Confesiones del corazón
TEO LUNA
Lo mejor de la vida, es la libertad. Si le dices a un niño que tenga cuidado, que si se moja en el charco de agua con los pies descalzos, le va a salir roña en la piel, Tal vez, no te haga caso y lo haga. Si le enseñas tus pies, tus piernas con roña, tu piel severamente dañada por haberte mojado en el charco descalzo, entonces tal vez te crea y no lo haga.
A mí, la droga me robó todo. Yo lo tuve todo, menos a mí mismo y me hundí en una adicción compulsiva que por poco me muero y en esa carrera infernal tuve que registrar muchas pérdidas. Perdí salud, calidad de vida, sano juicio; me volví loco con mis delirios de persecución. Perdí tiempo que se fue por el drenaje de una manera más que inútil. Sin duda, una de mis más severas perdidas, fue mi libertad. Un alcohólico, un borracho como yo, un drogadicto, pierde su libertad, y ahora comprendo que la libertad es lo más sagrado en el ser humano y cuando hablo de ello, hablo de mis fondos, hablo con el corazón en la mano, de lo mediocre que fui, de que no me quería, y los niños atentos escuchan mi testimonio, les muestro mi vida incongruente y todo lo que la droga me arrebató de las manos, las grandes oportunidades que perdí; entonces ellos sabrán si corren el riesgo de hacerse adictos o no.
Un contacto genuino con la inocencia
Los niños son muy inteligentes, sensibles y muestran gran interés con estos temas emocionales. Les impacta escuchar de viva voz todas las incongruencias que cometí al estar anestesiado, los daños que le hice a mi cuerpo y se que hay reflejo en mi testimonio. Ellos, esos niños por desgracia viven mi vida, viven en hogares disfuncionales, sufren por la violencia doméstica, son víctimas del machismo, del feminismo, de la neurosis de sus padres. Registran un pésimo ejemplo, padres borrachos, madres iracundas; hay en sus casas ausencia de valores, comunicación, de respeto, amor. Viven ante la incertidumbre emocional, son sensibles y reciben un drástico daño ya que en un hogar disfuncional no hay quien se salve; cada quien, cada uno de los miembros se lleva algo y es como una herencia maldita, por desgracia, transmitiéndose de abuelos a padres, de padres a hijos y de hijos a hijos. Estos niños están en un alto riesgo; el problema, no es sólo alcohol y drogas.
El que enseña, aprende tres veces
La verdad de las cosas, es maravilloso tener la oportunidad de platicar con niños de 5to. y 6to. de primaria, de 9, 10 y 11 años de edad. Es hermoso sentir esas miradas de asombro, de curiosidad, como si fueras el cuenta cuentos y tu historia los llevara al mundo de la imaginación y cuando todos están en silencio y me muevo, gesticulo, expreso fuerte y les digo que me volví loco, gozo cuando siento que estoy logrando el objetivo, cuando veo esos ojitos atentos muy atentos a lo que estoy diciendo. Me lleno de ternura, lloro, cuando algunas niñas derraman sus lágrimas, como muchos niños más, lloran porque ellos están viviendo mi historia, son víctimas de esta maldita enfermedad perversa del alma, y son tantos temas como violencia doméstica, abandono, mala comunicación, poca convivencia, mal trato, mal ejemplo, gritos, pleitos y por supuesto, alcohol y drogas. Por desgracia, estos temas, dentro de mi historial hacen un puente de comprensión, ellos saben de lo que estoy hablando, lo sienten y no se quedan callados y cuando termino mi exposición, es increíble la participación de los niños; te bombardean de preguntas y levantan la mano, una y otra vez. Estas pláticas, para mí, son un regalo de Dios, aprendo mucho de ellos.
