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Edición 331
Escrito por Abraham García Ibarra   
Lunes, 30 de Marzo de 2015 13:49

Borracho

 

Hay ciertas genialidades que -al correr de los siglos- escapan de la reserva y pasan al dominio público. Nos parece que ésta es una de ellas: Con un gran sentido común, pero con profundo giro filosófico, algún artesano europeo tomó esta oración que quedó grabada en la carátula de los viejos relojes de Sol: Todas las horas hieren; la última mata.

 

MexicoAntiguo


Lo que entraña esa elocuente sentencia para quienes transitamos el cuarto cuarto de siglo, es que la única certidumbre a la que podemos apelar es la que nos brinda la fatalidad biológica.
Con seis décadas en el ejercicio del oficio periodístico -casi medio siglo aplicado al diarismo-, hemos acompañado al menos a cuatro generaciones de hombres de la tinta.

En la más reciente década mexicana, la fatalidad biológica se ha cumplido en periodistas y escritores con los que convivimos tan cerca o tan lejos en la proximidad personal y -lo que resulta igual de gratificante- en la admiración a quienes se consagraron al oficio, dándole el valor que la sociedad espera en el tratamiento de la noticia, la información y la opinión.

Defensa civil en VeracruzPara decirlo pronto, la más reciente pérdida que enlutó a este oficio nuestro fue la de don Manuel Magaña Contreras. Perteneció a una generación periodística cuya última voluntad fue: Quiero morir con el arnés puesto. Con el lápiz, la libreta de reportero y una destartalada Remington, pues.

Con independencia de afiliaciones política o ideológicas, podemos afirmar que don Manuel Magaña Contreras hizo del oficio periodístico origen y destino indivisibles e irrenunciables. Sobre todo, honorable.
Por nuestra parte, después de iniciarnos en 1954 en los diarios de la Cadena García Valseca, emprendimos en 1968 la aventura, entonces audaz, de colocarnos en el circuito metropolitano de la información.

Aquél aciago e inolvidable año puso a prueba la política editorial de los medios de comunicación, todavía con predominio de los impresos. Del 68 quedó el estigma ¡Prensa vendida!
De las categorías con las que se codificaba arbitrariamente a dichos medios, incluso con cierto desprecio clasista, nos remitimos a dos: El Día -al que pertenecimos durante 26 años- y El Nacional.
Al primero, se le catalogaba por su propia y confesa vocación doctrinaria como “medio de Estado”; el segundo, como portavoz del gobierno de la República. A aquél, se le encasillaba como medio oficioso; a éste, como oficial, que lo era.
La crisis política del 68 -prolongada en 1971- sublevó a segmentos de ambas redacciones que desertaron para buscar acomodo en los que, según su leal saber y entender, identificaban como prensa libre.
De aquella generación reporteril, los mejor dotados han escalado puestos de dirección editorial no sólo en los medios impresos, sino también en los electrónicos.


Cambia la piel, no la entraña


Por nuestro curtido en la tinta, al arrancar este mes de marzo revisamos dos medios impresos metropolitanos. En uno de ellos, colocamos la vista en la primera sección, que es la de jerarquización de la oferta a los lectores.
Resumimos: En la primera plana -con llamada y extensión en interiores- encontramos ocho temas dominantes. Todos, derivados de boletines emitidos por (seis) dependencias gubernamentales y (dos) por entes codificados como autónomos. En las columnas de opinión se observa un acusado alineamiento con el sentido de esos boletines.
En el otro medio monitoreado, la tendencia es la misma: La presentación de casi los mismos tópicos con la consiguientes opiniones en las que se aplauden decisiones “del sistema” o, dicho a la moda, del establishment.
En algunas columnas se pretende incluso tranquilizar a ciertos actores gubernamentales contra la crítica que sus nombramientos generan entre los que algunos opinantes califican como sembradores de odio. “No te preocupes, toma las cosas de quien vienen”, es el consejo a tales personajes.

 

Francisco I. Madero y José María Pino Suárez


Un dato que nos parece pertinente subrayar, es que, en esos medios -en los que se implanta, como en muchos otros, la uniformidad informativa y de criterio editorial-, se niega la presencia como protagonista del hacer humano y público a la sociedad civil.

