La legendaria Plaza de la Constitución
El próximo 30 de noviembre se cumplen 20 años de que, con el maquinado Error de diciembre, el usurpador Carlos Salinas de Gortari concluyó a tambor batiente el mandato de su primer sexenio en el poder presidencial.
Meses antes de entregarle la banda presidencial a Ernesto Zedillo Ponce de León, Salinas de Gortari fue preguntado: ¿Cuál logro de su administración le brinda mayor satisfacción?
-Haber cambiado la mentalidad de los mexicanos, respondió orondo. A punto de terminar su periodo presidencial, Vicente Fox fue entrevistado: ¿Existe algún error durante su gestión del que se arrepienta? -Ninguno, respondió imperturbable el guanajuatense.
El estilo personal de gobernar
Con independencia del estilo personal de gobernar (Daniel Cosío Villegas dixit), al margen de las diferencias físicas y sicológicas de personalidad, a Salinas y Fox les caracteriza un rasgo común: Su pretendida infalibilidad.
Terminado su aciago sexenio, José López Portillo se autodenominó El último Presidente de la Revolución mexicana. En 1936, el presidente Lázaro Cárdenas del Río decretó la disposición de la vieja obra negra de una estructura sita en la Colonia Tabacalera de la Ciudad de México, planeada originalmente por Porfirio Díaz para albergar ahí el Palacio Legislativo. El Divisionario de Jiquilpan la convirtió en Monumento a la Revolución.
El Monumento a la Revolución estuvo coronado con la escultura de una portentosa águila que en 1940 fue trasladada a lo que ahora es el Monumento a la Raza. En los nichos funerarios del Monumento a la Revolución se depositaron sucesivamente los restos de Venustiano Carranza, Francisco I. Madero, Plutarco Elías Calles, del propio general Cárdenas del Río, y finalmente los de Francisco Villa. Cuando el guanajuatense Ramón Aguirre Velázquez fue regente del Distrito Federal, sugirió dinamitar la estatua de Lázaro Cárdenas situada en la Colonia Doctores, a la vera del Eje Central que lleva también el nombre del Gran Expropiador, e incluso cambiarle la nomenclatura a esa vía rápida.
Ese despropósito fue desoído por el presidente Miguel de la Madrid, quien en cambio ordenó en 1986 crear al Museo Nacional de la Revolución, en bóvedas subterráneas ex profeso bajo Monumento respectivo en la Plaza de la República. Lo que se aloje en ese Museo ha quedado expuesto a las frecuentes inundaciones de esos sótanos. Las explanadas del Monumento han sido tomadas por asalto durante prologadas temporadas por la disidencia magisterial.
Contra lo que se cree, la Plaza de la Constitución -en el Centro Histórico de la Ciudad de México- recibió el nombre, no en honra a las constituciones mexicanas, sino a la de Cádiz de 1812, cuando la insurgencia estaba en pleno apogeo. Se le conoce más simplemente como El Zócalo. Su símbolo es una monumental astabandera donde ondea la Bandera Nacional.
¿Cuál es el cupo de la Plaza de la Constitución?
Escenario clásico para El Grito de Independencia cada 15 de Septiembre, ha sido también espacio para manifestaciones de todo origen y causa, lo que se ha prestado a polémica sobre cuál es su cupo, cuantificado en seres humanos.
Como se tratara de manifestaciones políticas, quien fuera regente del Distrito Federal (defenestrado) con Luis Echeverría, Alfonso Martínez Domínguez, fue cuestionado entonces precisamente sobre cuántas personas podrían reunirse en El Zócalo. El socarrón político neoleonés, antes de contestar, preguntó a su vez: ¿En pro o en contra? Todo es según el cristal con que se mire.
Ahora que, en tiempo record, la Carta fundamental de México ha sido sometida a más de 50 vertiginosos cambios, la plancha de la Plaza de la Constitución se ha destinado a gigantesco estacionamiento vehicular. ¿Cuántas camionetas Mercedes Benz modelo 2014 caben en El Zócalo metropolitano?
El 2 de septiembre pasado, algunos aprendices de Pitágoras calcularon que unas 400. El genial parisino Sthèphane Mallarmè escribió: Aquel público subrayaba con la presencia de su escasez la ausencia multitudinaria. Es cuanto.
(Abraham García Ibarra.)
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