.
La farsa de Calderón, llegó al extremo de promulgar en 2007 una ley general de acceso de las mujeres a una vida libre de violencia, pero tal exposición prácticamente fue letra muerta, jamás se cumplió con ella; al respecto, cabe apuntar que tuve oportunidad de participar en un seminario con varios agentes del ministerio público del ámbito federal, y me confesaron que desconocían tal disposición. Nótese la grave ausencia de justicia. Por fortuna, a Calderón se le acabó su turno en el poder, hoy se vislumbran cambios para bien.
¡Enhorabuena pueblo de México! Calderón dejó Los Pinos, lugar al que nunca debió haber entrado.
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