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Jacobinismo en México exhuma
viejas querellas del siglo XIX
“México -expresó el presidente Adolfo López Mateos (1958-1964)- es un pueblo que ama sus tradiciones y jamás ha renegado de sus creencias” y este axioma cobra actualidad ante el riesgo de que rescoldos de la pugna Iglesia-Estado que se dio en el siglo XIX, cuando quedó definida la separación Estado-Iglesia, retornen con su cauda divisionista entre nuestra sociedad contemporánea, en alas de un jacobinismo trasnochado que debe entender que en nuestro país, la libertad de expresión es bien inmenso al que no se puede renunciar.
La vieja querella que consumió generaciones enteras de mexicanos, dentro de los cuales hubo verdaderos valores tanto en el bando conservador como en el liberal, amenaza salir de la tumba en que se encuentra con la pretensión de que, tesis nacidas de criterios recalcitrantes, vuelvan a reanudar un debate que pasa por una serie de invasiones de nuestro territorio y la Intervención Francesa, cuando la soberanía nacional quedó desecha temporalmente luego de ser vencido y expulsado el invasor.
El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ha dado pie para ello, con un fallo, recomendación, orden -“o lo que sea”-, mediante el cual le ordena a la Secretaría de Gobernación que sancione al director de Comunicación Social de la Arquidiócesis Primada de México. Hugo Valdemar Romero, por haber expresado puntos de vista inherentes a su ministerio y orientar a los feligreses sobre moral y buenas costumbres, en relación a la autoría del PRD, para la conformación de la sociedad autodestructiva, hedonista, sodomita y permisiva, a propósito de la despenalización del aborto, la unión ante el Registro Civil de personas del mismo sexo, los divorcios exprés o “fast track”, y el proyecto para aprobar la eutanasia, o sea, los suicidios asistidos en hospitales y sanatorios de México.
PRD, en terreno ajeno
Estro es, que el PRD se metió en terrenos de la Iglesia, al aprobar la práctica de de costumbres en la sociedad que tienen que ver directamente con el fuero interno del ser humano, con sus convicciones, sus creencias y sobre todo, con cuestiones inherentes n o solo al orden moral, sino también al natural.
Sabido es que el respeto al orden moral y al natural, determina la realización o la frustración del ser humano, y los “chuchos” perredistas, al aprobar cambios para los cuales no se previno ni al ser humano ni a la sociedad, tenían que causar controversia. Tanta, que la explicación de la derrota perredista en las elecciones para gobernador en tres estados de la República, y para presidentes municipales en una cuarta entidad, tienen que ver con el “voto de castigo” que le aplicó la ciudadanía a quienes han creado las condiciones para empujar a la sociedad al abismo de la autodestrucción con las reformas aprobadas en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal.
Acto de legítima defensa de los valores que conforman al pueblo de México, fue, entre otros muchos, las declaraciones del director de Comunicación Social de la Arquidiócesis Primada, quien al responder a una pregunta que se le hizo a nivel periodístico, respondió con lo que tenía que decir, o sea, que , “ningún católico en conciencia puede votar por el PRD, después de las leyes inmorales que aprobó en la Ciudad de México”.
Los Derechos Humanos
El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación se equivocó de “pe a pa”, al pretender acallar la voz de los jerarcas que tienen el deber ineludible de orientar a su feligresía sobre cuestiones de conciencia tan graves, como los que se derivan de la despenalización del aborto y el hecho de privar de la vida en el seno mismo de la madre y en la misma fuente de la vida, a seres que no pueden defenderse y se les quita el ser, con premeditación, alevosía ventaja.
Independientemente de la forma de pensar de cada quien, un hecho irrebatible es cierto y consiste en que a nivel de Derechos Humanos, el derecho creer y a practicar la fe que se profesa. No debe ser objeto de inquisición alguna. Por tanto, todo ser humano, en cuanto creyente tiene el pleno derecho a ser orientado por sus jerarcas eclelsiásticos que por serlo, son también sus dirigentes espirituales.
La razón de la voz de la jerarquía eclesiástica, cuando habla para orientar sobre moral y buenas costumbres, no es otra cosa que expresión del derecho de los ciudadanos creyentes a recibir la orientación de sus superiores en jerarquía en el campo de las creencias.
Despotismo ilustrado
El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, por tanto, al pretender “arrinconar” a la Iglesia acallando a sus dirigentes eclesiásticos que -hay que insistir-, tienen la obligación y el derecho de dar la orientación a sus feligreses sobre lo que a la Iglesia corresponde en cuanto madre y maestra de sus hijos, incurre en un acto que viola la libertad de expresión de quienes tienen la misión suprema de orientar, espiritualmente al rebaño a ellos encomendado.
La actitud asumida por el TEPJF es un anacronismo. No estamos en los tiempos del Despotismo Ilustrado del fines del siglo XVIII, cuando el virrey Carlos Francisco de Croix -1766.1771 -, marqués de Croix, caballero de la Orden de Calatrava, comendador de Molinos y Laguna Rota y servil miembro de Carlos III, pronunció aquel concepto expresado en lenguaje de los tiranos: “Vosotros los vasallos de este reino nacisteis para callar y obedecer y no para opinar de los altos asuntos del gobierno”.
Los que se le quieran oponer ignoran que hoy soplan otros vientos, los de la democracia, no los de la Inquisición. La libertad de Expresión, baluarte de la democracia, vale para todos y sobre todo para quienes tienen la misión de orientar a los ciudadanos creyentes, mismos que dentro de sus Derechos Humanos tienen el de ser orientados por sus jerarcas, en el marco de la separación de la Iglesia y del Estado, sin menoscabo de las funciones de de la autoridad civil y eclesiástica. El ofender al pueblo mexicano con la serie de cambios que ha empujado a la sociedad civil de la Ciudad de México a un estrado de autodestrucción, con el rompimiento del orden moral y la adopción de aberraciones contra natura, el PRD ha ofendido gravemente al pueblo de México. Por eso su derrota aplastante a través de la vía de votos de castigo, en las elecciones del pasado 3 de julio.
Necesidad de tener guías
Sobre todo en tiempos en que la decadencia sume a los pueblos a niveles de indignidad, ningún dirigente responsable de guiar al ser humano por los caminos de su salvación, debe ser acallado. Al contrario, sus enseñanzas apegadas fielmente a los principios de l doctrina que se profesa, ameritan la mayor difusión.
Con la conformación de la sociedad autodestructiva producto de la confabulación materializada en la Asamblea Legislativa, procede repetir estos conceptos de José Vasconcelos -Breve Historia de México” -, en donde salta el grave daño del perredismo a nuestro país:
“Todos los pueblos en el curso de su historia, cuentan con épocas viles , ero sólo han sobrevivido aquellos que han logrado poner a salvo su honra con ello el futuro. Quien no es capaz de hacer justicia por su propia mano, en vano espera que se la haga el extraño. La soberanía supone capacidad para la justicia, en lo interno, igual que en lo externo. Nunca un pueblo corrompido logró ponerse a salvo de las ambiciones del exterior”.
Para salvarnos del cieno en que se ha inmerso a México, se necesita de la voz de los profetas que denuncian la maldad que nos agobia.
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