WASHINGTON DETENTA PIEZAS estratégicas en Siria. Por ser incapaz de enfrentar o involucrarse en la guerra real de Putin contra el terror, está naufragando hacia una coalición denominada anti ISIS, con la que simula querer acabar con el flagelo de cuya creación es responsable.
 PAUL CRAIG Roberts teme que Putin pueda “entregar a Assad a manos de Occidente”, a cambio de ayuda para combatir a ISIS y evitar que se disemine en Asia Central y Rusia.
El diario alemán Der Spiegel (El Espejo) anunció en sus encabezados el llamado “Plan Putin: La estrategia para Siria del presidente ruso” basado en la obtención de un documento interno de Putin, que sintetizarían cinco puntos de resolución del conflicto en Siria.
Putin personalmente “esbozó el documento junto con sus asesores poco después de la sorpresiva (sic) visita a Moscú por parte del dictador (sic) Bashar al Assad el 21 de Octubre”.
Corrección: Assad no es ningún “dictador”. Triunfó arrolladoramente como presidente reelecto en Junio 2014 en un proceso electoral que los monitores independientes internacionales juzgaron como abierto, libre y equitativo. Assad sigue disfrutando de popularidad inmensa. Los sirios no quieren a ninguna otra persona como su presidente.
Corrección: La visita de Assad a Moscú si bien pasó desapercibida, nunca fue una sorpresa, sino mantenida en secreto hasta que hubo regresado a casa sano y salvo, por razones de seguridad evidentes.
Assad fue recibido con indeleble calidez que perduró durante su estancia. Ambos líderes comparten objetivos comunes. De acuerdo al rotativo Der Spiegel, el “objetivo central” de Putin es prevenir que los “terroristas se encaramen al poder en Siria”, por la vía de que este país retenga su soberanía, “su integridad territorial” así como su estatus de “estado secular y democrático”.
Aspiran a un Assad depuesto
La versión de Der Spiegel acerca de que las naciones Occidentales comparten los objetivos es algo diametralmente opuesto a la realidad. Washington, Gran Bretaña y Francia a lo que aspiran es a un Assad depuesto, a una Siria que se hunda en el caos y cumpla el destino manifiesto de ser estado vasallo controlado por EE.UU. o la OTAN como ha sido el caso de todas las naciones intervenidas por Washington.
 Der Spiegel dice que Putin aspira a que se inicie un proceso que conduzca a “elecciones y reformas de la constitución y balance correcto en términos de los derechos y deberes en todos los grupos religiosos y etnias.”
Putin no insiste en que Assad permanezca como presidente sino únicamente en que el pueblo sirio sea el único que decida en ese proceso y no las potencias externas. En un segundo documento Putin hace un llamamiento por posponer las elecciones parlamentarias, para después de los 18 meses que fue el término que públicamente se anunció tras los debates de la conferencia en Viena en el pasado Octubre y a mitad de Noviembre. Putin propone que tengan lugar simultáneamente a la esperada elección presidencial y a la consulta de cambios constitucionales presumiblemente a llevarse a cabo mediante un referéndum nacional similar al proceso que siguió Assad en 2012.
¿Puede cuadrarse una circunferencia?
Ambas son pruebas documentales de que Putin ha venido favoreciendo en medio de un conflicto que dura más de cuatro años y medio a las soluciones más diplomáticas favorables a la libertad del pueblo sirio de auto determinación de su futuro, de procesos democráticos de todos los ciudadanos, sin injerencia externa alguna.
 Los objetivos Rusos y Estadounidenses no son sino polos diametralmente opuestos. ¿Y acaso puede cuadrarse una circunferencia? No se espere que Washington acceda a adoptar la posición opuesta, la flexibilidad no está en su vocabulario. La duplicidad es lo que define su forma de negociar.
Los documentos de Putin vienen apremiando la formación de un “Grupo de Apoyo a favor de Siria” que incluya miembros permanentes del Consejo de Seguridad, la Comunidad Europea, Alemania y estados clave en el Medio Oriente.
Putin se ha empecinado en combatir el flagelo del terrorismo por el tiempo que lleve cumplir con sus objetivos, y encabeza su lista de prioridades el evitar que se disemine el terrorismo a Asia Central y Rusia. ¿Acaso va a mantenerse firme en la defensa de la soberanía Siria, de que sus ciudadanos libremente puedan ir a las urnas para decidir quién va a ser su líder o será que Putin va a sacrificar este objetivo menor a cambio de tener libertad mayor de actuación en el combate contra ISIS y otros grupos terroristas?
Apoyar la independencia soberana
Su misión de combate aéreo permanece virtualmente sin cambios hasta hoy: controlar el espacio aéreo de Siria, golpear a ISIS y a otras posiciones terroristas de manera libre, ayudando a las fuerzas Sirias sobre el territorio, dejándoles recapturar su territorio perdido.
Putin tiene no solamente armas formidables sino la intención de usarlas lo cual le da a Washington y a sus bribones aliados de la OTAN razón para evitar confrontársele militarmente. No es lógico pensar que Putin rechazase apoyar la independencia soberana de los sirios si así, apoyar a Siria es considerablemente lo mejor que puede hacerse en el orden moral ético y estratégico hasta hoy.
El presidente ruso está francamente en contra de permitir que América extienda su control hegemónico que dejaría a Irán aislado en caso de éxito en el derrocamiento de Assad, y que a Rusia le haría perder su única instalación naval en Tartus, una avanzada extraterritorial en la cual busca mantenerse.
Promesas incumplidas
Putin no tiene de donde elegir, sea cual fuere el trato que aparentemente Washington le ofrece. Las concesiones de EE.UU. no valen el papel en el que están escritas. Anteriores promesas de no ampliar la OTAN hacia el este, incorporando a las antiguas repúblicas soviéticas y los países del Pacto de Varsovia, fueron sistemáticamente incumplidas. En los políticos estadounidenses no puede confiarse. Dicen una cosa y hacen otra, de forma consistente.
La mejor estrategia para Putin sería el mantenerse firme en la lucha contra el flagelo del terrorismo, protegiendo a la soberanía del pueblo de siria sin retroceder. Sería la mejor manera de vencer el juego sucio de Estados Unidos, especialmente jugándosela en alianza con China, una alianza anti-imperial formidable.
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