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Edición 312
Escrito por Abraham García Ibarra   
Sábado, 07 de Diciembre de 2013 23:05

Bastardos 

sin gloria

 

POR LO QUE SE NOTIFICA desde Nueva York -verdadero horno de  las contrarreformas económicas de México-, el PRI y el PAN ya plancharon la Reforma Energética. Es cosa de que en estos días  el Congreso mexicano la ponga en el escaparate. 2014 amanecerá bajo el lema: ¡Consummatum est! Adiós, petróleo, adiós. 



Para entender en donde estamos parados en la fase actual del neoliberalismo tecnoburocrático, nos parece pertinente hacer un breve ejercicio de semántica. 

Para efecto de ese ejercicio semántico, sólo tomaremos a manera de ilustración dos categorías: Yuppie y androide. 

Yuppie es acrónimo de “joven profesional urbano”, surgido de las universidades norteamericanas, y modelado -entre los 20 y 40 años de edad-, en los dos periodos del neoliberalismo reaganiano. De ahí, que el hábitat del yuppie haya sido habitualmente el de los centros financieros; preferentemente el de las bolsas de valores, como la de Nueva York. 

El yuppie era un joven sin escrúpulos. Proclive a conductas narcisistas, era idólatra del becerro de oro y dado la ganancia económica amoral, inmoral y aún criminal. Era dado también a los caros lujos de moda y a las disipaciones liberales, que incluían el consumo de drogas prohibidas. 

El término androide podría remontarse a casi dos milenios atrás, pero el avance tecnológico y la ciencia-ficción lo han retomado de y para la robótica. En efecto, el androide, reciclado recientemente con fisonomía masculina,  es un robot diseñado para reproducir conductas humanas. 

Como suele ocurrir con los modelos de pastiche -que son mera imitación servil de lo extranjero-, jóvenes mexicanos egresados principalmente de centros de estudios superiores privados; para el caso del Instituto Tecnológico de Monterrey (ITESM) o del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM); universidades como la Anáhuac, y aún de la UNAM, que hicieron sus postgrados en Harvard, Yale, Chicago  o Stanford, renegaron de su formación en su alma Mater, y adoptaron voluntariamente las formas del yuppie, y acaso involuntariamente las conductas del androide. 

Caballos de Troya 

Cuando José López Portillo y Miguel de la Madrid, sucesivamente, olvidaron que la técnica debe estar al servicio de la política y no al revés. Y, con el pretexto del servicio de excelencia en la gestión del Estado, abrieron la administración pública a los jóvenes  tecnócratas instrumentalizados en el extranjero, les faltó olfato para al menos intuir que estaban contratando a verdaderos Caballos de Troya. 



La llamada generación del cambio, que en 1988 presentó el usurpador Carlos Salinas de Gortari, fue una mezcla, un apareamiento de yuppies y androides precoces. 

Como al México rastacuero las modas llegan tarde, Salinas de Gortari no quiso reparar en el palmario hecho de que al 19 de octubre de 1987 se le denominó El lunes negro, llamado así porque el mercado de valores del mundo, empezando por el de Wall Street, fue colapsado por un monstruoso crack. 

El impacto en la Bolsa de Valores de México estalló precisamente 15 días después de que el PRI destapó la candidatura de Salinas de Gortari a la Presidencia. Los incautos perdieron 36 billones de pesos de aquellos, que fueron a parar a las cuentas de los bellacos. 

Precisamos ese oscuro acontecimiento, porque en los Estados Unidos derrumbó el imperio de barro de los yuppies, algunos de los cuales fueron a parar con sus huesos a prisión. Todavía, con Ernesto Zedillo Ponce de León, algunos yuppies permanecieron o ingresaron a la administración pública. 

Se fueron con el santo y la limosna 

Ahora se sabe que la generación del cambio se fue con el santo y la limosna. 

Sin aparente ruptura genética o estructural, se produjo un nuevo fenómeno en México: Desde Salinas de Gortari hasta Felipe Calderón Hinojosa, los presidentes mexicanos han  venido siendo identificados como la generación androide. 

En busca de verosimilitud, los creativos detractores políticos de los presidentes mexicanos tecnoburócratas, los ven como reproducción del Manchurian president, por aquella obra literaria y cinematográfica que tiene como protagonista a un ex soldado estadunidense, teledirigido con un ship para conducirlo a la Casa Blanca. 

Dijimos antes, que los primeros yuppies que formaron la salinista generación del cambio se fueron con el santo y la limosna. 



Así es: Colocados en posiciones clave del gabinete económico, participaron en las contrarreformas estructurales como la privatización de la industria estatal, la desnacionalización de la banca y de los ferrocarriles; la venta de autopistas, puertos y los aeropuertos, etcétera. Todo, a precios de ganga. En ese proceso, se engendró la economía criminal, que hoy tiene al país ensangrentado y  contra la pared. 

Si alguien hace un cotejo del padrón de funcionarios públicos de la administración federal de 1993 -tiempos de Salinas-, desde secretarios encargados de despacho hasta algún modesto jefe de unidad o asesor, puede comprobar de manera irrebatible que ahora esos apátridas aparecen en los directorios de las firmas privadas que se quedaron con el patrimonio del que fueron despojados los mexicanos. En los directorios, dicho con más puntería, de las depredadoras corporaciones trasnacionales. 

Esos bastardos sin gloria son los que ahora cabildean en el Senado de la República para arrebatarle a los mexicanos el petróleo. No quepa la menor duda: La mano que mueve la cuna es… la del salinato. 





El comal le dice a la olla

 

PUESTO EN CRISIS el fáctico Pacto por México por el retiro del PRD, el PAN -fiel a su espejo diario- hace del Congreso de la Unión el sitió donde mejor de opera: un herradero. 



Villareal.


El coordinador azul en San Lázaro, el impoluto Luis Alberto Villarreal acusó al PRD de recurrir a chicandas legislativas y, asumiendo el papel de César diazordacista, expectoró: No cederemos a chantajes ni caprichos. Habla la voz de la experiencia: Esas son las armas favoritas   del PAN. 

La doble manzana de la discordia, son las reformas Energética y Política. Los que no tienen memoria flaca, recuerdan que, desde principio de año, el jefe nacional del PAN, Pablo Emilio Madero, con aires de autosuficiencia advirtió que para nada se requerían los votos del PRD para sacar adelante los compromisos del Pacto. 

El dirigente nacional del Sol Azteca, Jesús Zambrano porfió en la permanencia de su partido en dicho mecanismo de negociación hasta que, desplazado en las concertacesiones prianistas a la hora de dictaminar las iniciativas mencionada, el 28 de noviembre dijo: Así no baila m’ija con el señor.                



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