Otro dato, valorativo: A la vieja prensa escrita se le imputó sumisión al gobierno por su dependencia del monopolio estatal de papel. Sin embargo, ejerció su libertad a tal grado que publicaciones mexicanas hubo que aparecieron entre las primeras doce del mundo.
Ahora, salvo destacadas excepciones individuales que acreditan “noticieros de autor”, los empresarios que controlan medios electrónicos -y por extensión algunos impresos- temen perder sus concesiones si tocan con el registro de un decibel al mandatario en turno. De ahí, la monótona uniformidad en los contenidos de corte “noticioso”.

Victoriano Huerta, modelo para armar

General Victoriano HuertaEl próximo 21 de abril se cumplirá el centenario de la enésima ocupación armada de México (puerto de Veracruz) por fuerzas castrenses los Estados Unidos.
Esa nueva invasión militar fue consecuencia de la crisis que el levantamiento constitucionalista encabezado por Venustiano Carranza asestó a la usurpación de Victoriano Huerta, quien se hizo del poder asesinando a Francisco I. Madero y José María Pino Suárez, presidente y vicepresidente de México, respectivamente.
El primer registro que conviene destacar, es que el cuartelazo huertista (su divisa fue: Cueste lo que cueste) fue avalado por un pleno lacayo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Lealtad y colaboración, comprometieron los ministros ante el golpista dipsómano.

El segundo registro, es que la resistencia contra el proditorio crimen se incubó en el seno de la Cámara de Diputados a la XXVI Legislatura federal. Meses después, Huerta disolvió a sangre y fuego el Congreso de la Unión para sustituirlo con hombres afines a su causa, entre los que destacaron militares de alto grado, posicionados particularmente en el Senado, en donde don Belisario Domínguez había encendido su ira del tirano con su texto: Yo acuso, que le costó la vida.

Antecedieron a Huerta en la infra cultura golpista contra el régimen constitucional, el pretendido emperador Agustín de Iturbide, en 1822, y su Alteza serenísima Antonio López de Santa Anna, en 1844. Ambos arremetieron violentamente, para sus irracionales fines, contra el Poder Legislativo constituido e instituido.
El expediente histórico nos coloca ante la siguiente cuestión: Restaurado el modelo clásico de división de poderes por el Congreso Constituyente de 1917, en 2015 ¿es posible hablar en México de una República en la que rija el sistema de pesos y contrapesos que acoten la supremacía del Poder Ejecutivo?

Por su acerada autoridad como constitucionalista ejercida en la Academia, especialmente en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, recurrimos al especialista Diego Valadés.
Tomamos esa acreditada fuente, porque coincide con una inquietud que en diversos foros -con mayor frecuencia en los espacios de Voces del Periodista- hemos expresado cuando abordamos iniciativas de Reforma del Estado durante lo que va de la era neoliberal. La pregunta que hemos dejado tercamente latente es: Y la reforma del gobierno, ¿cuándo?


El personalismo avasalla el sistema político


Dr. Diego ValadésDiego Valadés -quien ha servido en administraciones de factura priista-, en reciente colaboración publicada en el diario Reforma, bajo el encabezado de ¿Hay gobierno?, abre su alucinante tema con esta reflexión:
“Por extraño que parezca, nuestro sistema jurídico no contiene disposiciones relacionadas con la organización y funcionamiento de un gobierno, como órgano de dirección política. Tan dominante es el personalismo que no se ha considerado necesario que, además del Presidente, el país tenga gobierno”.

A renglón seguido, Valadés profundiza: “Tal vez ese fenómeno explique algunas de las desventuras políticas que hemos sufrido a lo largo del tiempo. La concentración del poder ha sido una constante que no ha dejado espacio para instituir un gobierno funcional y responsable, capaz de superar los desafíos que todo Estado enfrenta”.
Seguimos las iluminantes citas al constitucionalista: La sensación generalizada de que estamos a merced de la violencia delictiva, de la corrupción y de la turbulencia urbana, no se podría explicar porque los delincuentes mexicanos fueran los más astutos del planeta, ni porque en México se hubieran depositado todas las perversiones del orbe, o porque sólo aquí existiera inconformidad social.

“Lo que sí sucede en México, a diferencia de casi todos los demás Estados constitucionales, es que aquí no hay gobierno formal. La palabra gobierno alude la acción de gobernar, pero en este caso me refiero a la organización que lleva a cabo esa tarea y que nuestro sistema jurídico no regula. En la Constitución aparece 130 veces la voz gobernar, de las cuales 14 agregan federal y dos de la Unión, pero en ninguna parte dice en qué consiste. La voz Ejecutivo, por otro lado, figura en 126 ocasiones, como sinónimo de gobierno. La Constitución es clara: una sola persona es la totalidad del gobierno”.

