Francia ante el yihadismo
de su aliado turco
Thierry Meyssan
Después de la muerte de Mahoma, nadie supo crear una diferenciación entre su legado espiritual y su acción política y militar
Francia parece descubrir ahora, ya bastante tarde, que los yihadistas que perpetraron atentados en suelo francés y otros que están preparando nuevos actos de terrorismo actúan con apoyo de otros Estados, que sin embargo son “aliados” militares de Francia en el seno de la OTAN. El rechazo de París a sacar de ese hecho las conclusiones que se imponen en materia de política exterior hace estéril el proyecto de ley de lucha contra el islamismo.
EL PRESIDENTE FRANCÉSEmmanuel Macron y el gobierno que dirige su primer ministro, Jean Castex, han redactado un proyecto de ley que presentan como destinado a impedir la instrumentalización de la fe musulmana con fines políticos.
Ese texto, actualmente objeto de debate en la Asamblea Nacional, se articula alrededor de 4 ideas principales, siendo una de ellas la prohibición del financiamiento de asociaciones culturales por parte de otros Estados. Todos están conscientes de que esos Estados son la cabeza del islamismo mundial, pero nadie se atreve a precisar de qué Estados se trata.
Esos Estados son Turquía y Qatar, teledirigidos por el Reino Unido y Estados Unidos. El hecho es que ningún partido se atreve a abordar ese problema, lo cual hace inútiles todos los esfuerzos que se hagan en la lucha planteada.
Francia ya pasó antes por un periodo similar de vacilación ante el islamismo, a principios de los años 1990. En aquella época, Reino Unido y Estados Unidos apoyaban a los yihadistas en Argelia para socavar la influencia francesa. Londres ofreció asilo político a aquellos «demócratas» en lucha contra un régimen militar. El ministro francés del Interior de aquella época, Charles Pasqua, inició entonces una demonstración de fuerza que acabaría llevándolo a ordenar abatir a los miembros de un comando del Grupo Islámico Armado (GIA) que habían secuestrado un avión de la compañía aérea Air France y a ordenar la expulsión del jefe de la estación de la CIA en París, quien por demás estaba implicado en una operación de espionaje económico. Aquello definió la cuestión por los siguientes 20 años.
El domingo 7 de febrero de 2021, el semanario francés Le Journal du Dimanche publicó un dossier de prensa –inspirado por la Dirección General de Seguridad Interior (DGSI, la inteligencia francesa a cargo de la seguridad interna)– donde se describe como “Erdogan se infiltra en Francia”. Observación: el semanario no acusa a Turquía, sólo al presidente Erdogan. Al menos por el momento, tampoco se menciona a Qatar y aún menos el Reino Unido ni Estados Unidos. La publicación arremete sobre todo contra la Milli Gorus pero sin decir que la Milli Gorus fue la milicia del primer líder islamista que alcanzó el poder en Turquía, Necmettin Erbakan (primer ministro de 1996 a 1997) y que tuvo entre sus jefes al hoy presidente turco Recep Tayyip Erdogan. Tampoco menciona el papel de los servicios secretos turcos en los atentados perpetrados en París el 13 de noviembre de 2015.
Este trabajo estará dedicado a esa cuestión, principalmente rectificando toda una serie de prejuicios.
Islam: la fe y la política
Mahoma fue al mismo tiempo profeta, guerrero y príncipe. El islam fundado por Mahoma era simultáneamente un rito particular del cristianismo [1], la política de Mahoma ante las tribus de la Península Arábiga y el derecho que Mahoma promulgó. Después de la muerte de Mahoma, nadie supo crear una diferenciación entre su legado espiritual y su acción política y militar. Pero sus sucesores políticos (en árabe, los «Califas») heredaron su autoridad religiosa sin tener sus conocimientos teológicos –a veces ni siquiera creían en Dios.
