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Edición 299
Escrito por Abraham García Ibarra   
Domingo, 17 de Febrero de 2013 20:31

PAPELES AL VIENTO
ABRAHAM GARCÍA IBARRA 
(Exclusivo para Voces del Periodista)


Papeles
Rosemary expulsa el enjendro

 

La democracia: Al

pabellón de las leprosas

Le acompaña El bebé de Rosemary


Poder del pueblo, por el
pueblo y para el pueblo.
Abraham Lincoln

 

EN RECIENTE ENTREGAS REPRODUCIDA en Voces del Periodista, el colega Carlos Ramírez Hernández planteó una conclusión que intentamos citar de memoria: Si no se van a respetar y acatar los resultados de las elecciones constitucionales, pues mejor que ya no haya elecciones. Punto. El periodista oaxaqueño, en su estilo personal y profesional, es un tipo consistente y ecuánime en sus análisis. Lo que sugiere, y parece concesión al tremendismo, en realidad está en el subconsciente de millones de mexicanos.

En la premodernidad mexicana (podemos datarla antes de 1980), en que prevalecieron en lo alto las patentes del sobre lacrado y el dedazo, y en el llano el carrusel, el ratón loco, el tamavoto (la tamaliza o el menudo de desayuno a los “promotores” del voto previo acarreo masivo a las urnas), etcétera, y los cronistas de a pie dictaminaban los resultados con la frase de todas, todas, por obra y gracia de la aplanadora priista, los dómines no se quemaban el cacumen  para sentenciar que todo proceso comicial en México era una “elección de Estado”. Ay, “estado”, cuántos crímenes se cometen en tu nombre.

“Las plañideras panistas”

Entonces, las airadas reacciones contra el fraude electoral corrían a cargo del Partido Acción Nacional (PAN), que reclamaba para sí el monopolio de la oposición, pues, “los otros”, no eran más que “satélites del PRI”. Por supuesto, “la prensa vendida”, salvo una que otra excepción, cerraba las columnas a las denuncias azules. Los diputados del PAN subían a las tribunas de Donceles, después de San Lázaro, y el único eco en los medios era el del cotorreo priista al salir al paso a “las plañideras panistas”. Ya se anunciarían nuevos comicios y la repetición de la película. Y llegaría Mario Vargas Llosa a firmar la cédula de fe a México: La dictadura perfecta.

Sergio García Ramírez
Sergio García Ramírez

Antes, sin embargo, se dieron en el extranjero dos eventos iluminantes: En 1979, llegó al poder en Brasil el general Joäo Baptista Figueiredo, quien acuñó una propuesta para los bronces: La Democracia sin adjetivo, fusilada en México para convertirla en himno de batalla: firmes y adelante/ huestes de la fe/ sin temor alguno/ que Jesús os ve.

Seis años después, en Filipinas, el autócrata y ratero -que es pleonasmo- Ferdinand Edralín Marcos, ganó una enésima elección, pero una enardecida oposición revolucionaria que combinó armas con resistencia civil, lo depuso con vía libre de los Estados Unidos. Y resonó en México la arenga: ¡Filipinas, señores, Filipinas! como llamado a zafarrancho. El PAN ya no pondría la otra mejilla.

El salinazo de 1988

Vino el salinazo en 1988, y antes de que se rindiera Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y “falleciera” en un carreterazo Manuel El Maquío Cloutier del Rincón, el establishment tecnoburocrático anunció el fin de la era “del partido casi único”. Empezaron a imprimirse como volantes reformas electorales y éstas abortarían las instituciones cumbre para, por fin, encarrilar a México en la transición democrática, puesta de moda en otros solares: El Instituto Federal Electoral (IFE) y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (Trife); éste, investido después con la facultad extra que le endosó el democratizador Poder Legislativo: Resolver impugnaciones.

No sería verdad tanta belleza. La reforma saliniana fue el manto de Noe para tratar de tapar la vergüenza de las concertacesiones electorales, que prefirieron al PAN como usufructuario, ruta que nos lleva la postmodernidad: A principios de 2013, el Tribunal Electoral federal resumió su quehacer jurisdiccional referido a los procesos electorales de 2012, que tuvo como platillo fuerte la sucesión presidencial. En su último ejercicio anual, ese órgano mangoneado por siete magníficos inatacables, finiquitó más de 20 mil quejas y juicios. Incluidos expedientes rezagados.

Obviamente, miles de promoventes no se tragan la rueda de molino de las interpretaciones que de la ley hacen los magistrados. Pero, qué ignorantes: Como en toda elección, unos ganan y otros pierden, también por la “justicia electoral”, uno pierde y otro gana. Así de sencillo. Para qué tanto brinco, estando el suelo tan disparejo ¡Qué le vamos a hacer! Los siete magistrados son inatacables.