Valadés remata su texto con esta conclusión: En un Estado constitucional las decisiones políticas “deben corresponder a un gobierno responsable y controlable, no a un solo individuo y a sus colaboradores personales”. Hasta aquí el autor citado.

La sociedad demandante como coartada


Desde la gestión de Carlos Salinas de Gortari -del que Valadés fue colaborador-, las presidencias tecnocráticas han presentado sus grandes reformas estructurales, que han implicado radicales cambios constitucionales, como atenta respuesta a “las demandas más sentidas de la sociedad”.
Cubrimos algún tramo de la campaña presidencial de Salinas de Gortari, cuando todavía el PRI, en 1997, al través del Instituto de Estudios Políticos, Económicos y Sociales (IEPES) revestía su plataforma de gobierno bajo el supuesto de la consulta popular. ¡Que hable México!, fue uno de los eslóganes de esa campaña.

VeracruzEl esquema de esas supuestas consultas tenía como soporte asambleas temáticas nacionales, según la jerarquización de las políticas públicas. Nos consta, para el caso, que en uno de esos foros en Morelia, Michoacán, miembros del tanque pensante del candidato no ocultaban su aburrimiento, rayano en la irritación: Pero es que México, exclamaban, “ya está sobre diagnosticado”. A qué escuchar “a una cáfila de ignorantes”.
Escribimos en su oportunidad de las gestiones de Salinas de Gortari (Harvard) y Ernesto Zedillo Ponce de León (Yale) -tiempo en que se hablaba de excelencia académica para reclutar cuadros para la administración pública-, que su sello eran la arrogancia y la pretendida infalibilidad.

Recordamos una expresión de Salinas de Gortari casi al fin de su mandato: Mi principal satisfacción, es haber cambiado la mentalidad de los mexicanos.
Algún ácido analista escribía al respecto que nuestro país empezaba a ser gobernado por “la primera generación de estadunidenses nacidos en México”.
La metáfora adquirió sentido cuando el modelo neoliberal fue convertido en ariete para demoler los fundamentos del Estado mexicano y recorrer el poder económico al lado de un nuevo corporativismo empresarial surgido de la privatización de los bienes públicos, a partir de la desnacionalización del sistema de banca y crédito apenas al segundo año del sexenio salinista.

La postmodernidad que nos vino del norte

Se explica ese viraje ideológico, porque la autodenominada generación del cambio estaba constituida por tecnócratas formados en universidades extranjeras, de preferencia de los Estados Unidos. Los jóvenes turcos, se les dio como santo y seña.

Belisario DominguezSe explica ese giro de calidad también porque -aunque egresados de instituciones de educación pública mexicanas, la UNAM y Instituto Politécnico Nacional-, Salinas de Gortari y Zedillo Ponce de León optaron sus posgrados en la especialidad de Economía en Harvard y Yale, cuando estaba ya en boga en los Estados Unidos la Escuela de Chicago, trinchera de los padres del neoliberalismo; Milton Friedman, uno de los más prominentes.

En 1988, cuando por primera vez fue estremecida la hegemonía electoral y política del PRI, en cónclave de la cúpula tricolor, al evaluarse los desconcertantes resultados de la elección presidencial, conspicuos y lúcidos miembros de la nomenclatura mandante concluyeron que aquellos resultados fueron producto del voto de castigo como reacción a los primeros signos de la depredadora política económica, que modificó las bases y rumbo de la economía política que durante casi medio siglo señoreó los programas de esa asignatura en nuestros centros de educación superior. Un cambio de grado y valor.

El monopolio legítimo de la violencia

Casualmente, fue a partir del mandato de Salinas de Gortari cuando -con una con una insistencia de suyo sospechosa-, la tecnoburocracia empezaría a hablar como nunca en la historia de México, de Estado de Derecho. Le seguiría la apelación al monopolio legítimo de la violencia como privilegio del Estado.
El ciclo de los economistas forjados en el extranjero fue interrumpido por el derrocamiento electoral del PRI -con su abanderado, el también economista Francisco Buenaventura Labastida Ochoa- en las elecciones presidenciales de 2000.

Lo que, en el agreste llano, se sentiría entonces como un respiro, duró lo que dura en suspiro. El poder presidencial -aiga sido como aiga sido, según la expresión cínica de 2006-, fue depositado sucesivamente por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, instancia jurisdiccional definitiva e inatacable en la materia, en egresados de universidades privadas.

