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Edición 414
Escrito por Thierry Meyssan   
Viernes, 05 de Marzo de 2021 10:05

 41416

Francia ante el yihadismo

de su aliado turco

Thierry Meyssan

Después de la muerte de Mahoma, nadie supo crear una diferenciación entre su legado espiritual ‎y su acción política y militar

Francia parece descubrir ahora, ya bastante tarde, que los yihadistas que perpetraron ‎atentados en suelo francés y otros que están preparando nuevos actos de terrorismo ‎actúan con apoyo de otros Estados, que sin embargo son “aliados” militares de Francia ‎en el seno de la OTAN. El rechazo de París a sacar de ese hecho las conclusiones que ‎se imponen en materia de política exterior hace estéril el proyecto de ley de lucha ‎contra el islamismo. ‎

EL PRESIDENTE FRANCÉSEmmanuel Macron y el gobierno que dirige su primer ministro, Jean Castex, ‎han redactado un proyecto de ley que presentan como destinado a impedir la instrumentalización ‎de la fe musulmana con fines políticos. ‎

Ese texto, actualmente objeto de debate en la Asamblea Nacional, se articula alrededor de ‎‎4 ideas principales, siendo una de ellas la prohibición del financiamiento de asociaciones culturales por parte ‎de otros Estados. Todos están conscientes de que esos Estados son la cabeza del islamismo ‎mundial, pero nadie ‎se atreve a precisar de qué Estados se trata.

Esos Estados son Turquía ‎y Qatar, teledirigidos por el Reino Unido y Estados Unidos. El hecho es que ningún partido ‎se atreve a abordar ese problema, lo cual hace inútiles todos los esfuerzos que se hagan en la ‎lucha planteada. ‎

Francia ya pasó antes por un periodo similar de vacilación ante el islamismo, a principios de los ‎años 1990. En aquella época, Reino Unido y Estados Unidos apoyaban a los yihadistas ‎en Argelia para socavar la influencia francesa. Londres ofreció asilo político a aquellos ‎‎«demócratas» en lucha contra un régimen militar. El ministro francés del Interior de aquella ‎época, Charles Pasqua, inició entonces una demonstración de fuerza que acabaría llevándolo a ‎ordenar abatir a los miembros de un comando del Grupo Islámico Armado (GIA) que habían ‎secuestrado un avión de la compañía aérea Air France y a ordenar la expulsión del jefe de la ‎estación de la CIA en París, quien por demás estaba implicado en una operación de espionaje ‎económico. Aquello definió la cuestión por los siguientes 20 años. ‎

El domingo 7 de febrero de 2021, el semanario francés Le Journal du ‎Dimanche publicó un dossier de prensa –inspirado por la Dirección General de Seguridad Interior ‎‎(DGSI, la inteligencia francesa a cargo de la seguridad interna)– donde se describe como “Erdogan se infiltra en Francia”. ‎Observación: el semanario no acusa a Turquía, sólo al presidente Erdogan. Al menos por el ‎momento, tampoco se menciona a Qatar y aún menos el Reino Unido ni Estados Unidos. ‎La publicación arremete sobre todo contra la Milli Gorus pero sin decir que la Milli Gorus fue la milicia del primer líder islamista que alcanzó el poder en Turquía, Necmettin ‎Erbakan ‎‎(primer ministro de 1996 a 1997) y que tuvo entre sus jefes al hoy presidente turco Recep Tayyip ‎Erdogan. Tampoco menciona el papel de los servicios secretos turcos en los ‎atentados perpetrados en París el 13 de noviembre de 2015. ‎

Este trabajo estará dedicado a esa cuestión, principalmente rectificando toda una serie de ‎prejuicios. ‎

Islam: la fe y la política

Mahoma fue al mismo tiempo profeta, guerrero y príncipe. El islam fundado por Mahoma era ‎simultáneamente un rito particular del cristianismo [1], la ‎política de Mahoma ante las tribus de la Península Arábiga y el derecho que Mahoma promulgó. ‎Después de la muerte de Mahoma, nadie supo crear una diferenciación entre su legado espiritual ‎y su acción política y militar. Pero sus sucesores políticos (en árabe, los «Califas») heredaron ‎su autoridad religiosa sin tener sus conocimientos teológicos –a veces ni siquiera creían ‎en Dios.