Hoy en día, los musulmanes que viven en Europa aspiran a establecer en el islam la diferenciación que sus antepasados no supieron o no quisieron instaurar, aspiran a conservar solamente la parte espiritual y a abandonar los aspectos obsoletos, principalmente la charia (la ley islámica). A eso se opone por todos los medios el presidente turco Erdogan, que desea oficialmente ser declarado Califa de los musulmanes el 29 de octubre de 2023 –en ocasión del centenario de la República de Turquía.
Se trata, por consiguiente, de una lucha entre dos civilizaciones. Pero no entre la cultura europea y la de Turquía sino entre la civilización contemporánea y una forma de civilización que desapareció hace al menos un siglo.
Erdogan: un truhan islamista convertido en presidente
El presidente turco Recep Tayyip Erdogan no es un político común y corriente. Erdogan comenzó su carrera como simple truhan callejero en la capital turca. Llegó al mundo de la política en los años 1970, enrolándose en una milicia islamista llamada Akincilar para unirse después a otra, la Milli Gorus, creada en 1997, en el momento de la caída del primer ministro islamista Necmettin Erbakan. Esta organización de matones estaba financiada por el presidente iraquí Saddam Hussein y se hallaba bajo el control del Gran Maestro de la Orden de los Naqchbandis, el general Ezzat Ibrahim Al-Douri, futuro vicepresidente de Irak.
El anglotunecino Rachid Ghanoucchi, una de las grandes figuras de la Hermandad Musulmana, declaró en algún momento: «En el mundo árabe de mi generación, cuando la gente hablaba del movimiento islámico, se hablaba de Erbakan. Cuando hablaban de Erbakan, hablaban de él como hablaban de Hassan al-Banna y de Sayyed Qutb».
Por otro lado, aunque el movimiento islamista se divide, en el plano organizativo, entre la Hermandad Musulmana y los Naqchbandis, lo cierto es que ambas estructuras responden a una misma ideología.
Fue en nombre de la Milli Gorus que Recep Tayyip Erdogan desempeñó un papel eficaz en las guerras en Afganistán –junto a Gulbuddin Hekmatyar– y en las guerras de Chechenia –al lado de Chamil Bassayev. Ya convertido en presidente de Turquía, Erdogan se impuso como jefe de la corriente islamista durante la guerra de la OTAN contra Siria y hoy es a la vez el líder de la Hermandad Musulmana (implantada en el Medio Oriente ampliado y en Europa) y de los Naqchbandis (implantados principalmente en Bosnia-Herzegovina, en el Daguestán ruso, en el sur de Asia y en la región china de Xinjiang [también conocida como Sinkiang]).
Las redes islamistas
La transformación de la Orden de los Naqchbandis y la creación de la Hermandad Musulmana, siguiendo el modelo de la Gran Logia Unida de Inglaterra, tuvieron lugar bajo la dirección del Reino Unido y en el contexto del «Gran Juego» entre el Imperio británico y el Imperio ruso y de la conquista colonial de Sudán. Aún hoy, el MI6 británico sigue a cargo del control directo de esas dos sectas. Los donantes del financiamiento han cambiado –primero fue Arabia Saudita, después Qatar y hoy es Turquía–, lo que no cambia es quien da las órdenes.
Antes de la Primera Guerra Mundial, los británicos utilizaron la universidad Al-Azhar del Cairo para unificar el mundo musulmán tras una versión única del Corán –en aquella época había alrededor de 40 versiones. El objetivo de los británicos era sacar del Corán los fragmentos que la cruel secta sudanesa del Mahdi utilizaba contra el Imperio británico, así que el Gran Imam de Al-Ahzar fue enviado a convertir los musulmanes sudaneses al «verdadero islam» recién creado.
La primera secta que se identificó como “Hermandad Musulmana” fue fundada por el egipcio Hassan al-Banna y fue concebida como una prolongación de la penetración británica en el islam. La segunda forma de la Hermandad Musulmana fue organizada, directamente por el MI6 (la inteligencia británica para el exterior), después de la Segunda Guerra Mundial y de la ejecución de Hassan al-Banna.
