CUANDO TODAVÍA MÉXICO Y EL MUNDO no resuelven el agudo problema del desempleo, una amenaza mayor despunta en el horizonte inmediato, y lo peor es que ni los funcionarios responsables ni los especialistas y tampoco los académicos abordan el asunto con la urgencia que amerita.
COMO ELLOS tienen un empleo estable, y seguramente bien pagado, no les importa que no lo tenga el 60% de la población económicamente activa (PEA), como se denomina al sector social en edad de trabajar y en condiciones de hacerlo con todas las reglas de la ley.
Es sorprendente, pero cierto, y no es ninguna exageración. Anuncios recientes sobre innovaciones tecnológicas, nuevos negocios y problemas estructurales de la economía global así lo dejan entrever. Los países más amenazados por este tsunami son los mismos que ya enfrentan un grave aumento de desempleados. España, por ejemplo, ha llegado al 25% de desempleo abierto; otras naciones de Europa rebasan el 15%, y en América Latina también se alcanzan cifras de dos dígitos.
En cambio, desde hace lustros los funcionarios responsables en México presumen un dato falso de alrededor del 5.0%. Se puede afirmar que es falso porque realizan sus mediciones con un método nada riguroso, como sí lo es el de otros gobiernos, por lo mismo las cifras de desocupados nacionales resultan muy bajas, sin embargo datos oficiales admiten que sólo existe en el país un 40% de ocupados en puestos formales. El resto sobrevive como puede.
La criminalidad resultante de la desocupación
¿Qué debe preocupar de todo esto? Que la criminalidad resultante de la desocupación seguirá fuera de control en muchos países y en naciones como México la tendencia apunta hacia un aumento definitivamente imparable (y no se va a resolver contratando más policías). Para el caso de México es incontrovertible que en las últimas décadas fueron expulsados de la economía formal millones de personas.
Diversos motivos llevaron a la penosa situación que hoy registra el país, pero lo cierto es que han sido errores de los gobernantes, su falta de visión y de compromiso con el desarrollo nacional, lo que condujo al país a este punto de bajo crecimiento, de estancamiento, mejor dicho, y de complicaciones, por más que digan lo contrario el cardumen de rémoras que en la prensa se dedican a justificar a los incompetentes funcionarios a los omisos legisladores, a los despistados líderes sindicales, y a los convenencieros dirigentes de empresarios que en los últimos sexenios dejaron caer tan bajo a México. Pues la hora de la verdad los llama a la puerta y no le quieren abrir. Hasta qué punto se puede complicar la situación?
Detrás de esta amenaza, que puede convertirse en un tsunami, están las innovaciones tecnológicas, ciertas políticas públicas o falta de ellas, y problemas estructurales del modelo de desarrollo neoliberal que ha sometido al planeta. Sólo por dar un ejemplo, el anuncio reciente de que pronto será una realidad el automóvil sin conductor y que varias empresas de transporte privado, como Uber y sus copias, también las mismas armadoras como Ford y General Motors, van a poder ofrecer el servicio prescindiendo de operadores, potencialmente van a dejar sin empleo a cientos de miles en el mundo, quizás millones (la tecnología de piloto automático ya es una realidad desde hace años, sólo se ha estado perfeccionando para que esté al alcance de muchos y sea negocio para sus impulsores).
Otra advertencia muy seria
La ultramoderna tecnología de impresión en 3D, que está revolucionando la producción industrial es otra advertencia muy seria. Ya operan empresas que fabrican productos bajo pedido, con menor mano de obra y menos tiempo de entrega y por lo tanto de almacenamiento. Muchos puestos de trabajo se perderán por esta innovación.
