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Edición 315

Sangre y cocaína 

TEO LUNA

 

LA SEMANA PASADA fue difícil para mi salud. Tuve mucho dolor de tabique, resequedad, sangrados constantes e incontrolables; acumulaba una gran cantidad de mucosidad, tapones secos que, junto con la resequedad de mi garganta, paladar y lengua, me impedían respirar con libertad. 



REGISTRÉ UNA DOLOROSA sensación de ardor en todo el sistema; tenía ardor, dolor de cabeza, cuerpo débil y mucho malestar corporal y nasal. Sangré mucho durante casi una semana. Apenas terminaba de hacer la limpieza de las fosas nasales, cuando el chorro de sangre se venía incontrolable. 

Los síntomas se repitieron en vivo y a todo color. Después de más de 14 años y medio de haber dejado de inhalar cocaína percibo los olores tóxicos del polvo blanco cuando alguien me da el tufo del cigarro cerca de mi nariz, cuando entro a un hospital o destapan un frasco de acetona, huelo algunas veces a las personas que andan consumiendo. Mi olfato es altamente sensible. 

Los daños de la cocaína son irreversibles 

En mi actividad, muchas noches manchaba el piso de sangre, las sábanas y la alfombra; me lastimaba continuamente las fosas nasales para descongestionarlas y poder dejarlas en libertad para inhalar con más profundidad. Cada jalón de cocaína, entraba por mi nariz impactando de inmediato a mi cerebro, pero entre jalón y jalón el daño fue muy duro y el impacto al cerebro, más. 

Una madruga, después del alto consumo con cocaína, después de haberme echado la botella de vodka, de mis arponazos con morfina, y de mi buena dosis de pastillas antidepresivas, después de no poder respirar e intentar descongestionarme con Vick Vaporub y nada, con vaselina y nada, con gotas para los ojos, gotas para la nariz y nada, después de haberme maltratado metiéndome tapones de papel y trapos para descongestionar, nada fue posible.



Hacerse pedazos.


Drogado, cansado, mi cuerpo como muchas otras veces más, caigo boca abajo en la cama, ahí puedes ver esa foto, de esa recámara, los ceniceros hasta el tope de colillas de cigarros y cenizas, los vasos medios llenos, medios vacíos, ropa sucia por todos lados, zapatos, pantuflas, las fundas apestosas y sucias, yo las usaba para sonarme cuando la pereza me dominaba y el moquillo me ganaba. El baño, propiamente era un campo de batalla, mi maldita enfermedad contra el orden y la limpieza.

Mi mente enferma y obsesionada, deprimido, muerto en vida, atrapado sin salida, la cocaína, era mi todo, mi amiga, mi esposa, mi amante, era mi vida, me drogaba para vivir y vivía para drogarme y así me fue, me volví loco.

Esa noche, como muchas otras, caí muy agotado, de repente, tengo una amarga pesadilla, veo en un túnel luminoso dos caras mías, acercándose una a una, rápidamente, una sensación como si mis dos rostros chocaran uno a uno, muy rápido, muy intenso, de pronto, ¡puf! se va la luz, registro en ese instante la oscuridad absoluta y ligado a ello, el silencio completo, nada de ruido, el silencio total y me doy cuenta de que estoy muerto, muerto en ese instante y le grito a Dios, muy desesperado: ¡No Dios, no quiero morir, Dios no quiero morir !



Hemorragia.


Me levanto sudando, asustando, temblando, me voy al baño, veo mi rostro triste, seco, inexpresivo, ojeroso, sucio, mi mirada cabizbaja. Al verme a detalle, lloro de decepción, lloro al verme flaquísimo, amarillento -llegué a pesar menos de 50 kilos-, estoy temblorino, lloro por estar viviendo esa maldita adicción, y por el sufrimiento que tenía.

Me echo agua en la cara, me meto agua a mis fosas nasales, y de inmediato comienzo a sangrar, me pongo un tapón de papel higiénico, dejo que la sangre se detenga y poco después, como si el paro respiratorio no haya sido un fondo suficiente,  busco un pase de cocaína, me  lo chuto de un solo jalón; ligado a ello, me inyecto tres miligramos de  morfina, prendo un cigarro y cómodamente, como si nada hubiera pasado me siento en la tasa  del escusado a fumar plácidamente.

Ahora que Dios me manda éste regalo, al recordar cómo me hundí en la adicción a la cocaína, no tengo más que mostrar mi más sincera gratitud a Dios, a mi esposa, a mí mismo, y todos los que me han ayudado por todo lo que he recuperado, porque ahora soy feliz y vivo la vida en armonía, libre de adicciones y de dolor. 



Borracho tirado en el piso en casa.


Tengo que acordarme que la droga provocaba en mi delirios de persecución, sentía pasitos en la azotea, escuchaba voces, veía personas, sentí la presencia de supuestos asesinos que me querían matar y que caminaban dentro de los ductos de los aires acondicionados en el techo. 

No morí de sobredosis porque Dios es muy grande, conocí adictos y adictas que no pudieron con la droga, murieron de paros cardiacos, paros respiratorios, otros se quedaron arriba con parálisis cerebral, muertos en vida, y otros, son enfermos al 100 por ciento porque siguen ahí atrapados en el mundo de las adicciones, atrapados sin salida, sin, vida, ni presente ni futuro: Muertos vivos.

Los tiempos son de Dios. Hoy no tengo todo lo que quiero, pero quiero todo lo que tengo.- 

Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla .- Sí se puede, si tu realmente quieres. Sigue mi huella www.canal28.tv todos los miércoles a las 14:30 horas tiempo de Chihuahua, Chihuahua, México. Mándame un saludo al aire 6144 10 20 28, Contáctame en Facebook y en @teo_luna.

 



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