Rápidamente, Estados Unidos introdujo en esta “segunda edición” de la Hermandad Musulmana un intelectual francmasón ateo: Sayyed Qutb. Este se convirtió al islam y comenzó a presentarlo como un arma para tomar el poder. Creó una ideología binaria («ellos y nosotros», «lo prohibido y lo autorizado») y predicó la yihad. Poco a poco, bajo el control de los británicos y con financiamiento de Arabia Saudita –a través de la Liga Islámica Mundial–, la Hermandad Musulmana se extendió por todo el territorio de lo que hoy llamamos el Medio Oriente ampliado o Gran Medio Oriente.
La Hermandad Musulmana tomó el poder en Pakistán, haciendo posible la guerra de la CIA contra la presencia soviética en Afganistán. Después se transformó en un verdadero ejército y sus miembros lucharon del lado del Pentágono en Bosnia-Herzegovina. La Hermandad Musulmana participa actualmente en varios conflictos, en el Sahel, en Libia, en Siria, Irak, Yemen y Afganistán [2].
El Irán del ayatola Khomeini también se basa en una concepción del islam político. Antes de convertirse en una figura de importancia mundial, Khomeini se había reunido con Hassan al-Banna en El Cairo, pero no para unirse a él sino para tratar de compartir el mundo musulmán. El hoy Guía de la Revolución iraní, el ayatola Alí Khamenei, tradujo dos libros de Sayyed Qutb y aún hoy invita sistemáticamente a los miembros de la Hermandad Musulmana a los congresos que organiza sobre el islam. A pesar de esto, los miembros de la Hermandad Musulmana y los seguidores del ayatola Khamenei no dejan pasar la menor ocasión de hablar mal unos de otros en privado. Entre ambos grupos existe una especie de paz armada.
Los europeos en general y los franceses en particular recién comienzan a interesarse por el islam político, tendencia que no logran distinguir de la espiritualidad musulmana.
Turquía y la OTAN
Volvamos a la cuestión de Turquía. Estados Unidos introdujo a Turquía en la OTAN porque tenía fronteras con la Unión Soviética. Durante la guerra de Corea, los generales estadounidenses comenzaron a apreciar el valor de los soldados turcos, gracias a los cuales Estados Unidos logró evitar una vergonzosa derrota. Estados Unidos organizó después una migración de trabajadores turcos hacia Alemania occidental, como medio de “anclar” su población en el bando atlantista. Por otro lado, como los turcos kurdos habían creado el PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán) con ayuda de los soviéticos, las autoridades estadounidenses de ocupación en Alemania podían así vigilarlos directamente.
Con el paso del tiempo, los trabajadores turcos comenzaron a extenderse, desde Alemania occidental, hacia otros países que tienen fronteras con Alemania, como Francia.
Durante la guerra fría, Estados Unidos había instalado el cuartel general de la Hermandad Musulmana en Europa en la ciudad alemana de Munich y posteriormente lo trasladó a Ginebra –en Suiza– centrándolo alrededor de Said Ramadan (esposo de la hija de Hassan al-Banna y padre del islamólogo Tariq Ramadan). Después de cada golpe de Estado fracasado en el Medio Oriente, la OTAN hacía que Alemania o Francia otorgaran asilo político a los fugitivos miembros de la Hermandad Musulmana.
En otras palabras, históricamente Alemania y Francia han albergado e incluso cultivado la presencia del enemigo islamista en su propio suelo. Charles Pasqua (ministro francés del Interior de 1993 a 1995) fue el primero en oponerse a esa absurda alianza. Los expedientes acumulados en aquella época por la Dirección Central de Inteligencia General [3] fueron recientemente objeto de una compilación realizada por Jean-Loup Izambert [4].