Hoy en día, los musulmanes que viven en Europa aspiran a establecer en el islam la diferenciación ‎que sus antepasados no supieron o no quisieron instaurar, aspiran a conservar solamente ‎la parte espiritual y a abandonar los aspectos obsoletos, principalmente la charia (la ley islámica). ‎A eso se opone por todos los medios el presidente turco Erdogan, que desea oficialmente ser ‎declarado Califa de los musulmanes el 29 de octubre de 2023 –en ocasión del centenario de la ‎República de Turquía. ‎

Se trata, por consiguiente, de una lucha entre dos civilizaciones. Pero no entre la cultura ‎europea y la de Turquía sino entre la civilización contemporánea y una forma de civilización que ‎desapareció hace al menos un siglo. ‎

Erdogan: un truhan islamista convertido en presidente

El presidente turco Recep Tayyip Erdogan no es un político común y corriente. Erdogan comenzó ‎su carrera como simple truhan callejero en la capital turca. Llegó al mundo de la política en los ‎años 1970, enrolándose en una milicia islamista llamada Akincilar para unirse después a otra, la ‎Milli Gorus, creada en 1997, en el momento de la caída del primer ministro islamista Necmettin ‎Erbakan. Esta organización de matones estaba financiada por el presidente iraquí Saddam Hussein ‎y se hallaba bajo el control del Gran Maestro de la Orden de los Naqchbandis, el general ‎Ezzat ‎Ibrahim Al-Douri, futuro vicepresidente de Irak.‎

El anglotunecino Rachid Ghanoucchi, una de las grandes figuras de la Hermandad Musulmana, ‎declaró en algún momento: «En el mundo árabe de mi generación, cuando la gente hablaba del ‎movimiento islámico, se hablaba de Erbakan. Cuando hablaban de Erbakan, hablaban de él como ‎hablaban de Hassan al-Banna y de Sayyed Qutb». ‎

Por otro lado, aunque el movimiento islamista se divide, en el plano organizativo, entre la ‎Hermandad Musulmana y los ‎Naqchbandis, lo cierto es que ambas estructuras responden a una ‎misma ideología. ‎

Fue en nombre de la Milli Gorus que Recep Tayyip Erdogan desempeñó un papel eficaz en las ‎guerras en Afganistán –junto a Gulbuddin Hekmatyar– y en las guerras de Chechenia –al lado ‎de ‎Chamil Bassayev. Ya convertido en presidente de Turquía, Erdogan se impuso como jefe de la ‎corriente islamista durante la guerra de la OTAN contra Siria y hoy es a la vez el líder de la ‎Hermandad Musulmana (implantada en el Medio Oriente ampliado y en Europa) y de los ‎Naqchbandis (implantados principalmente en Bosnia-Herzegovina, en el Daguestán ruso, en el sur ‎de Asia y en la región china de Xinjiang [también conocida como Sinkiang]). ‎

Las redes islamistas

La transformación de la Orden de los Naqchbandis y la creación de la Hermandad Musulmana, ‎siguiendo el modelo de la Gran Logia Unida de Inglaterra, tuvieron lugar bajo la dirección del ‎Reino Unido y en el contexto del «Gran Juego» entre el Imperio británico y el Imperio ruso y de ‎la conquista colonial de Sudán. Aún hoy, el MI6 británico sigue a cargo del control directo de esas ‎dos sectas. Los donantes del financiamiento han cambiado –primero fue Arabia Saudita, después ‎Qatar y hoy es Turquía–, lo que no cambia es quien da las órdenes. ‎

Antes de la Primera Guerra Mundial, los británicos utilizaron la universidad Al-Azhar del Cairo para ‎unificar el mundo musulmán tras una versión única del Corán –en aquella época había alrededor ‎de 40 versiones. El objetivo de los británicos era sacar del Corán los fragmentos que la cruel ‎secta sudanesa del Mahdi utilizaba contra el Imperio británico, así que el Gran Imam de Al-Ahzar ‎fue enviado a convertir los musulmanes sudaneses al «verdadero islam» recién creado. ‎

La primera secta que se identificó como “Hermandad Musulmana” fue fundada por el egipcio ‎Hassan al-‎Banna y fue concebida como una prolongación de la penetración británica en el islam. ‎La segunda forma de la Hermandad Musulmana fue organizada, directamente por el MI6 (la ‎inteligencia británica para el exterior), después de la Segunda Guerra Mundial y de la ejecución de ‎Hassan al-Banna.