La cultura alcohólica
Los niños saben que muchos adultos son irresponsables, abusan del alcohol, saben que si hay un partido de fútbol, las caguamas van por delante; lo mismo si van a transmitir una función de box estelar o cualquier otro evento deportivo, si hay carne asada en casa, un bautizo, una piñata, una celebración de cumpleaños, un funeral, cualquier evento social, llámese boda o fiesta de XV años, confirmación, graduación o lo que sea, ahí están las caguamas, el licor y ahí estarán al final los borrachos, algunos, borrachos mala copa, celosos que harán trizas a la esposa; ahí estarán los broncudos o los afeminados, que ya borrachos les encanta imitar a Juan Gabriel, bailar, cantar y dar besos a otros varones. Los niños saben que todo esto, llamado alcoholismo, tiene una gran negación, los borrachos irresponsables no aceptan que tienen un problema por su manera de beber; las esposas menos, los niños lloran ante la impotencia y el dolor que les causan sus padres borrachos.
Muchos de ellos, se pintan brazos y manos, muestran un descuido personal, zapatos sucios, ropa arrugada, lagañas, piel rasposa y con manchas, despeinados, abandonados de sí mismos, con su mirada triste, mal alimentados, desmotivados; vienen de hogares disfuncionales, expresan el daño emocional que les causa esa madre neurótica que grita de todo y de nada, que explota y amenaza, que prohíbe, regaña, reclama, ridiculiza, humilla; de ese padre ausente, alcohólico, distante, agresivo, machista que da pésimos ejemplos a sus hijos y en su casa, se vive la agresión permanente, cualquier lugar es bueno para tomarlo como ring y pelear, gritar y sembrar miedos.
La decadencia social, está en los hogares disfuncionales
Por si alguien no lo sabe, vivimos una época difícil donde hemos hecho una cultura del divorcio, más no del matrimonio; ahora es más fácil divorciarse que casarse, es más fácil darle la espalda a los hijos, cobardemente abandonarlos, divorciarse de la mamá y buscar a otra señora, fondonga, con hijos y de la noche a la mañana, corro y me lavo las manos, no me importa el daño emocional que les haga, soy egocéntrico, pienso en mí únicamente.
Ahora las cifras de divorcios en México son impresionantes, tan solo en el estado de Chihuahua, el año pasado se superaron más de 10 mil casos. Súmele el delicado tema de las niñas madres, jovencitas que se embarazan entre los 13 y los 16 años, generando un serio problema de las madres solteras que de por sí ya es por demás complicado.
Suicidios, depresión, víctimas de trastornos alimenticios, víctimas de nuevas adicciones como la ludopatía, adicción al juego. Ahora, estos niños son adictos a los aparatos electrónicos, sufrimos de violencia urbana y en las escuelas, tristemente cada vez hay más niños adictos, más mujeres borrachas y farmacodependientes, la marihuana es una droga con un alto crecimiento de simpatizantes y el hundimiento social, queda más que claro.
Mal de muchos, consuelo de tontos
Me gusta ir a las escuelas, hablar de mi enfermedad, de que si el adicto nace o se hace; hablar de mis fondos, de mi vida ingobernable, decirles como La Saliva del Diablo me hizo trizas, regalarles algo de mí, trasmitiendo el mensaje de mi pasado y de cómo vivo el día de hoy, de lo que tengo y lo que hago; hablando de mí, me da la oportunidad de que los niños se abran y con el corazón en la mano me digan: Mi padre golpea a mi madre muy seguido. Mi padre nos pega por la nada. Yo estoy fumando. Soy adicto al celular. Tengo una adicción con el vino. Tengo miedo de que mi padrastro y sus amigos me violen alguna noche. Mi padrastro ha abusado de mi. Mi mamá nos grita y nos pega por nada. Mi hermano es un mariguano. Vivo con adultos que se drogan. Mi mamá me pide que vaya a la estufa a prenderle su cigarro. Los adultos fuman adentro de la casa. En mi casa siempre hay borracheras….. Sé, que el ejemplo pesa, bueno o malo, el ejemplo es mandato y por desgracia, el mal ejemplo, con sus daños y consecuencias, es irreversible. Gracias por leerme y más por escribirme.-
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