Con el viraje hacia el islamismo que Recep Tayyip Erdogan impuso a Turquía, la agencia de bienes religiosos Diyanet ha desarrollado considerablemente su poder sobre la diáspora turca. Diyanet ha multiplicado el número de imams disponibles y se apoyó en la Milli Gorus –y más recientemente en los Lobos Grises, otra milicia turca, igualmente vinculada a la OTAN, pero ahora prohibida en Francia [5].
Erdogan y los atentados de 2015 y 2016 en París y Bruselas
Las investigaciones sobre los atentados perpetrados en 2015 en París y en 2016 en el aeropuerto nacional de Bruselas, la capital de Bélgica, demuestran que no fueron acciones de combatientes aislados. Según los investigadores franceses y belgas, fueron acciones de naturaleza militar. La cuestión es saber qué ejército las organizó.
Los investigadores han demostrado que los dos grupos que cometieron aquellos atentados estaban estrechamente vinculados, lo cual significa que las órdenes tenían la misma procedencia.
Cuatro días antes de los atentados en el aeropuerto nacional de Bruselas y en el metro de esa ciudad belga, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan había amenazado explícitamente a la Unión Europea en general y a Bélgica en particular [6]. El día después de aquel baño de sangre, la prensa turca favorable al presidente Erdogan no disimulaba su alegría [7].
Ese comportamiento nos autoriza a pensar que, sin lugar a dudas, los atentados perpetrados en París respondían también a la voluntad del presidente turco dado el hecho que Francia había violado los compromisos que había contraído con Turquía sobre Siria [8].
Como siempre, el único yihadista identificado que formó parte tanto del comando terrorista de los atentados de París como del comando que actuó en Bruselas –Mohamed Abrini, «el hombre del sombrero»– ha sido identificado también como informante de los servicios secretos británicos [9].
¿Quién habló de «financiamiento de los yihadistas que operan en suelo francés»?
Red Voltaire | París (Francia) | 9 de febrero 2021.
Notas:
[1] Así fue presentado cuando los Omeyas llegaron a Damasco, antes de que el Corán se transcribiera a la palabra escrita.
[2] Ver la historia de la Hermandad Musulmana en 6 partes, por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 29 de junio de 2019.
[3] Más conocida en Francia como les Renseignements généraux (la “Inteligencia General”), la Dirección General de Inteligencia General dependía de la Dirección General de la Policía Nacional y era un órgano de inteligencia interior cuya misión consistía en descubrir y vigilar todo movimiento que pudiese representar un peligro para la seguridad del Estado. Considerado a menudo como una policía política, en 2008 se decidió fusionar ese órgano con otra entidad de inteligencia interna –la Surveillance du Territoire o “Vigilancia del Territorio”– para conformar la actual Dirección Central de la Inteligencia Interior (DCRI, siglas en francés). Nota del Traductor.
[4] 56 tome I: L’État français complice de groupes criminels; 56 tome II: Mensonges et crimes d’État, IS édition (2015 y 2017).
[5] «Los Lobos Grises turcos tratan de iniciar pogromos antiarmenios en Francia»; «Francia prepara la prohibición de los Lobos Grises turcos», Red Voltaire, 31 de octubre y 4 de noviembre de 2020.
[6] «Amenaza de Erdogan contra la Unión Europea», por Recep Tayyip Erdogan, Red Voltaire, 18 de marzo de 2016.
[7] «Turquía reivindica el baño de sangre de Bruselas», por Savvas Kalenderides, Red Voltaire, 24 de marzo de 2016.
[8] «El móvil de los atentados de París y Bruselas», por Thierry Meyssan, Réseau Voltaire, 28 de marzo de 2016.
[9] “First Isis supergrass helps UK terror police”, Tom Harper, The Times, 26 de junio de 2016; «Terror suspect dubbed ’the man in the hat’ after Paris and Brussels attacks becomes British police’s first ISIS Supergrass», Anthony Joseph, Daily Mail, 26 de junio de 2016.
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