El guanajuatense Vicente Fox Quesada pasó por la Universidad Iberoamericana, donde resultó destripado en la carrera de Administración de Empresas. Ya en el poder, proclamó el suyo como un gobierno de empresarios, por empresarios y para empresarios.

Felipe Calderón HinojosaEl michoacano Felipe Calderón Hinojosa surgió abogado de la Escuela Libre de Derecho cuando le fue denegada su inscripción en la Facultad de Derecho de la UNAM. El leitmotiv de su mandato fue la militarización de la vida pública de México. Consagró en la acción directa el monopolio legítimo de la violencia del Estado, uno de cuyos exégetas fue el procurador federal Eduardo Medina Mora.

El mexiquense Enrique Peña Nieto, egresado de la carrera de Derecho de la Universidad Panamericana (franquicia del Opus Dei) ofreció al país un “renacido” PRI. Si nos apropiamos de la licencia editorial, vale el símil bíblico de Lázaro, cuando, resucitado éste, le reclamó a Jesús haberle dado una segunda vida sin curarle la lepra.
Dicho para la posteridad: Tres ex presidente de México (Zedillo, Fox y Calderón) han sido consignados ante tribunales internacionales por crímenes de Estado (económicos unos) o de lesa humanidad (genocidio es una tipificación). Ilusoriamente. Sólo se puede confiar en la justicia inmanente.

El invento del Pacto por México

La recapitulación nos regresa al tema de la constitucionalidad de los poderes públicos en la reflexión del ya citado jurista Diego Valadés, no sólo en lo que toca a la legalidad -inexcusable-, sino a la legitimidad del ejercicio del poder político.

Recuerda Valadés que la Constitución prevé que el poder se divida en Legislativo, Ejecutivo y Judicial, y hay sendas Leyes Orgánicas que regulan al Poder Judicial de la Federación, al Congreso de la Unión de los Estados Unidos Mexicanos y ¡a la Administración Pública Federal! No existe una “Ley Orgánica del Poder Ejecutivo”, porque éste se deposita, completo, en un solo individuo. Sería absurdo que una norma dispusiera la organización y funcionamiento de una persona.

Manlio Fabio Beltrones Rivera“Por eso, en lugar de una ley orgánica del Gobierno, sólo contamos con una sobre la administración. Un gobierno administra, pero no nada más eso”. Hasta aquí Valadés.
Aquí caemos en el centro de gravedad de la cuestión. Para tratar de constitucionalizar los fines de su gobierno, el Presidente entrante acometió una operación política en la que convocó en exclusiva a tres de siete partidos con registro nacional representados en el Poder Legislativo.
Se treparía de última hora a la carreta del oportunismo rapaz uno, mil usos, sin autoridad política reconocible, pero si con votos decisorios en ambas cámaras federales. Nadie más. De tal operación política surgió el denominado Pacto por México.

En su momento, el actual presidente de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados, Manlio Fabio Beltrones Rivera reconoció paladinamente el carácter fáctico de ese pacto y lo describió, sin embargo, como primer paso para la institucionalización de un futuro “gobierno de coalición”, inexistente aún en la Carta fundamental.
El fáctico, pues, Pacto por México, concretó en racimo y en tiempo record las reformas constitucionales transformadoras para Mover a México. Se pusieron demasiados fierros en la lumbre.

Cuando en particular una, la contrarreforma petrolera fue impugnada pretendiéndose hacer valer el derecho constitucional a la consulta popular, llegó el turno a la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Esto es, el poder constitucional paritario: El Judicial de la Federación.
Los ministros de la Corte pusieron por encima del interés de los promotores de la iniciativa de consulta concurrente en la elección federal de 2015 -que invocaron el nombre del pueblo-, el interés económico del Estado. El derecho consagrado en la fracción VIII del artículo 35 de la Constitución, quedó en la práctica abrogado.
Lo trágico del esquizofrénico proceso legislativo -que en algunas materias reformadas ha incumplido hasta los términos en tiempo establecidos en la propia Constitución para las secundarias-, es que a la hora de su instrumentación administrativa empezó hacer crisis apenas apagado el triunfalismo transformador.

El que a la globalización se debe; a la globalización paga


No sólo incide de manera determinante en ese dramático naufragio la complejidad de la operación administrativa -en la que algunos secretarios encargados de despacho han sacado tache-, sino factores externos en los que están involucrados intereses extranjeros que potencialmente resultarían beneficiarios de la mega reforma constitucional, y que pretenden ahora alzarse con el santo y la limosna.