En política local de México, la apertura del sector energético concebida para atraer inversiones y detonar el empleo quedará en promesa incumplida. El anuncio de que nuevas expendedoras de gasolina llegan a competir en el mercado, obliga a precisar: si van a operar como en Estados Unidos, que es autoservicio, moverán las gráficas de empleo muy poco hacia arriba o nada, al contrario de lo que alardearon tanto los operadores de la engañosa reforma energética. Ocultaron esos promotores que desde hace décadas las petroleras extranjeras producían el doble que Pemex con la mitad del personal y a menores costos. Con los actuales precios bajos de esa materia prima, en lo inmediato ¿dónde van a generarse tales puestos de trabajo?
Por otro lado, nuevos cambios en la regulación bancaria promovidos desde Suiza, el corazón de la banca globalizada, obligarán a las instituciones del sector a exigir mayores requisitos para otorgar los créditos. Numerosas pequeñas y medianas empresas quedarán excluidas de acceder a financiamientos para expandirse y no cualquiera podrá calificar para un crédito. Es un hecho que esto tendrá un efecto regresivo en la creación de puestos de trabajo.
Situación fuera de control
También el internet de las cosas, que hará una interconexión entre las personas y las máquinas (en las fábricas, en los muebles del hogar, de la oficina o de la escuela, los portones de las residencias, etc.), harán menos necesaria la participación de humanos como ayudantes en la vida diaria o por lo menos verán reducidas sus horas de trabajo.
Hasta hoy los elevados porcentajes de desocupados sólo reflejan que la situación está fuera de control en muchos países, incluso en los desarrollados, y que hay una sociedad que no sabe cómo enfrentar el fenómeno. Otros gobiernos que registran elevadas cifras de desocupados prácticamente han sido derrotados por ese problema. Es el caso de México.
En este país al instituto encargado de las estadísticas -INEGI- le ha faltado autonomía, y valor a sus funcionarios, para revelar la realidad nacional en números. Por eso desde hace varios años mantiene un bajo registro de desocupados. Bajo parámetros rigurosos aplicables al caso, como serían los de Europa, ese indicador nacional saltaría por lo menos a dos dígitos. Pero ni los académicos independientes se atreven a contradecir a la sacrosanta autoridad.
Lo peor es que ni siquiera recaban sus propios datos los organismos nacionales e internacionales, supuestamente independientes, como la Comisión Económica para América Latina (Cepal, de la ONU); ni los tecnócratas Banco Mundial, el FMI, ni el BID; ni los centros académicos nacionales como la UNAM, el CIDE y otros. En sus mediciones sólo repiten los tramposos datos del INEGI y del Banco de México.
Llamada de atención
¿Alguien ha escuchado alguna propuesta inteligente del Secretario de Economía o de los titulares de Hacienda o del Trabajo? Ni siquiera exponen el tema con la gravedad del caso. Si los funcionarios responsables no abordan la situación con la urgencia que se requiere, los centros de pensamiento independiente, los think tank, tienen que hacerlo.
Por eso esta llamada de atención va hacia los rectores universitarios y de centros de investigación (UNAM, IPN, UAM, CIDE, y otros), porque esas instituciones son fuente de pensamiento independiente, análisis y propuesta. Y si no es así, ¿entonces cuál es su utilidad social?
El punto de partida tiene que ser el hecho de que el desempleo es creciente y prácticamente es irreversible, porque los demandantes de un puesto de trabajo siguen creciendo en número y con ellos las necesidades sociales. En unos años el mundo, y en particular, los países atrasados, enfrentarán una situación explosiva.
Como algunos no quieren hacer su trabajo y se dedican a cobrar altos sueldos, que les pagamos los contribuyentes fiscales, aquí van algunas propuestas para el caso de México y esto no excluye que pudieran servir a otros gobiernos. Hay que precisar que tampoco son todas originales, ya han sido adoptadas en otras latitudes y en otras coyunturas, pero como ciertos funcionarios mexicanos no leen, no saben; los empresarios sólo se preocupan de inflar sus cuentas bancarias, los líderes sindicales siguen atados a viejos esquemas y los académicos no aterrizan algo. Por eso aquí van estas ideas, todo con la finalidad de disminuir riesgos asociados al desempleo prolongado y potencialmente mayor, que son muchos.
