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Edición 310
Escrito por Manuel Magaña Contreras   
Jueves, 10 de Octubre de 2013 22:16


Desafío de la soberbia humana 

a la naturaleza

 

UNA VIEJA Y SABIA FRASE popular  nos advierte: “Dios perdona, el hombre a veces perdona y la naturaleza nunca perdona”. Cabe decir que, desde hace más de 40 años, la soberbia de la tecnocracia mantiene a los seres humanos alejados de la naturaleza.



Damnificados.

Los tecnócratas han hecho creer al hombre que mediante la moderna tecnología computarizada, con sus teléfonos celulares, sus viajes espaciales,  los drones que permiten la matanza  de seres humanos cobardemente, ya que son aviones que vuelan sin piloto y manejados desde la tierra, apuntan al blanco y matan, sin que los agresores expongan en lo mínimo sus vidas, a cuanto semejante se les antoja, en el país que sea. 

Se ha hecho creer, pues, que el hombre ya ha dominado a las Leyes de la Naturaleza y que sus disposiciones las puede cambiar  cuantas veces pueda y en provecho propio. 

Nada más alejado de la verdad, porque es la Naturaleza  la que  tiene sus códigos que deben ser respetados por el hombre. Si hay acato a ellos, entonces  el hombre puede aprovechar el Orden Natural para  descubrir aplicaciones útiles a la humanidad, pero lo que sucede es que los que dominan al mundo violan otro orden el moral y hacen mal uso de lo que han descubierto  para dominar al mundo. 

Estos abusos, tarde o temprano, tendrán que pagarse, porque, por ejemplo, se abusa demasiado de la energía magnética, la cual ya está variando  a través del calentamiento de la tierra; porque el deshielo de las regiones polares por el calentamiento de la Tierra, mucho tiene que ver  con la cuestión de la energía magnética, igual que la sobrexplotación del petróleo.

Cuando se acabe el petróleo  y la energía magnética sufra un serio revés ¿Qué va pasar con el funcionamiento de las computadoras? ¿Qué sucederá con  el funcionamiento de los celulares, las computadoras, las “redes sociales” todos los sistemas computarizados,  la aeronavegación, etcétera? 

Los huracanes Ingrid y Manuel 

El terrible impacto de los huracanes Ingrid y Manuel sobre  territorio mexicano ha sido devastador y con ello se demuestra que, desde hace más de 43 años  vivimos de espaldas a la Leyes de la Naturaleza. 



Autopista del Sol, luego del deslave.


También en México  la tecnocracia nos ha hecho creer que mediante los sistemas computarizados  ya tenemos dominada a la Naturaleza y que lo único que debemos hacer es, por ejemplo, que en aras de un  consumismo desenfrenado y ruinoso para la economía familiar, aprovechemos todos los  frecuentes “puentes vacacionales” para disfrutar de la dolce farniente en las playas de Acapulco, sin consultar debidamente las Leyes de la Naturaleza que nos dicen claramente que septiembre es mes de huracanes y que debemos precavernos. 

Vivimos en la corrupción, el influyentismo y la irresponsabilidad, y como manifestación de que poco no importan las Leyes de la Naturaleza y del Orden Moral, se autoriza la construcción de conjuntos habitacionales en lugares peligrosos por donde, de acuerdo  a la orografía del suelo correspondiente, en los casos de tormenta pasarán las precipitaciones pluviales que arrasan con todo lo que a su paso encuentran 

Miles de viviendas construidas en terrenos peligrosos han sido autorizados por autoridades venales. El precio de esa violación al Orden Natural, ahora se paga con la perdida de muchas vidas y .de la casi totalidad del patrimonio de los damnificados. 

La autopista del Sol

Orgullo de la tecnocracia huehuenche; es decir, “la de casa”, des la Autopista del Sol. Sus audaces trazos para reducir distancia, a costa de horadar lugares peligrosos en los cerros y sus laderas, le hacen de lo más riesgoso en el país, como lo demuestran los frecuentes derrumbes  que interrumpen su funcionamiento. El trazo de esa autopista  en zona accidentada de cerros y barrancas, es un catálogo de agresiones a la Naturaleza, con alto costo para los usuarios de ese insólito medio terrestre de comunicación. 



Muy bonita, cara y vulnerable.


Ahora, con motivo de la furia de Ingid y Manuel  quedaron varados -según las informaciones diarias difundidas-, más de 40 mil turistas  que no tuvieron la precaución, ante de emprender el viaje a Acapulco, de escuchar las previsiones del tiempo que ciertamente sí fueron difundidas con la debida anticipación. 

Por todos los puntos de la República se procede a la construcción de carreteras  que de acuerdo a las informaciones diarias tanto en los periódicos como en los videos de los canales televisivos, han sufrido deslaves y las imágenes proyectadas revelan claramente que el tendido de esas cintas asfálticas  comprende terrenos muy peligrosos. 

Los puentes averiados, se ven endebles y por lo que también se ve, no se tomaron en cuenta los daños que pueden causar los huracanes y las tormentas y grandes torrentes pluviales que causan deslaves y desgajan cerros. 

Sí, vivimos de espaldas a las Leyes de la Naturaleza. El poder de los tecnócratas en el desarrollo del país  se puede dar siempre y cuando acaten los ordenamientos del Orden Natural. Si los violan, entonces ocurre lo que ha ocurrido, precisamente con la furia de Ingrid y Manuel. 



Furia de la naturaleza.


México no puede mejorar su futuro con programas que violan el Orden Natural. Se necesita enmendar la plana para que  mediante el respeto al Orden Moral, se acabe la corrupción y no se autoricen proyectos que van a dañar al pueblo, como ocurre con los conjuntos habitacionales construidos en terrenos por donde pasarán los torrentes pluviales que arrasan con los bienes patrimoniales de las familias damnificadas. Si los programas de desarrollo respetan las Leyes de la Naturaleza, los huracanes causarán menos daños. 

La presencia  de los huracanes Ingrid y Manuel y los daños que han ocasionado, deben servir para la reflexión, en aras de un México mejor. La soberbia de la tecnocracia que pretende transformar al país   “en lo que resta del año”, debe  aceptar que existen leyes no escritas sobre todo de orden tradicional, de idiosincrasia, de costumbres, etcétera, y que los cambios no pueden hacerse de la noche a la mañana. Se necesita tiempo. Respetemos el Orden Natural y el Orden  Moral y conformemos el país con sentido nacionalista y apego  a los cánones de la naturaleza. Es lo mejor.     



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