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Edición 312
Escrito por Eduardo López Betancourt   
Sábado, 07 de Diciembre de 2013 17:36

Los nuevos impuestos

 EDUARDO LÓPEZ BETANCOURT

 

LOS LEGISLADORES MEXICANOS se enfrentan cada año a situaciones inverosímiles, como crear, quitar y, por supuesto, manejar múltiples tesis para los impuestos. En realidad, lo único que les importa es cubrir un presupuesto, el cual implica la exigencia de todo tipo de gastos, donde los menos se orientan para fines constructivos; nadie ignora que la mayor parte de los fondos recaudados se canalizan en emolumentos, viáticos e infinidad de dispendios. 



Venta de comida chatarra en escuelas.


En un país serio, las alcabalas deben mantenerse adecuadamente ordenadas, suplirlas o incrementarlas cuando realmente se reclame y exista total justificación. Lo absurdo es que en México siempre se ha carecido de un orden en ese rubro, lo habitual es la improvisación y el “jaloneo”. 

Evidentemente, los ricos son quienes tratan de cubrir menos gabelas; su sistema es bien conocido. Nuestra Patria está saturada de Cresos propietarios de compañías “pobres”, a las que “sangran” al máximo, cargándoles toda clase de gastos. 

Veamos: Un empresario tiene varios automóviles, así como una notable cantidad de empleados domésticos, viajes, pago de luz, teléfonos, etcétera, y todo ello lo carga a su negocio; claro, las ganancias se reducen, pero todo lleva la finalidad, como ya apuntamos, de pagar menos exacciones. 

El mejor ejemplo de esta afirmación, es el de un potentado, dueño de una firma de telecomunicaciones, que se dice es el hombre más pudiente del mundo. Resulta que toda la servidumbre y personal en sus residencias se hallan en la nómina de su empresa, pese a que no laboran para ella; hasta los coches que usan dichos trabajadores, traen el logotipo de la misma. 

Sin duda, su gasolina, alimentos y despilfarros en general, incluidos los estipendios de su gente, los tenemos que costear los mexicanos. La infamia se intensifica cuando una persona con sueldo modesto debe cubrir su predial, agua y servicios varios, y todo ello no lo puede deducir, como hacen los seres opulentos. 



Venta de comida chatarra en escuelas.


Ahora,  los legisladores mexicanos han decidido que para el año 2014 se aumentarán los gravámenes a los refrescos. Incluso aseguran que las bebidas azucaradas son altamente perjudiciales para la salud; suceso que ha causado enorme molestia en los embotelladores, y hasta aseveran que habrá desempleo por esa causa. 

Tengamos presente que hay dos tipos de impuestos: Los referentes a los dividendos o beneficios que se obtienen y que son de orden individual, así como los genéricos y aplicables a todos, como es el caso del IVA (Impuesto al Valor Agregado), mismo que se aplica tanto al que devenga un ínfimo salario, como al más acaudalado del planeta, circunstancia a todas luces injusta. 

Lo innegable, es que en el sistema impositivo mexicano existen sinnúmero de iniquidades. Definitivamente, el objetivo de los legisladores debería ser la búsqueda de una fórmula, en la que, en los aranceles directos al producto, quien tenga más, pague más. Como se ha relatado, el aumento impositivo le tiene sin cuidado al rico, ya que quien lo cubre es su propia empresa, al contrario del ciudadano de a pie, a quien no le alcanza ni para lo más básico.



 El sistema impositivo mexicano debe ser sencillo, reducirlo a un sistema simplista, cuánto ingresa, cuánto egresa y cubrir sólo sobre la diferencia; de este modo, quien percibe una exigua retribución monetaria, podrá disminuir el desembolso en la compra de alimentos, ropa, e inclusive diversiones, tal vez hasta poniendo algunas limitantes.

 Eso sería mucho más apropiado para evitar se dé una práctica cotidiana, que se ha convertido en deporte nacional, la de no pagar impuestos, esencialmente porque el pueblo tiene plena seguridad que los gobernantes se quedan con el dinero de las arcas públicas. 

En el tópico del sistema impositivo mexicano falta seriedad. Sólo se da la más deplorable de las situaciones, provocada por un infame y perverso método recaudatorio, donde invariablemente sale perdiendo el pueblo. Todo esto cambiará hasta que tengamos buenos dirigentes, lo cual hoy tristemente es una quimera. 

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