Rápidamente, Estados Unidos introdujo en esta “segunda edición” de la Hermandad Musulmana ‎un intelectual francmasón ateo: Sayyed Qutb. Este se convirtió al islam y comenzó a presentarlo ‎como un arma para tomar el poder. Creó una ideología binaria («ellos y nosotros», ‎‎«lo prohibido y lo autorizado») y predicó la yihad. Poco a poco, bajo el control de los británicos ‎y con financiamiento de Arabia Saudita –a través de la Liga Islámica Mundial–, la Hermandad ‎Musulmana se extendió por todo el territorio de lo que hoy llamamos el Medio Oriente ampliado ‎o Gran Medio Oriente. ‎

La Hermandad Musulmana tomó el poder en Pakistán, haciendo posible la guerra de la CIA ‎contra la presencia soviética en Afganistán. Después se transformó en un verdadero ejército y ‎sus miembros lucharon del lado del Pentágono en Bosnia-Herzegovina. La Hermandad Musulmana ‎participa actualmente en varios conflictos, en el Sahel, en Libia, en Siria, Irak, Yemen y ‎Afganistán‎‎ [2]‎‏.

El Irán del ayatola Khomeini también se basa en una concepción del islam político. Antes de ‎convertirse en una figura de importancia mundial, Khomeini se había reunido con Hassan al-Banna ‎en El Cairo, pero no para unirse a él sino para tratar de compartir el mundo musulmán. El hoy ‎Guía de la Revolución iraní, el ayatola Alí Khamenei, tradujo dos libros de ‎Sayyed Qutb y aún hoy ‎invita sistemáticamente a los miembros de la Hermandad Musulmana a los congresos que ‎organiza sobre el islam. A pesar de esto, los miembros de la Hermandad Musulmana y los ‎seguidores del ayatola Khamenei no dejan pasar la menor ocasión de hablar mal unos de otros ‎en privado. Entre ambos grupos existe una especie de paz armada. ‎

Los europeos en general y los franceses en particular recién comienzan a interesarse por el islam ‎político, tendencia que no logran distinguir de la espiritualidad musulmana. ‎

Turquía y la OTAN

Volvamos a la cuestión de Turquía. Estados Unidos introdujo a Turquía en ‎la OTAN porque tenía fronteras con la Unión Soviética. Durante la guerra de Corea, los generales ‎estadounidenses comenzaron a apreciar el valor de los soldados turcos, gracias a los cuales ‎Estados Unidos logró evitar una vergonzosa derrota. Estados Unidos organizó después una ‎migración de trabajadores turcos hacia Alemania occidental, como medio de “anclar” su ‎población en el bando atlantista. Por otro lado, como los turcos kurdos habían creado el PKK ‎‎(Partido de los Trabajadores del Kurdistán) con ayuda de los soviéticos, las autoridades ‎estadounidenses de ocupación en Alemania podían así vigilarlos directamente. ‎

Con el paso del tiempo, los trabajadores turcos comenzaron a extenderse, desde Alemania ‎occidental, hacia otros países que tienen fronteras con Alemania, como Francia. ‎

Durante la guerra fría, Estados Unidos había instalado el cuartel general de la Hermandad ‎Musulmana en Europa en la ciudad alemana de Munich y posteriormente lo trasladó a Ginebra –‎en Suiza– centrándolo alrededor de Said Ramadan (esposo de la hija de Hassan al-Banna y padre ‎del islamólogo Tariq Ramadan). Después de cada golpe de Estado fracasado en el Medio Oriente, ‎la OTAN hacía que Alemania o Francia otorgaran asilo político a los fugitivos miembros de la ‎Hermandad Musulmana.

