Coolidge el taciturno
Silent Cal o “Cal el Silencioso” (John Calvin Coolidge, presidente gringo de 1923 a 1929). En ocasión de un evento social en la Casa Blanca una elegante dama lo abordó y le dijo: “Señor Presidente, hice una apuesta con los amigos en mi mesa de que yo sería capaz de sacarle más de tres palabras.” Coolidge le respondió: “Perdiste.”
Record sexual
Esta bizarra anécdota consta en el libro “15 Interesting Woman in Ancient Rome”. Prácticamente todas las mujeres mencionadas en este libro tiene una historia de intrigas y promiscuidad sexual, puñaladas en la espalda (metafórica y literalmente hablando), e hipocresías interesadas. Un ejemplo: el caso de Mesalina compitiendo con una profesional de las sábanas para ver quién podía despachar más galanes en una sola noche (esta anécdota la consigna Plinio el Viejo).
“Pero la Roma imperial no todo era sólo sexo, maniobras políticas y traiciones, sino también poder militar, conquistas, inflación, pan y circo, tiranía y esclavitud. Una palabra que ciertamente resume a la cultura de la Roma en esa época, sería ‘decadencia’”.
Mesalina
¿Pero quién fue esta mujer, cuyo nombre lo define la RAE como “mujer poderosa o aristócrata y de costumbres disolutas”, y es hoy sinónimo de “disoluta, viciosa, pervertida, corrompida, libidinosa, ninfomaníaca”? Valeria Mesalina, hija de una familia noble pero empobrecida, vivió de 25 a.C. a 48 d.C. Llegó a ser la tercera esposa del emperador Claudio. Fue célebre por su belleza y las constantes infidelidades a su esposo, el emperador, con miembros de la nobleza romana, así como con soldados, actores, gladiadores y otros. Mesalina tuvo gran influencia política en las decisiones que tomó su marido como emperador. Al no poseer una dote digna de atraer a un funcionario de renombre, Mesalina tuvo que conformarse con aceptar el cortejo del hazmerreír de la corte, Claudio, el tío del entonces emperador Calígula.
Claudio era “cojo, sordo y alcohólico, y su presencia ‘desagradaba a todo el mundo’. Era alto, delgado, encorvado y panzudo. Cojeaba al andar, sacudía la cabeza, tartamudeaba, se le caía la baba y le goteaba la nariz. Su madre le llamaba ‘pequeño monstruo’ y todos creían que era un idiota (también era sádico, feroz y sanguinario).” Cuando, tras el asesinato de Calígula, Claudio fue proclamado emperador, Mesalina y los suyos recobraron su posición social. El nuevo emperador estaba ciegamente enamorado de su esposa, lo que motivaba que se dejara manipular por ella. Mesalina se valió de este poder que ejercía sobre su consorte para lograr sus objetivos personales, que iban desde simples caprichos hasta ejecuciones. Mesalina dio rienda suelta a su ninfomanía.
Narra el poeta Juvenal que llegó a prostituirse en el barrio de Suburra bajo el apodo de Licisca (mujer-loba). Orgullosa de su legendaria lascivia, lanzó un reto al gremio de las prostitutas de Roma: las instaba a participar en una mega orgía de competición que ella organizaría en palacio, aprovechando la ausencia de Claudio, quien estaba en Britania. Dicho desafío consistía en dilucidar quién podía atender a más hombres en un día.
Las prostitutas aceptaron el reto y enviaron como representante a la más famosa de ellas en Roma, una siciliana llamada Escila (el mismo nombre del monstruo homérico que se tragaba barcos enteros con sus tripulantes, en clara alusión a su capacidad sexual).
Aquella noche, después de haber sido poseída por 25 hombres, Escila se rindió y Mesalina salió victoriosa, pues superó la cifra al llegar al amanecer y seguir compitiendo. Según se dice, aun después de haber atendido a 70 hombres no se sentía satisfecha, de modo que llegó a la cifra de 200 hombres (aunque usted no lo crea).
Cierta vez que Claudio estaba fuera de Roma, Mesalina aprovechó para casarse con el cónsul Cayo Silio, uno de sus amantes. Claudio descubrió la bigamia de su esposa y la condenó al suicidio; como fue incapaz de hacerlo, fue decapitada por un centurión.
OOOOOOMMMMMM
Recuerda meditar cuanto puedas, cuando puedas.
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Guillermo Fárber
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