ESTADOS UNIDOS es una nación de líderes, no de leyes, éstas, son ignoradas para servir a sus agendas, causando estragos en el país y en el extranjero, los llamados pesos y contrapesos no existen.
TODOS los poderes públicos marchan al unísono. Congreso, tribunales y la tradición, en gran medida, dan a los presidentes, manos libres en temas geopolíticos, especialmente sobre la guerra y la paz.
En lugar de hacer cumplir la ley y el orden, las abandonan, los intereses imperiales tienen prioridad. Clinton y las políticas que Trump avala, son más similares que diferentes; la retórica y el estilo se separan en gran medida de ellos.
Los presidentes dan apoyo a Wall Street, a las guerras de especuladores, y a otros corporativos favoritos que gobiernan América; nunca ha habido un populista en su historia. Los derechos constitucionales se aplican sólo para su clase "privilegiada".
La "Búsqueda de la felicidad" de Jefferson, era el lenguaje en código para avalar los derechos de los norteamericanos privilegiados. y así, acumular riquezas y las propiedades ilimitadas, sin importar el daño que durante el proceso se hace a los demás, que deben luchar para sobrevivir.
Los intereses monetarios manejan las cosas. Les sirven exclusivamente los Presidentes y al Congreso de los tribunales de justicia, ya que son los únicos que disfrutan, el igualitarismo es pura fantasía.
Trump o Clinton en el poder significan horrores que continuarán dañando a la humanidad como ahora, quizá más gravemente que nunca; es prácticamente seguro que Killary –de la traducción al español del inglés "kill", que significa "matar"– sea el aspirante presidencial más imprudentemente peligroso de la historia de Estados Unidos.
Guerra interminable
Un sinfín de guerras imperiales continuarán bajo uno u otro de los candidatos, Trump tiene menos probabilidades de iniciar la Tercera Guerra Mundial. Prefiere hacer dinero. Ella es quizás ansiosa con su militancia aterradora a la que nadie presta atención.
Ambos apoyan al Nuevo Orden Mundial y la depredación, las sociedades se convirtieron en zonas libres de la democracia, la brecha creciente entre la super-riqueza y el aumento de la pobreza, el fundamentalismo del mercado, la rueda libre del capitalismo sobre los beneficios de la gente, la dureza neoliberal, la vigilancia del Gran Hermano, el encarcelamiento en masa, y la policía terrorista del estado dirigido a los no creyentes.
Dentro de su burbuja es el paraíso, el infierno fuera de lo distópico, de una sociedad ficticia indeseable en sí misma. América Latina se asemeja a Guatemala, en un intento de convertirlos al Tercer Orden Mundial, para que así, unos privilegiados delincuentes, de dos partidos que dirigen las cosas, sacan provecho a expensas de las personas que están jurando servir.
¿Sobreviviremos?
Una nueva administración se hace cargo en enero de las promesas de campaña que inmediatamente se olvidan, como siempre; la política del poder es sustituirlos probablemente más maquiavélicamente que antes.
Cuatro años más terribles esperan, no importa quién sustituya a Obama, ¿podrá la humanidad sobrevivir al ataque?
Stephen Lendman vive en Chicago.
Es Premio Internacional de Periodismo, por el Club de Periodistas de México.
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