Bocaza en ristre se le echaron de a montón
VISTOS LOS GRAVES ACONTECIMIENTOS en Venezuela, apenas hace bien Enrique Peña Nieto mandando una
señal a los ex presidentes de la República, al reafirmar su confianza en la
lealtad institucional y el patriotismo del Ejército mexicano.
Unidad de mando, imperativo aquí y ahora.
Estando en
circulación la edición 315 de Voces del Periodista, en la que
nuestro colaborador experto en política internacional, James Petras advierte
contra el temible retorno del golpismo en América Latina, y previene
específicamente sobre el acoso de Washington contra el gobierno del Nicolás
Maduro, en la tercera semana de febrero abortó en Caracas la tentativa de
derrocar del poder a la Revolución Bolivariana.
En las mismas horas
en que Maduro daba por desmontada la trama de la derecha vinculada a Washington
para derribar su gobierno, Peña Nieto se encontraba en la Plaza de la Lealtad de la Secretaría de la Defensa Nacional, para
dar por clausurados los festejos del Centenario del Ejército mexicano.
Flanqueado por el
general secretario de la Defensa Salvador Cienfuegos Zepeda, y el jefe de la
Armada de México, almirante Vidal Francisco Soberón Núñez, el comandante
supremo de las Fuerzas Armadas mexicanas les expresó: “Con militares como ustedes, los mexicanos veremos el futuro con
confianza y optimismo…”.
El Maximato
Dos notas -no
precisamente accesorias- se requieren para explicar la lectura del actual
momento mexicano desde un ejercicio memorioso:
1) En pleno relanzamiento del Proyecto Nacional
emanado de la Revolución y condensado en la Constitución del 17, el general
Lázaro Cárdenas se vio precisado a romper el ciclo del Maximato, ejercido por
Plutarco Elías Calles, a la postre exiliado en los Estados Unidos.
2) En febrero de 1976, en el área metropolitana
de Monterrey, fue abortada lo que se denominó La conspiración de Chipinque,
urdida por la ultraderecha empresarial para dar golpe contra el gobierno de
Luis Echeverría.
El minimaximato
Envuelto en las
subyacentes secuelas del 68 y de la
crisis económica heredada del sexenio anterior, José López Portillo decidió
sacar de México a Echeverría, enviándolo como embajador plenipotenciario a las
Islas Fiji, mientras que, crípticamente, triangulaba al través del PRI la
advertencia de que no permitiría pretensiones de un minimaximato.
Marcado 1994 por la
irrupción armada de los zapatistas en Chiapas y los asesinatos de Luis Donaldo
Colosio y José Francisco Ruiz Massieu, la transición presidencial devino feroz pugna
entre Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo Ponce de León, cuyo santo y
seña fue el maquinado Error de diciembre.
El climax de ese
conflicto se produjo con la aprehensión de Raúl Salinas de Gortari, imputado
como sospechoso del crimen contra Ruiz Massieu. El ex presidente montó una
huelga de hambre en Monterrey. Desde entonces se especuló que Carlos Salinas de
Gortari pretendería implantar un poder transexenal.
Pues bien. En tanto
Peña Nieto asume el imperativo de recuperar para el Estado mexicano el control
de territorios que Felipe Calderón dejó en manos del crimen organizado, y
aleatoriamente enfrenta retos de sectores domésticos y trasnacionales que impugnan,
incluso judicialmente, sus reformas estructurales, especialmente la de carácter
fiscal, en víspera de la Cumbre de Toluca
sus cuatro antecesores en Molino del
Rey, concertados o no, desataron una ofensiva mediática que retrata el poco
respeto que les merece la institución presidencial.
Apocalypsis now
El más estridente
fue precisamente Salinas de Gortari, quien se colocó a mitad del foro para declarar
su oposición a la revisión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte,
asunto que ni por asomo aparecía en la agenda de la Cumbre de Toluca.
Zedillo tomó el
turno, precisamente cuando el Congreso de la Unión procesa una reforma a la ley
ferrroviaria, que eventualmente abriría la competencia a terceros en el sector
que el ex presidente desnacionalizó, recibiendo la debida recompensa de una de
las trasnacionales estadunidenses que resultó favorecida con esa medida.
“Casualmente”, a
Vicente Fox -quien aboga por el negocio de las drogas todavía prohibidas en
México y reclama su rebanada del pastel petrolero- se le prendieron las
meninges y convocó en su rancho de San Cristóbal a los miembros de su gabinetazo a nada parecido a un día de
campo.
Finalmente, con el
pretexto de presentar en sociedad su fundación para el Desarrollo Sustentable,
Felipe Calderón reunió en aquelarre metropolitano a ex colaboradores y amigos
que, por cierto, no rechinan de limpios.
¿Qué calle buscan
los ex presidentes, que pretenden ver al jefe del Ejecutivo en funciones como
mera figura decorativa? Individualmente o juntos, sólo ellos lo saben. Lo que
la condición humana prueba, es que los bellacos no se exhiben simplemente para
satisfacer el morbo de los vouyeristas.
Cuando, sólo por el
botín petrolero, se ponen en disputa 113 mil millones de dólares anuales, es
hora de recordar la sentencia popular: En arca abierta… hasta el justo peca.
Y justos -lo que se llama justos- los ex mandatarios no son. (Abraham
García Ibarra)
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