Como en grotesco espectáculo ante el altar del mítico Dios Momo, los tres principales detentadores y usufructuarios de la partidocracia “a la mexicana” -PRI, PAN y PRD- se alienaron en veraniega mascarada para dar falso testimonio de su vocación democrática.
Toda una tribal danza de bellacos en torno al cadáver del fáctico Pacto por México, que constituyó la segunda acta de nacimiento de un resucitado Lázaro tricolor: Un fiambre echado a andar, como en la leyenda bíblica, sin ser curado de su lepra.
Preciso es hablar del Pacto por México si a este selectivo y excluyente acuerdo enunciado hace tres años, en el que el pueblo mexicano no fue ni convidado de piedra, se le dio rango de un Congreso Constituyente para suplir el Proyecto de Nación que los revolucionarios de 1910-1917 ofrecieron a sus compatriotas.
La Constitución de Querétaro fue convertida en jirones de un tijeretazo, y su placebo, a la luz de sus equívocos resultados hasta ahora, no sirve ni de ansiolítico para quienes lo diseñaron unilateralmente.
Reformas “transformadoras”, convoy en reversa
La contrarreforma petrolera ha dejado en cueros las finanzas públicas, la Reforma Hacendaria confiscatoria sólo se sostiene con el oxígeno de nuevo endeudamiento que sirve sólo para abonar servicios de la deuda vieja, la reforma en materia de Telecomunicaciones sirve únicamente para colgar deformes apéndices al intocable e intocado duopolio televisivo, la Reforma Educativa ha enervado la ingobernabilidad en los estados más poblados y miserables de la República.
El pesito mexicano tiene que sumar casi 17 mil unidades para cambiarlo por un dólar estadunidense, “que se ha apreciado en todo el mundo” y ha golpeado a las divisas de otros países, de lo que se colige aquello de que mal de muchos, consuelo de pentontos.
Las legislaciones para regular la rendición de cuentas y la transparencia en la gestión de los recursos públicos exhiben las prácticas de corrupción, pero no castigan ni atemperan la impunidad de los transgresores, nueva casta de criminales de cuello blanco.
El México en paz, prioridad del gobierno estrenado el 1 de diciembre de 2012, en nada envidia al México para Vivir mejor que ofreció el gobierno precedente del humanismo político.
Más apetecibles y apetitosas Las ollas de Egipto
¿La Cruzada Nacional contra el Hambre? Dicen que va, pero el Consejo Nacional Evaluación de la Política Social reporta que los índices de pobreza (que abarcan a los miserables) han crecido, y sólo los lectores de las Sagradas Escrituras recuerdan que eran más apetecibles Las ollas de Egipto, en las que saciaban su hambre los esclavos.
Los que hablan de la creación de más de tres y medio millones de “empleos” en lo que va del sexenio, estables y excelentemente remunerados, se cuidan de reconocer que la mayoría son precarios y producto de la regularización de cotizantes remisos al Seguro Social y, sobre todo, procuran ponerle sordina a las evaluaciones internacionales.
No apelemos a los reportes de la ONU, que son como llamadas a misa. Pongamos a otro sinodal de cinco estrellas: El Foro Económico Mundial, a cuyos aquelarres anuales gustan tanto de asistir, en Davos, Suiza, los presidentes mexicanos, para sentirse jugadores de “las Grandes Ligas”. En su reporte 2014-2015, sobre productividad y prosperidad (esto es, de competitividad) el Foro evalúa a 144 países. En la tabla, México perdió, en ambas asignaturas, seis lugares al caer del sitio 55 al 61. Con eso está dicho todo.
Si las comparaciones son odiosas, vale comentar que los socios de México en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) desprendieron del remolque a nuestro país: Los Estados Unidos están en primer sitio. Canadá en el quinto.
Con una agravante: México ve atrofiada su competitividad precisamente en la erosión del mercado laboral, entre otros factores. La incompetencia administrativa para instrumentar las “reformas transformadoras” hace punta entre las rémoras.
La falacia de la reforma electoral
Es momento, pues, de hablar de democracia, no de la económica, caeríamos en el sarcasmo, sino de la otra: Timbre de orgullo de los del fáctico Pacto por México es su transformadora reforma electorera. Decir política, sería incurrir en la hipérbole. No es para tanto. Serena, Morena.
A los exégetas de esa reforma les hizo astillas la falacia en las elecciones federales intermedias y concurrentes de junio de 2015. El estreno del Instituto Nacional Electoral (INE) fue como para presentar a los consejeros electorales en un sumario debut y despedida. Pero, como dijo el ranchero: ¿Cuándo se ha visto que la puerca suelte la mazorca que trae en el hocico?
El súmmum del cinismo lo representó el complaciente trato que los consejeros electorales, y sus compadres los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) le dieron al Partido Verde Ecologista de México (PVEM), codificado ya como el peor delincuente electoral reincidente en la historia política del país. Que ya es decir.