Pongámoslo de este tamaño: La joya de la corona del reformismo de ocasión, por más de una tentación, fue el sector energético y particularmente el petróleo. En esta canasta se pusieron todos los huevos; los de la esperanza de salvación de las desvencijadas e hipotecadas finanzas públicas, en lugar prioritario.

 

ocupacion-estadounidense-de-veracruz-de-1914-3


En el pecado se lleva la penitencia. En el apresuramiento del proceso legislativo transformador se olvidó que se respondía al imperativo de la globalización y se pasó por alto que la globalización cobra sus propios costos.
La actual encarnizada lucha por el poder global tiene como objetivo de occidente el estrangulamiento y la capitulación de tres gobiernos que pretenden hacer valer a toda costa y a cualquier costo su soberanía: Rusia e Irán y, aleatoriamente, en América Latina, Venezuela. Los tres vinculados activa o pasivamente con el negocio petrolero. Respecto de Rusia, se activó el detonante de Ucrania.

La carambola global no se compadece de aliados voluntarios o sujetos a compulsión. Cuando Arabia Saudita acometió la ofensiva para desestabilizar el mercado petrolero mundial con base en la ecuación producción sin límites-precios a la baja, se llevó entre las espuelas a justos y pecadores.
El nocaut alcanzó a México y le rompió la vital vértebra de recuperación de la economía nacional y en especial la estatal. La expectativa de resarcimiento devino en regresión fiscal, cuyo impacto se refleja en improvisados ajustes presupuestales que han obligado incluso a suspender grandes proyectos de infraestructura programados para el sexenio. No se puede luchar cuerpo a cuerpo contra la Historia.
Todavía, en la primera semana de marzo, casi suplicando a las petroleras extranjeras tomar a México como destino de sus inversiones, en Londres se les ofreció “flexibilizar” los términos de los contratos y otorgar mayor participación en las esperadas ganancias.

Entre México y los Estados Unidos, el desierto

Si se nos permite aventurar una reflexión histórica, la apuntaremos en este sentido: Entre finales del siglo XIX y principios del XX, el régimen dictatorial de Porfirio Díaz, a quien se le atribuyó la frase: Entre México y los Estados Unidos, el desierto, pretendió diversificar sus fuentes de inversión en el país, orientando su mira hacia las potencias económicas de Europa.

Manuel Gómez MorínEscribiendo a toro pasado, el aún joven sabio Manuel Gómez Morín describió aquella opción porfiriana con estas líneas: México en paz, hizo propaganda, lanzó y consolidó empréstitos, recibió extranjeros, intentó colonización. Todo un simulacro de internacionalismo.

“Simulacro, nada más, porque (ese internacionalismo) no estaba orientado a hacer de México un valor mundial, a dar a México consideración de una fuerza moral y económica en el mundo, sino que se limitó a poner a México en el mercado, a lanzarnos a un doloroso camino de imitaciones de pastiche e ignorancia de lo nuestro…”.
Lo que parece un traje a la medida para la tecnocracia neoliberal como heredera de Los científicos de la dictadura porfiriana: “Política igual a la del reyezuelo negro que abre las fronteras de su tribu a los delegados del poder europeo, le entrega su marfil y sus plumas, y viste desde entonces, sobre su cuerpo desnudo, un frac de opereta…
“Encantado de sus grandes y poderosos amigos nuevos, creyéndose su protector y concibiendo la idea de ser el ombligo del mundo, el más fuerte, el más bello, el internacionalismo del Porfiriato fue la sistemática propuesta de México al mercado para quienes quisieran tomarlo. ¡Y todavía dábamos algo en efectivo sobre regalar la riqueza y gravar nuestro patrimonio!”.

No se puede luchar cuerpo a cuerpo con la Historia. En 1910, el decrépito dictador fue embarcado en el en El Ypiranga. No hay mal que dure 100 años…
Hasta ahí Gómez Morín, fundador del Partido Acción Nacional (PAN), “la alternativa católica a la Revolución mexicana”, según lo catalogaron algunos académicos estadunidenses.
Lo dijo el clásico, como para nuestra situación: La historia se comporta una vez como tragedia y se reproduce como farsa. Es cuanto.

PD: Circunstancias de variado origen nos plantean el imperativo de declarar una tregua después una continuada trayectoria de seis décadas en el ejercicio periodístico. Naturaleza y vocación nos impiden hablar de rendición. Digamos que días de guardar son necesarios para limpiar de telarañas la cabeza y reciclar energías a fin de remprender la irrenunciable ruta. Seguimos en la frecuencia de Cervantes de Saavedra: Mejor el camino que la posada…



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