Dieron los magistrados con tanto  entusiasmo el informe de sus tareas, que se dijeron preparados, a priori, para entrarle en 2013 a otros siete mil recursos que espera de los 14 estados que tendrán elecciones este año. ¡Brujos! No le falta razón al amigo Ramírez Hernández. El peso de la carga no desquita el costo del flete.

Preferible la dictadora a la democracia

Casualmente cuando, a partir de 2000, en México se quemaron varas de chinampina, festinando ilusamente la transición democrática, y hubo sedicentes politólogos de torre de marfil que anunciaron una fase superior de nuestra vida pública: La Metapolítica, la ONU, para América Latina; la Secretaría de Gobernación (SG) en convenio con el Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ-UNAM), y otros organismos y agencias nacionales e internacionales, se dieron a la tarea de pulsar la percepción ciudadana sobre la democracia. El estudio SG-IIJ versó más ampliamente sobre Cultura de la Constitución.

En varios de los países del área en que se estudió el sistema político, una de las encuestas reveló el sentir de muchos  latinoamericanos (arriba de 20 por ciento); dicho, ese sentir, en términos coloquialmente espeluznantes; Si una democracia te da el voto electoral, pero te niega  de comer, y una dictadura te da el pan y no te pide votos: Preferible la dictadura. Y nadie ignora que, si en la región se habla de dictadura, se está hablando expresamente de dictadura militar.

De su  lado, la corporación privada Latinobarómetro, con sede en Santiago de Chile, que anualmente emite su reporte sobre diversa temática de América Latina, en los de 2010-2011 promedió en casi 45 por ciento los mexicanos desencantados de la democracia. Para cuando esos reportes llegaron a México, investigadores de la academia habían sopesado las consecuencias del haiga sido como haiga sido de 2006, y dieron cuenta de que la credibilidad y el prestigio del IFE se precipitaron en el tobogán.

La rebatiña en la Cámara baja

Pasada como mención oootra reforma electoral, la de 2007-2008 que ¡Ahora sí! vamos tendidos bandidos en el superjet de la democracia, situémonos en las horas en que fue mandado a retiro el inefable consejero presidente del IFE, Luis Carlos Ugalde Ramírez, y otros compañeros de viaje. Como citamos el estudio Cultura de la Constitución, digamos ahora que los legisladores, al revisar la Carta fundamental, en ésta fijaron plazos específicos para la renovación de consejeros electorales -cuyo instituto quedó mocho-, facultad asignada a la Cámara baja.

Papeles3

Fue tal la rebatiña entre los partidos en el interior de la Junta de Coordinación Política por el apadrinamiento faccioso de candidatos, que tuvo que ser el propio presidente de la directiva en San Lázaro, el priista Emilio Chuayffet Chemor, quien denunciara que la misma Cámara que reformó la Constitución en esa materia, era la primera en violarla. Chuayffet Chemor sabía de lo que hablaba: En 1990, fue el primer presidente del IFE, cuando éste no era reconocido como órgano “autónomo”. Hoy tampoco.

Pues bien: Mientras que los consejeros electorales reciben ya las descomunales partidas presupuestales de 2013, el IFE -“garante” de la democracia mexicana- está nuevamente baldado. El consejero Sergio García Ramírez formalizó la renuncia a su encargo. De los nueve que tenía, nada más le queda ocho, ocho ocho. En una votación empatada a cuatro, ¿quién la desempata?

Hablemos un poco de García Ramírez. Está aureolado en su fama pública como hombre y profesional probo, aplicado con rigor científico al estudio del Derecho; y escrupuloso en su desempeño en el servicio público. No por otra razón, fue Procurador General de la República. Sus atributos lo condujeron a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), de la que fue juez Presidente.

Benignidad al poder; restricción al individuo

Como lo explica en su texto de renuncia -no cualquiera deja una remuneración tan desmesurada  como la que recibe un consejero electoral. ¿Cuándo has visto que la puerca deje la mazorca que trae en el hocico? solía preguntar el citado Clouthier-, García Ramírez fue llamado ex profeso para reparar la violación constitucional de la Cámara baja, y aceptó, según escribe, para un tiempo limitado.

La oferta se le hizo a sabiendas de que es un militante convencido del PRI, por cuya renovación abogó públicamente en trabajo editorial específico; y del que fue secretario general del CEN. No omitimos su sinuoso papel en el caso Monex, que lo colocó como blanco de los detractores, tanto de su persona como en la del colegiado, que no podemos tipificar como “persona moral”; menos, ética.

