“México es reo de las decisiones de algunos de sus Presidentes muertos”.
Héctor Aguilar Camín (Un país listo para saltar. Año 2042)
MADRID.- No tiene desperdicio, sitúe le escena en tiempos de la posguerra civil, en la década de los 40´s del siglo pasado, y considere a doña Mónica de Oriol un auténtico producto de un alumbramiento diferido.
Sus oyentes la cubren de besos por lo que dice. Los españoles en general se sorprenden y rumían. Esta dama es intemporal y se ajusta al pensamiento único de la eterna extrema derecha que goza cuando oye frases que ya dijo el falangismo español.
Titulo sí tiene, es presidenta del Círculo de Empresarios, licenciada en Ciencias de la Economía y diplomada por la London School of Economics. Todo indica que viajó poco, entendió menos y fue tutelada para convertirse en un clon del neoliberalismo y hasta dar lecciones de una moral cuestionable al servicio de la nostalgia posfranquista.
Recortar todo
Fabrica una coreografía dictatorial y anuncia sus conferencias como si fueran actos de fe. Ni quien discuta sus juicios y si lo hace que se atenga a las consecuencias porque ella es una mujer “emprendedora y eficaz” que recorta la libertad en su propia casa y hasta con sus hijos.
Lea minuciosamente: “los salarios mínimos deben ser más bajos aún porque es insoportable pagar a un millón de personas que nada valen”. Rotunda, la doña agrega: “es preciso una revisión completa de la leyes laborales para hacerlas más acordes a la realidad del país. Las normas actuales están incompletas y no recogen la necesidad de poner a cada trabajador en su lugar”.
“¿Por qué no reducir el costo del despido para que los empresarios tengan mayores facilidades al despedir a los trabajadores y penda sobre ellos la amenaza de los sindicatos cuyos dirigentes son una rémora para el progreso nacional?”, pregunta.
No para en su exposición cavernaria: “hay una gran mayoría de empleados y trabajadores que son personas inútiles, parásitos de la sociedad. En España más de dos millones de personas no trabajan porque no quieren. Rechazan los empleos que les proporcionan el INE y siguen cobrando los beneficios que no merecen con el dinero que les da la sociedad activa”.
Abomina de la democracia pero vive en ella y saca provecho: “Terminemos con la economía sumergida que es el vicio de una gran parte de la población. Los obreros reciben emolumentos del erario público y no se preocupan por contribuir al bienestar y progreso de los españoles”.
Exterminar “parásitos”
Para ella, los empresarios son “intocables por su esfuerzo sin igual para colocar al país en primerísimo lugar. Sin ellos y sus iniciativas ya nos hubiésemos hundido”.
“Solo en España, añade, se da de comer a los que no aportan nada. Es el mayor desacierto”, expresa y queda tan pancha. Su teoría para terminar con parte de la crisis es fácil y cristalina: “Hay que sacar a los ninis del limbo en que viven. Para ello, se precisan leyes más estrictas que propicien la responsabilidad en el trabajo entre los alérgicos a la disciplina”.
Cada vez que habla sienta un precedente digno de mejor causa porque es el reflejo de una política seguida, desde tiempo inmemorial por gobiernos que han dado al mundo millones de muertos.
No es fácil decirlo pero es la verdad. Recorre Oriol el territorio nacional invitada por el Partido Popular a cuanto foro se organiza. También los patrones tienen en ella a una fiel servidora de los preceptos antidiluvianos que esgrimieron en su tiempo las dictaduras en Latinoamérica.
Siempre en contra de los débiles
Ingresos no le faltan porque trabaja mucho, sostiene tesis de las cúpulas del dinero y está a disposición de cuantas personas lo soliciten para dar cátedra.
Impresiona a tirios y troyanos y hunde sus frases con adjetivos peyorativos para los que no alcanzan a llegar a fin de mes. Entre estos doña Mónica solicita que se les obligue a trabajar más y supeditarse a las coyunturas actuales que siempre van en contra de los débiles.
Insiste bastante en que los despidos deben ser menos costosos. Ahora, dice con énfasis, hay que agachar la cabeza (la de los necesitados) y cumplir con los requerimientos que hagan los únicos capaces de sacar adelante a la nación, que son los poderosos.
Con la música de cara al sol, protegida por guaruras a montones, la ínclita mujer de dios sostiene que el gobierno es muy complaciente con los vagos e incultos. Para acabar con ellos propone que se hagan censos exhaustivos para conocer el grado de entrega que tienen los súbditos de los señores del anacronismo político.
Eso sí, es muy congruente con el actual momento en que vive Europa. Los estados que la conforman se confabulan para evitar que el estatu- quo sea vulnerado. El caso es mantener las cosas como están y no despilfarrar esfuerzos en cambios demagógicos. A nadie extraña los juicios que expone, muy elaborados, de acuerdo con el ministro en turno, para reafirmar posiciones que pensábamos estaban superadas.
A veces dan risas sus comentarios.
Abanderada de la esclavitud
Pero no se crea, encierran un propósito muy concreto y deliberado para infundir miedo entre las clases medias que claman porque se diversifiquen los puntos de vista y las tesis ideológicas que hoy sólo mantienen a los prevaricadores.
Esta mujer confunde la democracia con el pensamiento único y la libertad con la esclavitud de los obreros y empleados a los que considera menores por su poca inteligencia.
Es toda una Juana de Arco en una nación en donde las mujeres se abren paso a codazos entre los hombres que las consideran aún como un utensilio de la casa dedicado a procrear y mantener la cama caliente.
Este impertérrito personaje es, para ubicarla mejor, presidenta de la empresa Seguribar-Umano, que fue la responsable de no tomar las medidas suficientes en el Madrid Arena en donde fallecieron aplastadas cuatro jóvenes que asistían a una velada en la que no cabía ni un alfiler en un afán de recaudar el mayor dinero posible por las entradas.
La justicia pasó por alto esta falta de cuidado y jamás fue llamada al orden ni multada por cometer tan gravísima ilegalidad. Como todos los individuos de su clase, Mónica es partidaria de la paz… de la paz de los sepulcros.
Lo último que se le escuchó fue que las mujeres entre 25 y 45 años de edad no deberían ser empleadas porque están en período de procreación y “si quedan embarazadas serían una carga para las multinacionales”.
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