Señores rectores universitarios:
-Es urgente promover el análisis del tema, con ideas concretas para enfrenar al tsunami de desocupados que ya anticipa efectos catastróficos en México.
-La sociedad debe emprender a la brevedad la presentación de iniciativas de ley ante el Congreso, para que diputados y senadores se pongan a trabajar en algo concreto.
-Se debe acometer la enésima reforma de la contra reforma a la ley laboral, en la que debe garantizarse a todo ciudadano un puesto de trabajo y un salario digno, bajo el inevitable esquema de contratación por horas como en Estados Unidos existe y es funcional.
-La reforma a la ley laboral debe REDUCIR la edad de retiro a los 55 años, al contrario de lo que se ha venido haciendo en el mundo -- prolongarla a los 65 o 68--, para propiciar la contratación de gente joven, bajo la consideración de que toda persona tiene derecho a recibir oportunidades tempranas para la realización personal en varios aspectos de la vida, y uno fundamental es el empleo, como punto virtuoso del que resultan efectos benéficos para toda la sociedad... (Y qué pasaría con los adultos prejubilados? Tendrán que dedicarse a gastar sus ahorros como quieran, y los que no al arte o a explorar los campos que la ciencia ordinaria ha descuidado.
Es decir, a lo que quieran, menos a ocupar un puesto que debe corresponder a una persona joven). - Sí queda claro que no hay empleo para todos y que no lo habrá, verdad?... Y que por lo tanto se debe dar la oportunidad a los más jóvenes.
-Es urgente que se avance en un ''Seguro de Desempleo Crónico'' —como lo propuse en este espacio de Voces del Periodista... ¡desde el año 2003!—, de alcance temporal o vitalicio bajo condiciones específicas de la población beneficiaria. Y con qué recursos? No le den vueltas al asunto, esto pasa por reducir los elevados sueldos y privilegios de la alta burocracia nacional, federal, estatal y municipal. Es inevitable, señores legisladores.
- Se debe integrar un fideicomiso nacional de aportaciones para un fondo de retiro que garantice a todos en la edad de la jubilación un ingreso mínimo, para culminar la propia vida sin carencias vergonzantes.
- Es inevitable promover la posibilidad de que las personas que no tengan necesidad económica de un empleo cedan la oportunidad a quienes sí la tienen. En el futuro no debe ser mal vista la gente que no tenga una ocupación formal remunerada. Así lo irán dictando los nuevos tiempos.
Faltan en esta improvisada lista las ideas de otros que en serio se hayan puesto a reflexionar en este muy delicado asunto. Bienvenidas. Y qué diría Carlos Slim de todo esto? Es posible imaginarlo. Pero estas líneas no van para él y sus iguales, sino para mentes abiertas y visionarias.
Lo que debe quedar claro, a menos que algún iluminado invente algo como una máquina generadora de empleos -y no se ve cómo- es que no habrá puestos para muchos jóvenes ni para personas maduras, y esto es ya una de las mayores tragedias de nuestra sociedad actual, aunque muchos ni se incomoden. Miles, millones de sueños frustrados, si atendemos al conocido aunque polémico dato de que hay en México 7.5 millones de jóvenes que no estudian ni trabajan —los llamados ninis.
Si alguien tiene dudas sobre la gravedad de la condición de desempleado, antes de opinar en contra de estos argumentos pregunte a muchos padres de familia qué se siente iniciar la semana en la incertidumbre de conseguir siquiera un ingreso mínimo para las necesidades del día o pregunte a un joven pobre o clase mediero cómo se ve afectado al ver pasar los meses y los años sin lograr un puesto de trabajo digno.
La realidad nos alcanzó y estamos en el inicio de lo que puede ser un largo y obscuro túnel. Es mejor que como sociedad atendamos el asunto con inteligencia y sobre todo con un sentido humanitario de inclusión social.
*Periodista mexicano, residente en Chicago Illinois, Estados Unidos.
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