El pabellón de las leprosas
El pabellón de las leprosas

Lo que queremos subrayar es que, con independencia de los cargos públicos que ha ocupado, desde la academia García Ramírez tiene sólida obra -propositiva- en materia de Justicia Penal. Estando en la Corte Interamericana de Derecho participó aquí, a invitación expresa, en un foro para analizar la iniciativa que, con la Constitución como marco, daría curso a la Ley Federal de Delincuencia Organizada (2008).

Consideró el sólido jurisperito que el proyecto (al que antecedió la tentación de instituir los jueces sin rostro) para la reforma proceso penal, contenía elementos preocupantes y deplorables, cuyo mayor riesgo era que se elevaran a rango constitucional, primero. el  elástico precepto de Delincuencia Organizada y, en consecuencia -como amenaza- la constitucionalización del arraigo, visto por él como una monstruosidad. No se equivocaría, cuando concluyó que el producto del proceso legislativo sería un Derecho con garantías recortadas, o sin ellas: Benignidad al poder y restricción al individuo.

Nació El bebé de Rosamary

Esta es una expresión que estimamos pertinente destacar por su elocuente imagen escatológicamente plástica: (La reforma a la Justicia Penal) se asemeja al Bebé de Rosemary. Lo que vale como descripción de la ligereza e irresponsabilidad con las que el poder constituyente acomete una reforma judicial, vale para la ignorancia, el  desenfado y, peor aún, la mala fe, con la que se rompe y remienda la Constitución en materia electoral.

Como consignamos párrafos antes, la autoridad jurisdiccional inatacable -el Tribunal Electoral- trata y sentencia, sólo en un ejercicio anual, más de 20 mil recursos interpuestos por los beligerantes electorales, sin incluir aquellos recursos de amparo que se introducen maliciosamente por otros ductos del Poder Judicial.

¿Tiene sentido volver al informe del Trife? Tiene sentido desde ésta óptica: Sin insistir en las coartadas de los consejeros del IFE, la nota dominante en el intento de explicaciones por parte de los magistrados electorales en cada fallo, es que no pueden ir más allá de lo que la norma permite. Y la norma, según nuestros registros de las declaraciones de dichos jueces, o es omisa; o es deficiente o insuficiente. Ambigua y capciosa, son adjetivos nuestros.

Sin embargo, esos jueces -que como todo seres humanos tienen intereses doctrinarios, políticos o crematísticos personales- abundan en sus criterios de interpretación, en cuyo caso éstos criterios tienen una dedicatoria tan  movediza a favor de unos y en contra de otros, según la identidad partidaria del demandante de justicia, que no pueden quedar libres de sospecha de los afectados y del público informado, tanto, como lo permitan los poderes fácticos erigidos también en apostadores en la formación de los poderes públicos.

Retórica jesuítica de magistrados

De esa retórica jesuítica derivan cuestiones, no precisamente accesorias. Por ejemplo: El pleno del Trife puede dictar su sentencia inatacable sobre la validez de la elección presidencial, con pleno conocimiento de que los consejeros del IFE no han concluido el proceso de fiscalización de gastos en campaña electoral, factor que determina la equidad en el proceso y, por lo tanto, los magistrados saben que levitan sobre un vacío de información que dé soporte cabal y definitivo a sus resoluciones. Es que, en materia de tiempos de fiscalización y la emisión de sus resultados, los plazos “los determina la norma” y sanseacabó.

Son, entonces, la Constitución y el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe) parto de mellizos de la indefensa Rosemary, con la que nos aterroriza Roman Polanski. Si así son las cosas, tenemos una democracia bastarda, por cuyas patologías debe ser remitida, pero ya, al pabellón de las leprosas. Y aquí los mexicanos, al menos sus estamentos votantes, que son mayoría que genera minorías electorales primera, segunda y tercera, no tienen esperanza de alivio, porque los mismos patólogos que cultivan el virus, son los mismos que pronto tratarán de “neutralizarlo”. Eso es similar  al síndrome de Lázaro. Fue revivido, sólo para quejarse de que no le curaron la lepra.

Con dinero baila el perro

Es la historia del nunca acabar: Como en el origen de las concertacesiones, otorgadas en respuesta a la amenaza de “me das o te descalifico y te desestabilizo”; “cedes o no te concedo la legitimidad de gestión”, hoy los recientes perdedores de 2012 amagan con romper el Pacto por México, si en 2013 sigues logrando tus triunfos recurriendo al billetazo. Y éste, el billete, es la palabra mágica: Con dinero baila el perro. Con perdón del perro, así sea el asesino de Iztapalapa.



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