En otras palabras, históricamente Alemania y Francia han albergado e incluso cultivado la ‎presencia del enemigo islamista en su propio suelo. Charles Pasqua (ministro francés del Interior ‎de 1993 a 1995) fue el primero en oponerse a esa absurda alianza. Los expedientes acumulados ‎en aquella época por la Dirección Central de Inteligencia General [3] fueron recientemente objeto ‎de una compilación realizada por Jean-Loup Izambert [4].‎

Con el viraje hacia el islamismo que Recep Tayyip Erdogan impuso a Turquía, la agencia de bienes ‎religiosos Diyanet ha desarrollado considerablemente su poder sobre la diáspora turca. Diyanet ‎ha multiplicado el número de imams disponibles y se apoyó en la Milli Gorus –y más ‎recientemente en los Lobos Grises, otra milicia turca, igualmente vinculada a la OTAN, pero ‎ahora prohibida en Francia [5]. ‎

Erdogan y los atentados de 2015 y 2016 en París y Bruselas

Las investigaciones sobre los atentados perpetrados en 2015 en París y en 2016 en el aeropuerto ‎nacional de Bruselas, la capital de Bélgica, demuestran que no fueron acciones de combatientes aislados. Según ‎los investigadores franceses y belgas, fueron acciones de naturaleza militar. La cuestión es saber ‎qué ejército las organizó. ‎

Los investigadores han demostrado que los dos grupos que cometieron aquellos atentados ‎estaban estrechamente vinculados, lo cual significa que las órdenes tenían la misma procedencia. ‎

Cuatro días antes de los atentados en el aeropuerto nacional de Bruselas y en el metro de esa ‎ciudad belga, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan había amenazado explícitamente a la ‎Unión Europea en general y a Bélgica en particular [6]. ‎El día después de aquel baño de sangre, la prensa turca favorable al presidente Erdogan ‎no disimulaba su alegría [7].‎

Ese comportamiento nos autoriza a pensar que, sin lugar a dudas, los atentados perpetrados ‎en París respondían también a la voluntad del presidente turco dado el hecho que Francia había ‎violado los compromisos que había contraído con Turquía sobre Siria [8].‎

Como siempre, el único yihadista identificado que formó parte tanto del comando terrorista de ‎los atentados de París como del comando que actuó en Bruselas –Mohamed Abrini, «el hombre ‎del sombrero»– ha sido identificado también como informante de los servicios secretos británicos ‎‎ [9].‎

¿Quién habló de «financiamiento de los yihadistas que operan en suelo francés»?‎

 

Red Voltaire | París (Francia) | 9 de febrero 2021.

Notas:

[1] Así fue presentado cuando los ‎Omeyas llegaron a Damasco, antes de que el Corán se transcribiera a la palabra escrita.

[2] Ver la historia de la Hermandad Musulmana en 6 partes, por ‎Thierry ‎Meyssan, Red Voltaire, 29 de junio de 2019.

[3] Más conocida en Francia como ‎‎les Renseignements généraux (la “Inteligencia General”), la Dirección General de Inteligencia ‎General dependía de la Dirección General de la Policía Nacional y era un órgano de inteligencia ‎interior cuya misión consistía en descubrir y vigilar todo movimiento que pudiese representar un ‎peligro para la seguridad del Estado. Considerado a menudo como una policía política, en 2008 ‎se decidió fusionar ese órgano con otra entidad de inteligencia interna –la Surveillance du ‎Territoire o “Vigilancia del Territorio”– para conformar la actual Dirección Central de la ‎Inteligencia Interior (DCRI, siglas en francés). Nota del Traductor.

[4] 56 tome I: L’État français complice de ‎groupes ‎criminels; 56 tome II: Mensonges et crimes d’État, IS édition (2015 y 2017).

[5] «Los Lobos Grises turcos tratan de iniciar ‎pogromos antiarmenios en Francia»; «Francia prepara la prohibición de los ‎Lobos Grises turcos», ‎‎Red Voltaire, 31 de octubre y 4 de noviembre de ‎‎2020.

[6] «Amenaza de Erdogan contra la Unión Europea», por Recep Tayyip Erdogan, Red Voltaire, ‎‎18 de marzo de 2016.

[7] «Turquía reivindica el baño de sangre de Bruselas», por Savvas ‎Kalenderides, Red Voltaire, 24 de marzo de 2016.

[8] «El móvil de los atentados de París y Bruselas», por Thierry Meyssan, Réseau Voltaire, 28 de ‎marzo de 2016.

[9] “First Isis supergrass helps UK terror police”, Tom ‎Harper, The Times, 26 de junio de 2016; ‎‎«Terror suspect dubbed ’the man in the hat’ after Paris and ‎Brussels attacks becomes British ‎police’s first ISIS Supergrass», Anthony Joseph, Daily Mail, 26 de junio de 2016.

 

 



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