Todavía, se respiran en las salas del TEPJF lodos de aquellos polvos del 7 de junio. No habrá, sin embargo, fallo de los recursos pendiente que modifique sustancialmente el maloliente cuadro que quedó de aquella fecha en que más de 50 mil funcionarios de casillas previamente designados desertaron o fueron comprados por algunos partidos para que dejaran vacante su encargo para colocar en él sustitutos a sabor.
Entre las ruinas del 7 de junio: Un partido que perdió su registro (el Humanista) y otro que quedó en remojo (el del Trabajo), los tres partidos firmantes del fáctico Pacto por México acometieron el cambio de sus direcciones nacionales.
Manlio Fabio Beltrones Rivera (a) Don Beltrone
Por mandato estatutario (y porque al final del día falló el carro completo anunciado previamente), el tricolor César Camacho Quiroz deja la presidencia para asumir la coordinación de su bancada en el Palacio Legislativo de San Lázaro.
Quiso el mexiquense, sin embargo, dejar constancia de su lealtad a su paisano y jefe indisputado del partido, Enrique Peña Nieto, en un besamano para “continuar las reformas transformadoras” del Peñismo.
Se cita el evento, porque ahí Peña Nieto convocó al priismo a volver a las universidades y a convencer las juventudes a tener fe en la democracia y a hacer política, por supuesto, en él y desde el tricolor. Se perfiló entonces la precandidatura del jefe de la Oficina de la Presidencia de la República, Aurelio Nuño. La incipiente estampida de los búfalos en torno al joven prospecto se vio interrumpida abruptamente por el golpe de timón que le asestaron a Los Pinos los reductos del salinato transexenal, que opusieron la candidatura del diputado Manlio Fabio Beltrones Rivera, vieja chucha cuerera de la burocracia tricolor quien, frustrado en 2012 en su ruta hacia Los Pinos, porfía en llegar a la meta a los 66 años de edad, con un expediente como producto de la política “de las cloacas”, según lo tipificó en su oportunidad la ex compañera de partido y ahora prisionera Elba Esther Gordillo Morales.
La nomenclatura del PRI leyó bien la señal del salinato: Beltrones quedó el 17 de agosto como cabeza de fórmula única y el mismo día, sin terminar a cabalidad el proceso estatutario, se autoproclamó “presidente electo”. Democracia pura, sin votantes. La aclamación basta.
El cabeza rapada Ricardo Anaya
Un día antes, el Partido Acción Nacional, siguiendo la escuela del PRI al que tanto combatió antaño por sus prácticas totalitarias, consagró a quien, chalán del fáctico Pacto por México en San Lázaro, había sido digitalizado por su mentor y aspirante a la Presidencia de México en 2018, Gustavo Madero Muñoz: El queretano Ricardo Anaya.
La nostalgia del dedazo, la aplanadora, lo de todas, todas, que implantó el PRI en sus días de vino y rosas, tuvo su correspondencia en el bunker azul de la Colonia del Valle de la Ciudad de México.
Con un padrón de 477 mil miembros activos, objetado pero validado por los consejeros y magistrados electorales, se dio por votantes a menos de la mitad en la jornada dominical. Resultado: 81 por ciento de los votantes por Anaya. Para su opositor, el senador con licencia Javier Corral Jurado, la morralla: 16 por ciento. La aplanadora como signo de democracia.
Le tomaron la palabra a Carlos Navarrete
Lo más patético del espectáculo lo ofreció el PRD, devorado por sus tribus y tirado su esqueleto al basurero el 7 de junio.
El jefe tribal mayor amarillo, para más señas socio de la famiglia de Los Chuchos (así de voraces son), Carlos Navarrete Ruiz, en un teatral rapto de supuesta autocrítica quiso obtener un voto de confianza en el pasado Consejo Nacional, poniendo todos los cargos nacionales a disposición del pleno. Le salió el tiro por la culata: La renuncia colectiva fue aceptada jubilosamente y se agenda una nueva cena de negros para octubre.
Con esos bueyes aró Peña Nieto en el primer tercio de su sexenio, con pírrico éxito, hay que reconocerlo. Pero son múltiples las tesorerías públicas que se pondrán en disputa en 13 estados en 2016. Hay que recordarlo: En arca abierta, hasta el justo peca… y hasta no verte, Jesús mío.
Los aliados de ayer del PRI, se lanzan melosos mensajes para aliarse ahora contra el PRI. Ese es el umbral en el que empezará a construirse el andamiaje para la sucesión presidencial de 2018.
¿Y los del poder del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, según dicen los falaces publicistas de la democracia? Nomás que tengan su credencial de elector. De los algoritmos se encarga el Instituto Nacional Electoral, aunque, como el 6 de julio 1988, también se les caiga el sistema, según ocurrió el 7 de junio pasado. Es cuanto.
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